jueves

Tonta retonta.


 

TONTA RETONTA

 

Lo vi entrar acompañado por una mujer desconocida. Era hermosa, algo mayor que él, bien vestida, con un nivel de elegancia exquisito. El restaurante y sus mesas parecieron girar ante mis ojos, las voces  se perdieron en un murmullo lejano e incomprensible. Cerré los ojos y traté de tranquilizarme. Desde mi mesa los observaba con el celo de la loba que ve como le devoran su gacela, ellos hablaban, sonreían, se los veía felices y yo, moría de angustia.

Había esperado muchos meses y aunque Julio nunca me había dicho; te amo. Sus miradas, sus gestos y aquellas palabras de la despedida, mientras los amigos brindaban, forjaron en mí la ilusión: “este viaje es muy importante —había dicho—  cuando regrese en diciembre vamos a hablar de lo que siento por vos” Y el beso dejo mi mejilla que ardía.

 

Miré al mozo y se acercó, liquidé mi cuenta y salí. Julio estaba de espaldas, no me vio. La calle me abrazó con un dorado caliente que me llegó hasta el alma, me movía enceguecida por el sol o la tristeza, no lo sé. Busqué la sombra de los tilos y caminé invadida por el aroma de sus flores que parecían serenar mi ánimo.

 

Tonta, retonta, dije en voz alta, no se puede tener cuarenta años y seguir ilusionándose como una criatura. Dos señoras mayores cruzaron por mi lado y me miraron con pena.

Sin pensarlo me encontré en la puerta de mi casa, entré y el ambiente estaba frío, a pesar del verano. Me recosté en el sillón y me arropé con una manta. Me dormí.

 

Me despertó el celular, era Julio, no atendí. En pocos minutos llamó varias veces. Me dejó un mensaje de texto: “Llegué esta mañana, quiero verte.” Respondí: “No me siento bien, mejor mañana”.

“Te amo”, fue su nuevo mensaje.

No respondí.

“Te amo”. Por segunda vez.

Se cerraba mi garganta, me dolía el pecho y me temblaban las manos.

Dificultosamente escribí: “No te burles de mí.”

Entró una nueva llamada, atendí.

“Cari jamás me burlaría de vos, Cari…te amo —su voz temblaba—. Mi hermana ha viajado conmigo desde Ginebra, es mi única familia…   Quiere conocerte”.

 



8 comentarios:

🌺 Hada de las Rosas 🌺 dijo...

Me meti en la cabeza de la protagonista, senti su angustia, sus celos y tambien esa ilusion que no se puede controlar! me llego al cora, amiga. 😌

Soñadora dijo...

En este caso las apariencias engañaron con buen final. Que angustia para Cari. Que bueno que Julio insistió con las llamadas y ella se animó a contestar.
Abrazos

Susana Moreno dijo...

Menos mal que hay mensajes. Un beso

Ester dijo...

Un final magnifico, se precipitó al dar por hecho que la amaba, se adelantó pensando que había sido engañada pero tu final nos ilusiona a todos. Un abrazote

Cabrónidas dijo...

Hay que preguntar siempre. O casi siempre. :)

Joaquín Galán dijo...

Un final feliz gracias al celular. En mis tiempos jóvenes, no existían los celulares, era todo múcho más complicado.
Abrazo, Maríarosa.

Campirela_ dijo...

Que buena historia y que verdad esos juicios que nos hacemos en nuestra mente y sufrimos sin causa alguna magnífico.
Besos 😘 🌹

ETF dijo...

María Rosa, qué manera tan delicada de narrar los vaivenes del corazón. Tu protagonista nos lleva de la ilusión al desgarro, y luego nos devuelve a la esperanza con una sencillez que conmueve. Hay algo profundamente humano en esa mezcla de celos, vulnerabilidad y deseo de ser amada. El final, con ese “Cari… te amo”, no solo redime la angustia, sino que nos recuerda que a veces el amor llega envuelto en malentendidos, pero también en segundas oportunidades. Gracias por este relato que abraza como los tilos en verano.

Tonta retonta.

  TONTA RETONTA   Lo vi entrar acompañado por una mujer desconocida. Era hermosa, algo mayor que él, bien vestida, con un nivel de elega...