domingo

Pampa bárbara.

Obra del pintos argentino: Jorge Frasca.









Al salir de la ruta el paisaje cambiaba, ni un trecho  verde que le diera al campo un toque de color. Lo que antiguamente era un prodigio de maizales hoy no existía, imaginó que el viejo, cansado y con tantos años encima no le interesaba  hacer producir a sus tierras.
Pampa y cielo. En las nubes, manchas oscuras anunciaban que pronto se romperían en  una  lluvia de verano, y que el sendero se convertiría en un lodazal. Las quebraduras de la tierra demostraban era una zona muy transitada.
Llegó a la estancia. De pie en la galería, él parecía estar esperándola. Tan alto como soberbio, levantó la cabeza para mirarla desde su montaña de orgullo. El  sombrero en la mano, un pañuelo de seda al cuello y la mirada torva, le dio a entender que no se alegraba de verla. No le importó, había terminado el tiempo en que esa mirada la hacía temblar.
—Mira vos quien ha llegado —dijo el viejo con un gesto ambiguo de su mano— ¿Así que venís a tomar posesión de “La Lomada”?
—¿Hay algún problema? —lo miró directo a los ojos demostrándole  seguridad, aunque en el fondo temblaba como una paloma.
—¡Sos una hija de mala madre!
—Esa madre durante años  le gustó. Usted le prometió matrimonio y llegado el momento se casó con una señora de la ciudad ¿y para qué? Para quedarse solo, sin hijos ¿Para quién trabajo tanto? Para el estado…
—¡Estaba cansado de tu madre!
—Ella lo amaba —y al decirlo pasaron por su mente las noches en que la veía llorar, esperando confiada, hechos homogéneos, noches iguales que quedaron grabados en su memoria.
—¿Cómo se le podía ocurrir que me iba a casar con ella? ¡Una china cualquiera!
—Usted  prometió y ella lo amaba.
—Sos igual que ella. Me dejas en la calle de pura envidia.
No pudo contener una sonrisa burlona.
—Usted no queda en la calle, tiene dos estancias más, así que por favor;  ¡Retírese de mi propiedad.
Él se calzó el sombrero negro, igual al que vio tantas veces sobre la mesa de la cocina, en la humilde casa de su infancia, subió a la camioneta y se perdió por el mismo camino por el que ella había llegado.
Lo miró con pena, hubiera querido ser menos dura, no pudo.
Adiós papá, dijo por lo bajo, que Dios lo bendiga y a mí no me desampare.




28 comentarios:

Lapislazuli dijo...

Duro pero justo
Un abrazo

Carlos Augusto Pereyra Martínez dijo...

DE recia personalidad el cuento. Dos talantes: el padre justificándose, y el de ella, implacablemente amoroso. Un abrazo. carlos

lichazul dijo...

los personajes están bien delimitados y sus diálogos dejan entrever la rudeza de la vida pasada
me gustó tu cuento Mariarosa
será que me ha llevado hacia otros tiempos en donde conocí a ciertas personas con ese tipo de recio decir

felicitaciones

abrazos y ten una semana preciosa

FIBO dijo...

un buen relato como nos tienes acostumbrados.

Muy duro para ambos, pero no quedaba otra, a no ser que se hiciera el desalojo por medios de la justicia.

Un besote.

Unknown dijo...

Pues con tu permiso corazón, yo quiero seguir leyendo tus relatos, un placer estar aqui, descubriendo un mundo bonito a mis pupilas...
Un besito y feliz semana.

Felicidad Batista dijo...

María Rosa, los personajes se van delantando a través de los logrados diálogos que van configurando su personalidad, su devenir y aquellos sentimientos que los separaron. Una historia ambientada en un paisaje agreste como la vida de un padre y una hija que solo se encontraron para despedirse.
Un excelente historia sabiamente contada.
Un lujo leerte, amiga.
Un abrazo

Bertha dijo...

Un hombre de armas tomar(un egoista).Menos mal: que ya ella no le temía; por lo menos no se lo dejo ver.

Era justo que reclamase su parte... ya que era su hija.

Precioso relato.Por desgracia la realidad supera a la ficción...

Un abrazo MªRosa.

cachos de vida dijo...

Gran relato, con el fondo triste de la venganza y las decisiones duras que hay que tomar en la vida.
Un beso.

cachos de vida dijo...

