Buscando
descansar, llegué a un pueblo
perdido a 300 km de Buenos Aires. No me
importó la soledad ni la vejez del lugar. La casa aunque antigua, estaba en
buen estado, a unos metros de ella, una fábrica abandonada mostraba los signos de un tiempo mejor.
El río estaba cerca y eso era importante, pescar, olvidarme del estudio y de
los clientes, al menos por un mes.
Alejado de mi Notbook, y con el celular
apagado me sentía un hombre feliz.
El silencio era total, sólo lo quebraba
algún pájaro, un ladrido lejano o las campanas de la capilla llamando a misa, al
principio me molestaba su sonido, luego me fui acostumbrando, no solo a ellas,
también a la mujer que con larga mantilla y
vestida de negro, cruzaba por la calle de tierra.
A veces me preguntaba de dónde salía, si
nunca veía a nadie en el pueblo, sin embargo cada mañana pasaba por mi puerta,
lenta en su andar, su falda negra se movía cual un péndulo, la miraba hasta que
su figura entraba en la Iglesia.
Me voy a tomar un descanso, les deseo que lo pasen bien.
Una vez por semana preparaba mi camioneta e iba al pueblo vecino
a comprar alimentos. Un viejo almacén donde el dueño se esmeraba por cumplir
con la lista del pedido.
Un día me preguntó si no me aburría
entre tanta soledad, le conté que era
para mí un placer, sólo tronchado por las campanas que a las siete llamaban a
misa.
El paisano me miró raro. ¿Qué campanas? Preguntó.
La iglesia está abandonada, ni cura tiene.
¿No le contaron la historia? –Feliz de poder hablar con alguien, me dijo—hace años, la esposa de don Gaspar Rojas el dueño del saladero, esa fábrica grande, vio, se enamoró del curita, un tipo joven y buen mozo. Los comentarios que se tejían en el vecindario, enloquecieron al viejo. Una mañana entró durante la misa y los mató a los dos, esposa y cura. Él fue preso y el saladero debió cerrar sus puertas. La gente quedó sin trabajo y uno a uno se fueron yendo, hasta quedar dos o tres viejos... pero de eso hace más de veinte años…
¿No le contaron la historia? –Feliz de poder hablar con alguien, me dijo—hace años, la esposa de don Gaspar Rojas el dueño del saladero, esa fábrica grande, vio, se enamoró del curita, un tipo joven y buen mozo. Los comentarios que se tejían en el vecindario, enloquecieron al viejo. Una mañana entró durante la misa y los mató a los dos, esposa y cura. Él fue preso y el saladero debió cerrar sus puertas. La gente quedó sin trabajo y uno a uno se fueron yendo, hasta quedar dos o tres viejos... pero de eso hace más de veinte años…
No supe que responder. Él sonrió
burlonamente y dijo; debe ser el viento, o la sudestada que trae el río, la que mueve las
campanas.
Lo primero que hice al llegar, fue correr
a la capilla. Empujé la puerta que chirrió con voz de oxido y la abrí de par en
par. La sorpresa me heló la sangre, era un lugar abandonado, ni bancos quedaban. En el altar la marca de una inmensa
cruz sobre la pared era el único signo religioso. Avancé
transpirando, los ventanales rotos dejaban entrar ramas de arbustos y algún que
otro pájaro entró conmigo. Papeles, restos de botellas, maderas cubrían el piso,
regresé aturdido, esa noche no dormí.
Al día siguiente, se escucharon las
campanas y ella, la de negro, volvió a pasar.
No lo pensé más, preparé mis valijas y
regresé a la ciudad.
Las imágenes pertenecen a una Iglesia abandonada en Ruta Provincial Nº 2 km 360
Me voy a tomar un descanso, les deseo que lo pasen bien.
María Rosa
31 comentarios:
Gracias por el mensaje de amor que me has enviado por este momento que estoy pasando, algunos lo pueden tomar como una exageración de mi parte pero yo soy así muy sensible con los animales, con los seres humanos, con todo aquello que me rodea y a lo que me aferro mucho porque siempre tuve poco afecto, una familia chica.
Desde ya no tengo palabras para agradecer tanto cariño, no podía leer los mensajes porque lloraba aún más, tampoco podía ver las imágenes que había subido y las palabras que yo misma le había dedicado a mi adorada gatita. Es que fue muy fuerte para mi todo esto. No sé... debe ser porque estoy en otra etapa de mi vida.
Te dejo un beso enorme y todo mi cariño, gracias, gracias... un abrazo tan grande como un cielo para ti.
Cariños enormes.
Impresionante Relato. En esa Soledad, el pasado y las circunstancias se imponen a la Realidad rebosante de calma y silencio.
Abrazos.
Un lugar tan idílico para descansar en paz y resulta que aparecen los viejos fantasmas a perturbar esa paz.....me has hecho pasar "mieditis" con este relato, está genial.Feliz descanso veraniego.Besotes
Tanta soledad abruma y hace que los fantasmas quieran adueñarse del lugar.
Un cálido abrazo. María
Los lugares extraviados en el mapa, siempre reservan el pasado, es como si guardasen en su ADN todo el sufrimiento, dolor y tristeza vividos.
