El sol del medio día se prodigaba de
pleno sobre el asfalto. Las calles imitaban lagos espejados. Elena no soportaba el verano, llegó a su casa
y decidió darse un baño, un sudor gomoso
le resbalaba por la piel. Sobre la mesa encontró una carta. Era de Hernán.
Mientras leía sus piernas se iban aflojando, se sentó.
“Querida Elena, me voy.
Lo nuestro ya no da más.
Te pido que me perdones por no enfrentar esta situación y hablarlo personalmente, soy un cobarde, vos lo sabes He
dejado de amarte, esa es mi realidad, cruel, pero verdadera.
La próxima semana pasará
un amigo a retirar mi ropa y la novela que dejé sobre el escritorio. Espero me
perdones.”
Hernán
Recorrió la casa buscándolo, no era una broma, él no estaba. Faltaba parte de su ropa.
El último año Hernán, escribía todo el día, su novela era su motivo
de vivir. Ella aceptaba el olvido al que la tenía sometida, el mundo de Hernán
era esa historia que se multiplicaba en capítulos que nunca compartía con ella.
Elena sacaba a flote la economía de
la casa, lo hacía con el placer de verlo tan feliz escribiendo. Al dejar el
teclado, Hernán se convertía en otro hombre, taciturno, desviaba la mirada
cuando ella se acercaba y le escapaba a sus gestos de cariño.
Ahora comprendía.
Juntó al ventanal, la notebook
descansaba sobre el escritorio, a la izquierda la impresora y sobre ella; la
novela. Detrás estaba el flexo con su enorme lupa. Abrió la ventana, el sol
entró caldeando la habitación. Recordó un juego que de pequeña la entretenía.
Acomodó la lupa, dejó que el rayo de sol la cruzara y cayera placido en el papel. Mantuvo el lente fijo en la pila de hojas, que se fue tornando más oscura, las
palabras se fueron retorciendo hasta que una pequeña llamita comenzó a arder,
sonriendo prosiguió con el juego.
29 comentarios:
justa venganza, dulce también....siempre terminan debiendonos algo los hombres, saludito!
Terrible, el final queda a la imaginación del lector, imagino que la casa completa agarró fuego y se mató. ¿Cierto? O es muy simple mi imaginación.
Me gustó mucho este relato.
Besos.
Nunca se debe jugar con fuego, existen papeleras para esos menesteres.Y no hay nada para siempre,ni incluso mi amor por tí.
Me ha gustado...un besote preciosa.
Ufff que mal perder...Cada persona actua de distinta manera ante un desengaño.
Un abrazo Mª Rosa.
qué lindo ¡Qué Placer! Qué actitud imponente, me fascinó la ausencia de melancolía, pero, más aún, la creatividad imperiosa de la dama, para resolver la cuestión. Muy Práctica: Hernán ¿a qué vas a volver? APLAUSOS a la pluma que se deslizó de esta manera.
La venganza no nos premia.
Pero que fuerte texto.
Un abrazo.
Mi intención al escribir esta historia era lograr un tinte de humor, no de drama. Leyendo algunos de vuestros comentarios... creo que no lo logré.
Un abrazo.
mariarosa
El placer de la retaliación. Qué bien juegas en el cuento con el alma humana. UN abrazo grande desde Colombia. Carlos
INCINERÓ EL ADIÓS.
BESOS
Tiene que ser todo un placer hacer algo así. Lentamente, sin prisas, ver como desaparece poco a poco esas palabras escritas.
Me encantó.
Besos
Hernán conoce poco a las mujeres.
Ya aprenderá.
Besos.
la venganza se sirve siempre fría
así le ha pasado a Elena
buena historia Mariarosa
no deja de tener su enseñanza
abrazos y feliz jornada
Mariarosa, el relato bien construido nos lleva por una historia donde el personaje femenino lejos de hundirse por el abandono, adopta una actitud de coraje y de avanzar y para ello no se sienta a lamentar la perdida sino a quemar los restos que puedan atarle a un pasado que no la merece.
Genial.
Me gusta como está escrita y me encanta el mensaje.
Un abrazo
Elena recuerda a otra Elena, con H, Helena de Esparta, erroneamente llamada Helena de Troya, hija en algunas versiones de Nemesis, la justicia vengativa. Hay una historia de venganza.
¿A quien se le ocurre despedirse de esa manera? ¿A quien se le ocurre despedirse sin llevarse la novela, dejarla en manos de alguien que tal vez reaccione con ira? ¿como la conocia tan mal? O tal vez la conocia bien y la razon de la ruptura este en la novela, tal vez sea una copia, tal vez se la dejo como una indirecta, pensando en que la iba a leer.
¡Muy buena historia!La venganza estaba saldada. Me encantó. Un abrazo
¡Un uso terapéutico de la lupa!!!
Me ha encantado. No me gusta mucho la venganza, pero, en esta historia, me ha arrancado una sonrisa.
Besos
La venganza se hizo presente. Muy buen relato con un final para temblar. Felicitaciones! Saludos cordiales
Muy buen relato, no sé si triste o en el fondo libre. No sé. Es una realidad. Buena imaginación.
Dulce venganza con recuerdos infantiles
Genial!!!
Un abrazo
Maravilloso relato.
Un beso.
Ma. Rosa!!! muy lindo tu trabajo!
Maria Rosa,de nuevo nos sorprendes con tu estilo original,directo y claro...Tenemos dos personajes,uno trabaja y lucha por la convivencia,el otro calla y crea,se aleja y en su cobardía olvida,que la vida está ahí...devolviendo lo que hemos dado..
Arde la novela en manos de la vida,mientras la mujer calla y sonríe...
Mi felicitación y mi abrazo inmenso por tu cercanía y buen hacer.
FELIZ SEMANA Y MI ÁNIMO SIEMPRE,COMPAÑERA DE LETRAS.
M.Jesús
Hola, Mariarosa:
Lástima, un libro menos que saldrá a la luz...
Un abrazo.
recuerdo ese juego cuando niña, pero como venganza tambien es bueno, me gusta tu historia querida amiga mia, saludos
gracias por tu huella Mariarosa
feliz feliz semana
abrazooo
Hola Mariarosa... interesante tu escrito, como todos, muy prolijo y con finales que uno no imagina. No comulgo con la venganza, pero en este caso, Hernán también le quemó el alma a Elena y mató su alegría.
Es un placer leerte, recibe un fuerte abrazo y mis felicitaciones más sinceras.
Final que se esperaba, ser utilizados cuesta perdonar.
Cariños
Hizo bien en irse, ese haz destructor le quemaría tarde o temprano la vida.
Saludos doña Mariarosa!
Muy buen relato,dura venganza, aunque a mi forma de ver no aconsejable.
Para que màs si el mismo Hernàn se largo con la cola entre las patas!
Un abrazo
con cariño Marìa Rosa!
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