martes

Hay amores de todos los colores.


 



Lo vio llegar al bar, estaba distinto a la última vez.

Quince días atrás Lucas había entrado eufórico, el amor le brotaba por los ojos.

-He conocido a una mujer que cambiará mi vida, se llama Ivette – dijo mientras pedía un café.

Pedro lo había escuchado en silencio, era la historia de un amor apasionado y fantástico, tal vez, demasiado fantástico. La mujer en cuestión, era una señora muy rica, muy apasionada y tenía debilidad por los hombres jóvenes. El tema era, que ella le llevaba veinte años, pero a Lucas eso no le importaba, con solo ver la tarjeta dorada de la dama, sus joyas y conocer su piso sobre la Av. Libertador, su amor se despertó de golpe, como un viento zonda que lo arrastra todo.

Durante varias semanas, Lucas no apareció por el bar, hasta hoy, en que, con solo verle la cara, Pedro advirtió que el viento zonda se había transformado en una huracán de viento y granizo.

-¿Qué te pasa Lucas…?

-Estoy desilusionado, Ivette me engaño -los ojos de Lucas despedían unas llamitas de furia- todo era mentira, yo creí en ella y sabes que hizo… ¡Me estafo!

Y allí comenzó a contarle:

-No sólo no era rica, ni dueña del departamento, era una estafadora profesional que vivía de sus encantos y de jóvenes tontos que creían sus historias de inversiones que siempre daban buenos dividendos. -estaba rojo de rabia, crispaba las manos y golpeaba la mesa con fuerza- Tan solo era, una mala mujer, creí en ella y todo fue una mentira, yo estaba en el piso de Libertador, cuando apareció el verdadero dueño y me metieron preso por usurpación de propiedad, cuando aclaré lo sucedido el tipo se compadeció y levantó la denuncia, pero el dinero que le di a ella, para las inversiones, ese, no lo recupero nunca más...

-Lucas, vos quisiste vivir a costa de ella y ella fue más viva que vos, te pagó con la misma moneda.

-Yo la amaba…- dijo casi llorando.

-Jajaja… a mí no me mientas, vos creíste encontrar una mina de oro de la cual ibas a vivir como un rey y se te dio vuelta la tortilla.

Lucas se levantó furioso, corrió la silla de un golpe y se fue.

Pedro pidió otro café, mientras sonreía pensando que hay amores de todos colores y su amigo era un caradura y un artista para el llanto.



3 comentarios:

Carlos augusto pereyra martinez dijo...

Ña historia me encanta, porque en el amor no siempre se triunfa no se gana, el amor no pocas veces va más allá del idilio e impera el interés material. Un abrazo. Carlos

Rafael dijo...

Es una bonita reflexión en ese "hay amores de todos los colores"...
Un abrazo.

Susana Moreno dijo...

A todo llaman amor. Un beso

Hay amores de todos los colores.

  Lo vio llegar al bar, estaba distinto a la última vez. Quince días atrás Lucas había entrado eufórico, el amor le brotaba por los ojos. ...