martes
La patrona.
1º Premio del concurso, cuentos cortos: Día Internacional de la Mujer. Marzo 2011.
Del Centro Municipal de la Mujer de la ciudad de Vicente Lopez. Provincia de Buenos Aires.
Encontró la llave debajo de la maceta. Abrió la puerta y entró. Antes de atravesar el umbral, volvió a dejar la llave en su sitio.
Cruzó la sala. Al subir la escalera, los peldaños crujieron suavemente. En el piso superior, vio una línea de luz que asomaba de la puerta entreabierta. Entró.
Don Octavio estaba sentado en la cama, leyendo. Al verla, arqueó las cejas y preguntó:
—¿Qué haces vos acá?
Ella no respondió.
—La patrona no regresa hasta mañana. Si venís a pasar la noche conmigo, nos podemos mandar una linda fiesta.
Ella se acercó cubriendo con los pliegues de la pollera lo que llevaba en la mano derecha.
—Vení, putita. Vení, que te conozco. Tanto despreciarme, y cuando te agarran las ganas sos como todas.
El viejo dejó el libro y abrió los brazos. Ella se acercó hasta quedar junto a él. Empuñó el cuchillo con las dos manos, y girando con una rapidez que le salió de las entrañas le barrió el cuello, que se abrió rojo como una sandía. La sorpresa lo tiró para atrás, se llevó las manos a la herida tratando de contener el río de sangre. Ella retrocedió. El viejo intentó bajar de la cama, perdió el equilibrio y cayó de rodillas. Estiró las manos. Sus ojos, agrandados por el horror, clamaban ayuda. Ella se aferró a un mueble y lo miró con asco.
Don Octavio boqueaba tratando de hablar. Un estremecimiento lo hizo caer de costado, se desangraba. Un estertor, luego otro… y quedó quieto, con los ojos llenos de odio, fijos en ella. Quedó de costado, como un trapo. Él, su orgullo, su fuerza, ahora estaban convertidos en nada. Un nuevo estremecimiento. Y ya no se movió más.
Ramona limpió el cuchillo con la sábana. Quedó de pie ante él, sin pena ni lástima; sólo aversión. Retrocedió sin dejar de mirarlo, llegó a la puerta y salió.
Yendo escaleras abajo, pensó en cuántas veces había soñado este momento. Y ahora, que lo había concretado, un vacío muy grande le subía desde el fondo de las tripas.
El ruido de la puerta al abrirse la alarmó: alguien entraba. Reconoció la silueta: era la señora Martina, la patrona. Al verla con la llave en la mano, ella se detuvo en seco.
—¿Qué paso que estás acá?
Ramona no respondió. Respetaba a esa mujer. La luz acusadora que leyó en sus ojos no le gustó.
Por la cabeza de la patrona cruzaron mil preguntas, pero estaba demasiado cansada para estructurarlas siquiera; esperaba una respuesta. Los comentarios de sus amigas le llegaron nuevamente: Tu marido es un sinvergüenza, se acuesta con todas las chinitas. Y, a la que no quiere, la agarra por la fuerza.
Una a una las fueron nombrando: la María, la Teresa, la Susy…
Ella escapó, no pudo aguantar tantas mentiras.
¿Mentiras?
Su cabeza batallaba entre el dolor y la rabia. Sin saber cómo, se las arregló para hablar con toda tranquilidad:
—¿Qué estás haciendo en mi casa?
—No es lo que usted piensa, patrona.
—¿Viniste a acostarte con mi marido?
—¡No!
Ramona bajó el último escalón. La señora Martina retrocedió: los brazos y la blusa de la muchacha estaban salpicados de sangre.
—Por Dios, ¿qué hiciste?
Ramona se irguió, pareció crecer. Le mostró el cuchillo, y lentamente dijo:
—Ayer don Octavio se abusó de mi hija. Trece años. La encontré tirada en el piso del galpón, llorando, con el pelo pegado a la cara, sucia de tierra. ¿Usted me entiende? Yo a usted la respeto, es muy buena. Pero no quiero que él repita en mi hija lo que hizo conmigo. ¡Basta! Se terminó, nunca más.
Martina la veía a través de las lágrimas. Corrió hacia el piso alto, entró… y el espanto se le hizo grito: Octavio yacía en el piso, blanco, muy blanco. Le tomó el pulso: no latía. Una angustia mezcla de dolor y rabia le ahogó un sollozo. Se le aflojaron las piernas, los brazos le pesaban. No podía creer que Octavio había sido tan hijo de puta. Y ahora, al verlo así… un gigante caído.
Ella siempre había cerrado los ojos a sus escapadas, a sus gestos confianzudos con las chinas del obraje. Lo que le decían era cierto, y ella era tan culpable como él. Había estado ciega.
Se apoyó contra la pared, respiró hondo, dejó correr las lágrimas. No lloraba por él, lloraba por ella. Lloraba por Ramona y por su hija.
Cuando consiguió recuperarse, bajo a la sala.
—Ábrame la puerta de calle, por favor —le suplicó Ramona.
Antes de abrir le dijo:
—Te me vas rápido a tu casa. Quema esa ropa y límpiate la sangre que tenés encima.
