La
sacristana se hizo a un lado para
dejarme pasar. Ella quedó en la puerta un
instante y se retiró. Entré solo. El sol
cruzaba a sus anchas por los vitro con imágenes de la Anunciación, me sentí
embargado por una sensación mística, inexplicable, hacía años que no entraba en
una iglesia.
Me
habían llamado del obispado, les preocupaban las paredes
rajadas que no sólo le quitaban belleza al templo, temían un desmoronamiento.
El
inconveniente era que no había planos. El edificio se había construido entre 1820 y 1830. A
mediados del siglo pasado los planos,
incluidas sus escrituras habían
desaparecidos y la Municipalidad no
guardaba registro de ellos.
Caminaba
girando mi cabeza de una pared a otra cuando una voz me sorprendió:
—No
se le ocurrirá tirar abajo el templo ¿verdad?
Un
sacerdote franciscano de hábito marrón
que le llegaba hasta el piso me miraba muy serio.
—No.
Busco la forma de entender cómo con semejantes columnas se han producido grietas.
No
dijo una palabra más y no se separo de mi
lado.
Luego
de recorrer el templo, le comenté:
—Los
planos perdidos, ¿no los habrán entregado en resguardo a
alguna familia que colaboró con
la construcción?
—No,
lo planos están acá.
—El
párroco me ha dicho que se han perdido…
—Sígame.
Su
seguridad me desconcertó. Lo seguí. El párroco había dicho una cosa y este curita aseguraba lo contrario. Al
llegar al altar principal, giró a la nave de la derecha, la imagen de Jesús
crucificado presidia el pequeño altar, detrás, un terciopelo azul cubría la
pared. Lo levantó y sacando una llave del bolsillo de su sotana, abrió una pesada puerta de madera. Entramos a
una habitación oscura, encendió una lámpara de aceite que pendía de la pared y avanzó hasta un
mueble, lo abrió y extrajo unas carpetas
y varios rollos de papel. Eran los planos. Me los entregó y me dijo:
—Fíjese
bien lo que va a hacer, el templo es muy antiguo, pero es sólido.
Observé
los detalles y la fecha; eran los planos del templo.
—Gracias
padre… ¿Cómo se llama?
—Luis
Barcos.
Salimos,
volvió a cerrar y a guardar la llave. Me aleje con mi carga rumbo a la sacristía
y él quedó allí, frente al altar, me volví y me saludo con un gesto y una
sonrisa.
La
cara del párroco era de un asombro tal, que no lograba omitir palabra. Observaba
con atención cada carpeta, cada plano, hasta que al fin preguntó:
—¿Dónde
halló este tesoro?
Le
expliqué lo sucedido con voz entrecortada, yo también estaba sorprendido.
—Esa
puerta hace años que no se puede abrir -me dijo- después de la inundación
del año treinta quedó trabada y jamás lograron hacerla ceder. ¿Quién fue el
sacerdote que abrió la puerta?
—Me
dijo que se llamaba Luis Barcos.
El
párroco se puso blanco.
—¿Es
una broma? —preguntó.
—No,
ese fue el nombre que me dio.
Me
tomo del brazo, me llevó a la entrada y me hizo leer en voz alta, lo que con letras doradas decía sobre el
mármol blanco del atrio.
“Aquí
yace Luis Barcos, primer párroco de la Iglesia María Inmaculada”.
26 comentarios:
Vaya historia sorprendente.
Hay quien cree hay quien no, pero lo que ha sucedido, sucede o puede suceder en este plano o en otros, nadie lo sabe.
Me ha gustado tu historia.
Un abrazo.
Ambar.
Inesperado y emocionante final. Una iglesia es un buen lugar para misterios y sorpresas.
Te deseo un bonito y feliz fin de semana.
Un abrazo.
Soy catíco practicante y me has puesto los pelos de puntas con este relato.
Muy bién relatado y escrito como es habitual en tí.
Mis felicitaciones.
Un besote.