Gran relato, con el fondo triste de la venganza y las decisiones duras que hay que tomar en la vida.
Un beso.

josef dijo...

Es un cuento duro, que habla de una Pampa gigantesca, salvaje y casi inmisericorde.
Me agradó mucho leerte, tanto, que me gustaría seguir este relato y ver hasta donde podría extenderse...

Un abrazo María Rosa.

Anónimo dijo...

UN DIALOGO MUY FRIÓ, TÍPICO DE LA PAMPA ARGENTINA.
BESOS

Julia Hernández dijo...

Siempre es bueno regresar y a mi me encanta leerte. Muy buen relato. Abrazos!

TORO SALVAJE dijo...

El día de la fractura.
Seguramente irreversible.

Besos.

La Gata Coqueta dijo...



Te envío en alas de las nubes la brisa y la esencia de esta mañana, que nos envuelve en sus hojas con surcos de melodías, para endulzar las razones del pensamiento.

Un abrazo breve pero sentido
para iniciar la semana
con afectos presenciados.

Atte.
María Del Carmen



Anónimo dijo...

Exquisito y fino relato. Muy expresivo el actuar de la mujer. Saludos

Manuel Torres Rojas dijo...

Mujer. Altiva. Sola.

MAJECARMU dijo...

Cuando se ha sufrido viendo a su madre sufrir tanto tiempo...Es difícil perdonar en un momento,se necesita mucho más tiempo...El orgullo pudo más que el amor...y lo peor es que no se consigue nada...Porque la herida sigue ahí y sólo la cura el amor...
Un relato vital y muy real,amiga.
Mi felicitación por lo claro y sencillo que lo hiciste.
Mi abrazo grande y mi ánimo siempre,compañera de letras.
M.Jesús

Belén Rodríguez dijo...

Es un buen relato que nos habla de una realidad muy común hace unos años.
El hombre todopoderoso hacía lo que quería con una jovencita y luego la abandonaba a su suerte.
Justo es que su hija le ponga en el lugar que se merece; aunque la duela porque sigue siendo su padre.
Un abrazo.

La Dame Masquée dijo...

El fue más cruel en realidad. Ella no lo fue, puesto que sabía que tenía otros lugares a los que ir. Ni siquiera le dijo la verdad.

Buenas noches

Bisous

ALBORADA dijo...

Nadie imagina cuanto puede marcar una vida la indolencia de los padres, y nunca se sabe de qué formas logren sanar las heridas, es un proceso de sanación desde dentro y no todos pueden recuperarse.

Fuerte y muy real relato, tristemente puede pasar.

Gracias por tu presencia, Mariarosa.

Abrazos

La Gata Coqueta dijo...


Un esplendido fin de semana te deseo, al calor de la familia y amigos que son el soporte que hacen posible que la vida continúe en armonía irradiando felicidad.

Te doy un suave abrazo
bajo la bruma del silencio,
para hacerte llegar
el roce del afecto.

Atte.
María Del Carmen


cachos de vida dijo...

Te deseo un bonito fin de semana.
Un beso.

PEPE LASALA dijo...

Gran relato amiga, hay dos protagonistas que son la dureza y la venganza. Está muy bien escrito María Rosa. Un fuerte abrazo desde el blog de la Tertulia Cofrade Cruz Arbórea.
http://tertuliacofradecruzarborea.blogspot.com/

El Demiurgo de Hurlingham dijo...

Me gusta esa historia de reivindicación, no de venganza. Venganza habria sido que la hija lo dejara sin todas sus propiedades. Pero no lo hizo porque no lo odiaba, queria reivindicar a su madre. A pesar de que sigue despreciativo y duro.
Sin darle una oportunidad a su hija. No es casual que el campo esté abandonado. Tal vez mejore con la nueva dueña.

Anónimo dijo...
Este comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.
Mercedes Pajarón dijo...

Un relato duro... pero es que no podía ser de otra manera ante una historia así.

Mariarosa, muchas gracias por tu comentario en mi blog. Has sido muy amable. A ver si recupero las buenas costumbres y un poco más de tiempo para regresar a la blogosfera. Un abrazo.

Soñadora dijo...

Dura realidad.

Un abrazo,

Anónimo dijo...

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