Martina cerró con llave, se sentó en un peldaño de la escalera. Y abrazada a la baranda sollozó.
Amanecía. Las voces de sus amigas no dejaban de taladrarle la cabeza.
Fue hasta al teléfono. Levantó el auricular y marcó el número del comisario.
Después se sentó a esperar.
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Sean felices. Por un tiempo me tomaré un descanso. Les deseo lo mejor, bendiciones para todos. Maria Rosa.
28 comentarios:
Felicitacines! Merecido primer premio! Excelente relato. Felicito también al jurado, por elegir algo crudo pero lleno de realidad.
Saludos doña Maríarosa!
Bien por Martiarosa! Felicidades por un premio tan merecido! Un relato de una técnica depurada que sacude al lector con miles de sensaciones. Sí, sí, es de esos relatos al que le ves muchísimos matices y todos los quieres comentar...
Un abrazo!
Me ha gustado muchísimo. Te mereces el premio.
Estoy en la labor.
Un abrazo
Mariarosa,un premio muy merecido, por este relato y por otros muchos de los que escribes y que también se lo merecen.
Mil felicitaciones y gracias por compartirlos haciendo que pasemos unos minutos de lectura, corta, pero buena.
¡Un abrazo!
Felicitaciones!!
Un relato muy bien hilado, atrapa desde un comienzo
un abrazo grande y feliz día HOy y siempre
besitos
Felicidades por ese premio bien merecido.
Me ha encantado el relato.
Un beso
Muy merecido el premio. Enhorabuena.
Un beso.
Madame, enhorabuena por un premio tan merecido! El relato es excelente y completamente atrapante.
Feliz dia
Bisous
Felicitaciones.
El relato es fuerte y de buen ritmo.
Un lujo.
Un abrazo.
Maria Rosa,el cuento es directo,real y desnudo,totalmente claro y limpio de florituras.
Mi felicitación por ese premio y por tu vocación,que te va dando los frutos que mereces,amiga.
Te dejo mi gratitud por tu cercania y FELIZ DIA DE LA MUJER TODOS LOS DÍAS DEL AÑO,AMIGA.
M.Jesús
Merecidísimo premio por tan magnífico relato. Es un auténtico placer leer sus textos. he puesto una entrada nueva.
Saludos
GUAUUU, MERECIDIISISISISMO PREMIO. ESCRIBES DEL CARAJO!!!!
BESOS
Felicidades, te lo mereces.. Que gratiicante, sentir que tu trabajo es apreciado... Me alegro, un beso de brujilla
Un lujo este relato, me encanto leerlo, el premio te lo mereces desde ya, narrado con soltura, gran trabajo, felicitaciones.
Besos
Felicitaciones María Rosa!, que bien merecido este premio. El relato me encantó, como digo siempre, que bien lo haces!!.
Besos
Felicitaciones.!!!!!!!!!!!!
Merecido el premio y muchos más, por este magnifico y humano relato.
Cariños
Mis felicitaciones por un trabajo muy bien realizado...me ha gustado como has ido desgranando palabra por palabra toda la acción...un besote y reitero mi enhorabuena.
En su estilo, que atrapa, como una novela negra corta. Un abrazo. carlos
Hola de nuevo después de muucho tiempo! Ahora he recuperado mis horas libres y puedo visitar a mis amigos blogueros.
Por cierto, felicidadesssssss por el premio. Te lo mereces!
Un saludo!
Se le pone a una la piel de gallina al leer este relato tuyo.
No me extraña nada que te lo hayan premiado.Es genial
Al menos,la patrona tuvo la dignidad que el desgraciado de su marido jamás tuvo...
Un beso y felicidades.
Mariarosa, con razón ganó el primer premio este relato. Me ha dejado sin palabras, cuanto dolor hay muchas veces oculto en las personas.
Besitos,
Ajusticiado y no poéticamente pero ajusticiado que no asesinado. Sigue habiendo mucho impune por el mundo... y pocas Ramonas.
Estupendo relato, manteniendo el interés hasta el final. De lo que lo he disfrutado hasta se me ha hecho corto.
Un abrazo con todo mi cariño
Me he estremecido con ese final del relato; sublime, MªRosa, realmente una historia perfecta con un desenlace tremendamente bueno.
Mi enhorabuena.
Un abrazo.
La justicia humana capaz de saltarse las normas cuando pelea por la dignidad.
Bellos renglones y merecido premio: buena narración, ágil y contundente diálogo ... y ese final en puntos suspensivos.
Enhorabuena, amiga
Besos
Felicitaciones María Rosa, escribes realmente muy bien, tus relatos siempre me atrapan. Besos tía Elsa.
Merecidísimo premio, Mariarosa!! FELICITACIONES :))))
Abrazo
Jeve y Ruma
Cuando el talento y el trabajo se juntan, el resultado es halagador y fantástico. Me uno a tu alegría con la merecida recompensa que te han concedido.
Mariarosa un abrazo!
Muy buen relato, Mariarrosa. Te felicito. Muy merecido el premio.
Ojalá nos deleites con otros de categoría, como éste.
Feliz fin de semana.
Un abrazo.
Juan Antonio
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