martes

Entre la bruma y el tiempo.







Eugenia, caminaba como  autómata, cruzaba las calles sin mirar, conocía cada baldosa de memoria. Ni los chicos transitaban  camino a la escuela. Ni las matronas, rumbo a la feria. Era temprano. Belgrano la recibía como antes, como siempre, cada tanto el sonido de las hojas de los plátanos, murmuraban  un saludo de bienvenida.
Al pasar por la panadería del portugués, el aroma a pan recién  horneado le llegó como un placer generoso para su estómago vacío. No había desayunado.
Una bruma gris, parecía desprenderse de las paredes y sumir el barrio en un celaje misterioso. ¿Qué sucede? Por momentos su entorno era claro, en otros, se desdibujaban las imágenes; debía ser mi vista, se dijo.
Las piernas le pesaban igual que la mochila que cargaba en su espalda. Al cruzar la avenida, la emoción le cerró la garganta, se acercaba a su casa. A lo largo de la calle, los árboles  sembraban rayos de un sol recién amanecido. Reconoció la plaza, donde su infancia se perdió, jugando a la escondida.
¿Qué diría su padre al verla?
¿Se alegraría?

La casa.
Al fin había llegado.
La puerta de rejas, estaba sin llave. Entró. La recibió el gran patio, de baldosas ajedrezadas.  Macetas adornando la galería con sus helechos y malvones. Los sillones de mimbre. Más allá el limonero cargado de frutos. Todo estaba igual.
Desde la habitación del fondo, la figura de su padre se perfiló, alta, soberbia.
—Hola —saludo casi con miedo.
El viejo no respondió. Se acercó, las manos en los bolsillos y el gesto hosco. Pantalón oscuro con tiradores y una camiseta que tendría sus mismos años. La moda para su padre, no cambiaba.
—¿Qué buscas acá? —le preguntó con ese acento catalán, que no había perdido, a pesar de vivir en Buenos Aires por más de treinta años.
—Es mi casa. Vengo cuando quiero —respondió desafiante. Otra vez, igual que antes, no lograban hablar en paz.
De nuevo la niebla cubrió el ambiente. Se esfumaron los antiguos sillones de mimbre, donde su madre se adormilaba en las tardes de verano. Su madre. Cuánto la lloró, cuánto necesitó su sonrisa, la caricia de sus manos. Después de su muerte, todo cambió. La relación con su padre se hizo difícil, las peleas eran diarias, al fin; se canso de las discusiones y se fue. Huyó. Ansiaba cumplir sus sueños. ¡Como si fuera tan fácil!
 Se equivocó. Una y otra ves. Hasta terminar regresando, como el hijo pródigo que volvió a los brazos del padre en busca del perdón.
Su padre  nunca la va a perdonar.
Sigue frente a ella, mirándola, severo ni una pizca de emoción.
—He venido a quedarme… —le dice.
Iba a agregar algo más, él no escuchó, se fue, pareció desvanecerse como la niebla. Eugenia dejó la mochila en el piso y entró en la cocina. Preparó el mate y buscó alguna galleta, tenía hambre.
En la pieza del fondo, su padre miraba  televisión. Le acercó un mate, lo aceptó. Buen síntoma, se dijo.
No hablaron, sólo el mate, como un puente silencioso, uniendo dos seres soberbios.
Guardó la yerba, el azúcar y al volverse, apareció  frente a ella. Le entregó las llaves.
—Tu pieza sigue siendo la misma.
Ni una palabra más.

Fue conmovedor ver su habitación. La cama, sus libros, todo limpió y en su lugar. La esperaba. A pesar de sus gestos hoscos, mi padre me quiere, murmuró en voz baja.
Las fotos de la pared, la llevaron al pasado: ella siendo una niña. En otra, sus padres abrazados, sonrientes y ella feliz prendida a la pollera de su madre. El espejo ovalado que fue de su abuela.  Otra vez la vista se le nubla, un murmullo le llega no sabe de dónde… cree ver a su madre frente a ella sonriendo.  Extiende sus manos para acariciarla… y encuentra el vacío.
Abrió la cama, se quitó los zapatos y se recostó. Traía un cansancio de años.