María Rosa,me ha encantado la historia,porque la hiciste tan real,que me la he creído y he disfrutado mucho viendo las escenas.El arquitecto en medio del mundo material y el mundo espiritual...Realmente a veces ocurren estas cosas,la llave viene del cielo para abrir puertas y almas..
Mi gratitud por tu cercanía y la magia de tus letras,que nos nutren la imaginación y el espíritu,amiga.
Mi abrazo inmenso y feliz fin de semana,compañera y amiga.
M.Jesús
Excelente historia de milagrosos misterios.
Te felicito!
Un abrazo.
María Rosa, hemos estado en la iglesia que edificas en tu relato y visto con nitidez las grietas del tiempo ha abierto en sus columnas. Entre la luz tornasolada que se cuela por los vitrales. Bajo el halo misterioso de los fantasmas que la habitan.
Un relato que nos seduce y nos introduce en el arte del misterio.
Felicitaciones, amiga.
Un abrazo
muy buen trabajo narrativo Mariarosa, misterio y coincidencias
alcances de nombres o herencias de ellos
felicitaciones!!!
hermosa foto también
pasa un precioso fin de semana
Un relato realmente atrapante!
Un placer leerte.
Te dejo un fuerte abrazo, buen fin de semana.
Excelente imaginación, que final!!!}Un abrazo
Por lo menos descasara en paz ya que ha entregado los planos para la restauración del templo.
Muy interesante esta historia.
Un abrazo Mº Rosa.
ME IMAGINO LA CARA DEL ARQUITECTO.
BESOS
Igual estaba sólo medio muerto...
Besos.
Dijo Ambar,..."vaya historia sorprendente..." Nada más acertado que el comentario de tu prestigiosa amiga de las letras. Verdaderamente sorprendente el giro de la historia.No solo por lo inesperado, sino porque emociona, y obliga a aceptar con mucha conformidad el final.A veces me ilusiono al pensar que lo que expresa la escritura, es el reflejo de los sentimientos. Estoy orgullosos de tu amistad. Saludos.ELCRUZADO
Hola, Maria Rosa:
Hay personas que aunque mueran nunca se van del lugar en el cual fueron felices, tal cual el primer párroco de esa iglesia.
Un abrazo.
Es bonito: seguía cuidando del lugar que amaba.
Besos
Siempre te leo y cada vez me sorprendes.
Mariarosa,gracias por tus cuentos, son un regalo.
Un beso.
MOraleja: un milagro puede suceder en cualquier momento.
Y qué lugar puede ser más indicado para ello que el interior de una iglesia.
Magnífica historia.
Un besito.
ten una semana maravillosa Mariarosa
mil gracias por tu huella
abrazoooo
:D
Uyyy, un relato que nos coloca los cabellos de punta, con tan extraño desenlace. Los templos, las iglesias en general, siempre han provocado misterio y secretos por resolver.
Besos María Rosa.
Te envío en alas de las nubes la brisa y la esencia de esta mañana, que nos envuelve sus hojas con surcos de melodías, para endulzar las razones del pensamiento.
Un abrazo breve pero sentido.
Atte.
María Del Carmen
Que buena historia, me recuerda algo de La Dimension Desconocida. Un aporte a las historias de fantasmas benevolos. No veo la razón de que este relato ponga los pelos de punta.
Uno de fantasmas, con lo que me gustan! Muy bueno doña Mariarosa!!!
Un gran misterio María Rosa, la verdad es que me ha encantado la historia. Un fuerte abrazo desde el blog de la Tertulia Cofrade Cruz Arbórea.
http://tertuliacofradecruzarborea.blogspot.com/
Buen enclave la iglesia, para un cuento de esta factura, donde vuelves a retomar esos finales que sorprenden. UN abrazo y mi admiración. Carlos
Vaya, madame, pues se ve que no siempre yacía, no. A veces parecía inquietantemente activo!
Buenas noches
Bisous
Me corrieron escalofríos, muy bien narrado!
Besitos,
Publicar un comentario