Un abrazo María Rosa.
ESPECTACULAR MARIA ROSA !!!
me fascinó. Una histora tan bien contada. Un placer !
Que descanses y vuelvas renocada.
¡FELICES VACACIONES !!
Besos del alma.
Hola María Rosa.
Voy lenta en mis visitas, la verdad que esta historia y las otras que aún no había leído me han gustado.
El fin de Cesar muy trágico, te deseo unas buenas vacaciones, y la vuelta nos seguimos leyendo.
Un abrazo.
Ambar
Que tengas unos días de descanso y de tranquilidad.
Un abrazo.
Que buen cuento amiga, que descanses para que regreses con más historias que contar.
Besos que tengas un feliz descanso.
que buen cuento nos dejas Maríarosa
pasa unos días felices y relajados
besitos
Era lo más cuerdo, abandonar aquel lugar embrujado.
Tus relatos tienen esa magia que me encanta se juega entre realidad y ficción y ya unidas las dos cosas te dejan pensando si será verdad o mentira trama que se narra.
Saludos María Rosa.
Mira que te gusta dar miedo eh?
Jajajjaa
Besos.
¡Magistral relato! ¡Qué bien sabes atrapar al lector desde el principio! El final abierto es muy sugerente.
Que lo pases bien. Espero tu regreso.
Un abrazo
María Rosa, magnífica historia.
Un relato que nos atrapa desde el instante en el que el personaje arriba a su retiro sosegado y apacible. Desde esa calma aparente vas tejiendo una trama que nos conduce a un final sobrecogedor e inquietante.
Genial.
Amiga te deseo un feliz y buen descanso. Cuidado con aquellos lugares tranquilos y poco habitados.
Un abrazo grande
María Rosa,tu relato nos recuerda, que a veces vivimos entre el pasado y el presente sin darnos cuenta, que el tiempo se pasa y no saboreamos la vida real, sino el recuerdo,que ya pasó y quedó anclado en la costumbre...Ese hombre hizo bien de regresar y dejar atrás misterios y fantasmas.
Mi gratitud y mi abrazo amiga...Descansa y llénate de fuerza renovada...No te olvidamos,amiga.
M.Jesús
esto es un autentico mensaje de amor.
un abrazo
carlos
disfruta el descanso
gracias por tu huella
pero recuerda el muso lo confecciono yo misma, por eso de reyes magos nada que ver jajaja
si quieres te hago uno a tu medida ;)
así me pongo con una fábrica jajaja
abrazos desordenados
Que esta pausa te sirva para despejarte y descansar.
Lo que sí, no se te ocurra hacerlo en un pueblo con una iglesia abandonada, con una historia trágica en su haber.
Muy buen relato, Mariarosa.
Te vamos a extrañar.
Siempre las figuras deambulan en el silencio, sugerente relato que abre la puerta d ela imaginación del lector y mantiene el hilo conductor sin quebrarse. Costumbrista-moderno, un intervenir en el tiempo el pasado y el presente. Que bueno que te alejaste con tus valijas... aunque estoy segura de que a la mejor iba en ella la dama de negro, uno nunca sabe lo qué cabe en ellas.
Un abrazo Mariarosa.
Como siempre sorprenden tus relatos, con esta alma pena y tocada de campanas; NO faltan estas historias,que tienen asidero en la realidad, y de amores espurios, queda la leyenda...como para no olvidar el suceso. UN abrazo. Carlos
Otra gran historia, con ambientación, relato y final dignos de tu buena inspiración. espero que durante tu retiro la pases muy bien y disfrutes como corresponde. Te mando un abrazo calentito que, en invierno puede venir bien.EL CRUZADO
P.D.no habrás escuchado alguna campanada, no?
... ¡debiò haberla seguido! ¿quien sabe que habría descubierto? Creo que se dejò acobardar...
esplèndido
saludos
Yo también habría puesto pies en polvorosa, le temo a los fantasmas.
Que descanses y vuelve pronto.
Un abrazo.
Cada cual en su interior ve a esa mujer de negro que vive en nuestro interior, esa muestra de un amor que el dueño de la salazón truncó quizás injustamente.
Te deseo un merecido descanso, espero tú regreso para disfrutar de tus escritos. Un beso.
Que tengas un buen descanso Maria Rosa.
Un fuerte abrazo!
Como para dormir tranquilo entre tanto misterio.Maravilloso relato.
Feliz fin de semana.
Un abrazo.
Qué escalofrío! Yo también me hubiera puesto a hacer el equipaje rápidamente, madame. Ese tipo de cosas no suelen terminar muy bien!
Feliz fin de semana
Bisous
UFFFFFFFFFF, AL ENTRAR EN LA IGLESIA... UFFFF QUÉ MIEDO...!!!
BESOS
Creo que la mujer de negro espera a alguien que no huya. Por lo visto, va a seguir esperando.
Corramos mientras podamos!!! Filosofía del miedoso el hombre, pero sensata.
Saludos doña Maríarosa!
Feliz fin de semana.
Un abrazo.
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