—Señorita Eugenia…
La voz le llegó lejana. Intentó incorporarse. Se abrieron las cortinas y el día le dolió en los ojos.
—Señorita, la escuché llorar. ¿Qué le sucedió?  ¿Las pesadillas nuevamente?
Eugenia, quiso levantarse, fue imposible, el pecho le dolía. Se secó la cara con las manos. Marian, intentó ayudarla, no la dejo.
—Vaya tranquila, cuando me sienta mejor me levanto.
—Señorita debe salir, es un lindo día, no puede seguir encerrada.
Marian salió. Eugenia dejó pasar el tiempo mirando las paredes.  Sobre la cómoda, el florero vacío, mostraba su borde cachado. Es hora de comprar uno nuevo, pensó.
Se incorporó lentamente. Se acercó al espejo. Cuantas arrugas, Dios mío, se acomodó el pelo blanco y le sonrió a esa mujer que nada se parecía a la sus sueños. Fue hasta el ventanal. ¿Qué me sucede? se preguntó, esas imágenes  del pasado me perturban, tengo que sobreponerme a tanta pesadilla…
Afuera, la brisa agitaba las ramas del limonero, era medio día. El sol, como un durazno maduro y brillante iluminaba el patio.
 Es hora de salir, debo comprar un nuevo florero  —se dijo—. Y abrió la puerta.


                     



38 comentarios:

Pluma Roja dijo...

Tus cuentos siempre son intrigantes hasta el final, éste, me pareció aún más intrigante. No me imaginé el cierre. Muy bueno.

Felicitaciones Mariarosa

Diana de Méridor dijo...

Por algo le parecía que la moda nunca cambiaba para él! Un intrigante viaje onírico en el tiempo, madame.

Buenas noches

Bisous

Samuel Rego dijo...

Ae final se explican esos cambios de tonalidad y de colores. Para ser un sueno era muy vivido y real. ¿0 será porque tu lo cuentas así de bien?

Un besazo

Carlos Augusto Pereyra Martínez dijo...

Cómo pensar en ese final. Sabes tejer el suspenso, para distraer. Me encantó ese contraste entre la pesadilla de los recuerdos, y el nuevo día, luminoso y radiante. Un abrazo. carlos

Maria dijo...

Me ha encantado. ¡Muy buena la transición entre pasado y presente!

Un beso

Mercedes Vendramini dijo...

Qué hermosa historia! con su final inesperado como siempre! Muy bellas las imagenes.

Abrazos!

Man dijo...

Es un cuento estremecedor pero me he quedado como con una falta de conexión entre los dos tiempos: el del sueño y el de la realidad.
Debe ser que estoy sentimental y necesito que me lo pongan fácil.
Cosas mías.
Un abrazo

MAJECARMU dijo...

Maria Rosa,he vivido esa llegada de Eugenia a su hogar después de tantos años...He visto a su padre frente a ella,frío,pero con el corazón aún cálido y esperanzado...Ello me ha emocionado...LO CONTASTE DE MARAVILLA,AMIGA...Y de pronto,despertamos con ella y al mirarnos al espejo,nos damos cuenta de que eran sueños del pasado,el tiempo se ha ido y el presente es la vejez,que debemos seguir cuidando...Preciosa esa alternancia de tiempos y muy real tu perspectiva...El florero debe seguir aportando belleza y esperanza,porque el arte nos cura,nos eleva y nos trasciende.
Mi felicitación por tu maestría y buen hacer,que nos emociona y nos hace reflexionar,amiga.
Mi abrazo grande y feliz día,MARIA ROSA.
M.Jesús

MAJECARMU dijo...
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MAJECARMU dijo...
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MAJECARMU dijo...
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FIBO dijo...

Solamente te puedo decir dos cosas...me he emocionado al leerte e incluso una lagrima se me ha resbalado por la mejilla...no se que me ha recordado...la segunda, es que me ha encantado por la fluidez de tus letras sin nada de complicación, como a mi me gusta...un besote preciosa y muchas gracias.

cachos de vida dijo...

Imposible imaginar ese final que obliga a leer el relato con la esperanza de resolver la intriga. !Maravilloso!
Un beso.

lichazul dijo...

muy buen trabajo Mariarosa, y es que transitas muy sutil entre el sueño y la realididad de la protagonísta
Felicitaciones

un gusto volver siempre a tu espacio
besitos y luz

Felicidad Batista dijo...

Maríarosa, nos has llevado con la maestría de tus letras por una historia que mezcla inteligentemente el presente con el pasado en diferentes niveles y etapas del personaje. Con la protagonista pisamos cada baldosa, podemos enfrentarnos a la mirada dura del padre, que siempre la esperó pero no era capaz de dejar su corazón al sol o a la madre amable sentada en los muebles de mimbres. A esta trama envolvente que nos regresa a la infancia desde la edad tardía, se añade la minuciosidad literaria de exponernos los detalle los que nos permite ver al mismo tiempo que el personaje, la calle, la casa, la habitación e incluso la luz que entra por la ventana cuando el sueño ha pasado.
Felicitaciones por este texto tan maravilloso pero sobre todo por esa manera de narrar que tanto te caracteriza que nos mantienes atentos desees la primera línea y nos gratificas con un magnífico final.
Un gran abrazo, amiga

Sor.Cecilia Codina Masachs dijo...

Lo cierto es Maríarosa que ando con tan escaso tiempo, que detenerme al leer textos largos me cuestan.Hoy, no. Me he quedado contenta al leerte y no esperarme semejante final.Te felicito
Gracias
Con ternura
Sor.Cecilia

El Gaucho Santillán dijo...

Buen relato.


El recurso de intertemporalidad està muy bien utilizado.


Un abrazo.

julia rubiera dijo...

mil gracias querida y admirada amiga por regalarnos la magia de tus bellas letras, muchos besinos con todo mi cariño.

Anónimo dijo...

Hermosa historia, los sueños siempre nos traén memorias y realidades pasadas.
Por motivos personales he estado unos días ausente
Ya estoy de nuevo con vosotros, un abrazo
Ambar

Cinarizina dijo...

Hola Mariarosa...excelente relato, con un final impresionante. Te felicito....recibe un fuerte abrazo.

Sor.Cecilia Codina Masachs dijo...

Paso a dejarte un feliz fin de semana con un un beso de ternura
Sor.Cecilia

Anónimo dijo...

Que cosas lindas salen del mundo de los sueños cuando alguien puede manejar la imaginación con muy buena inspiración y sentimientos,....Hermosa creación , Mariarosa,..Un saludo afectuoso.ELCRUZADO

Netomancia dijo...

Los años y las heridas sin cerrar, una condena por siempre, que ni mil floreros podrán curar.
Saludos doña Mariarosa!

cachos de vida dijo...

Feliz fin de semana.
Un beso.

Luján Fraix dijo...

Hola Mariarosa
Tremendo final para este cuento, es que no podía ser de otra manera por tu estilo de escritura. Siempre nos dejas pensando... Es una maravilla, una maestra de las letras, siempre lo digo pero es cierto.

Te felicito.
Besos

josep dijo...

Como enganchan estas historias tan fascinantes con las que nos obsequias en cada nueva entrada. De verdad que es un placer pasear por tu blog y disfrutar de cosas tan interesantes.
Un beso.

Mercedes Pajarón dijo...

Me has transportado al mundo de tus personajes, y me he movido con ellos dentro de esa casa... entre la bruma y el tiempo. Magnífico relato.

Un abrazo.

Anónimo dijo...

Bien escrito. Está bien recordar el pasado, sobre todo lo que se extraña. Pero en algún momento, hay que renunciar a parte de el, parte de lo que lo representa. Y pensar en el futuro y ese punto vertiginoso que es el presente.

Marinela dijo...

Querida Maria Rosa: Como siempre, otro relato que nos trasporta a donde tu imaginación quiere.

Gracias por darnos unos minutos de libertad mental mientras leemos tus cuentos.

Besos y cariños.
Marinela

Anónimo dijo...

SU CRATIVIDAD ME FASCINA!!!
BESOS

El Drac dijo...

A veces la imaginación es tan poderosa que nos transporta como hace tu texto bien logrado. Recuerdo que una noche soñaba con mi padre y que éste me llamaba con su voz estetórea; yo me levanté como un resorte y en medio de la oscuridad advertí que mi padre había fallecido ya hace mucho.

brujilla dijo...

Querida María Rosa, siempre me dejas, con el alma en vilo
Con tus entradas, son tan reales, como la vida misma...
Es meterse en cada historia
Me encanta, como escribes
Gracias por tus palabras y por tus buenos deseos...Muchas gracias
Un beso enorme de brujilla

Antorelo dijo...

Querida amiga, después de esta larga ausencia,vuelvo al mundo bloguero. Es un placer volver a leerte. En tus narraciones logras que meter de lleno al lector en la historia, de manera que llega a vivirla.
Un fuerte abrazo

lichazul dijo...

feliz feliz semana Mariarosa
besitos y luz

Luján Fraix dijo...

Hola querida Mariarosa
Feliz comienzo de semana, gracias por estar siempre, por compartir...
Te dejo un abrazo fuerte.

Cariños miles.

Tatiana Aguilera dijo...

Me encantan estos juegos de tiempo, espacio, y la brillante introducción del espejo, como símbolo que nos delata el paso de la vida, y que finalmente revela la verdad.
Besitos María Rosa.

TORO SALVAJE dijo...

Me has hecho volver a mi pasado y ufffffffff aún duele.

El relato es magistral.

Besos.

LA ZARZAMORA dijo...

Siempre se regresa a esa vieja casa, al calor de los recuerdos, al abrazo, en búsqueda de nuevas flores que perfumen el jarrón de aquellos pasos perdidos.

Besos.

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