No puedo explicarme,
cómo me vi envuelta en una historia tan extraña y difícil de creer y que no he contado ni a mis amigos, porque creo que
me considerarían loca o una vulgar embustera.
Hoy después de varios
años recién me atrevo a escribirla, muchos creerán que es un cuento, yo les
aseguro que fue real.
La primera vez que la vi,
ella caminaba sola por el borde del arroyo Burgueños; me asombró que a una niña
tan pequeña, tendría unos cinco años, la dejaran sola por un paraje desolado y
peligroso. El arroyo, en algunos de sus tramos, solía ser profundo y su lecho
barroso actuaba como una ciénaga de apariencia inocente, pero que tragaba
cuanto caía en él.
La chiquilla llevaba un
vestido blanco y un sombrero de tela del mismo color, cintas celestes caían en su espalda agitándose de un lado a otro. La seguí un
tramo, luego la perdí de vista, su figura
se esfumó entre los arboles y los arbustos.
Olvidé a la niña del
vestido blanco, hasta que un domingo por la tarde la volví a ver en la plaza;
jugaba con otros chicos, corría y saltaba mientras las cintas de su sombrero
bailaban al viento. Busqué entre las madres que observaban a sus pequeños y me
pregunté cuál sería la mamá de tan bella criatura. Al volver la mirada, la niña
del vestido blanco había desaparecido.
A partir de ese día, la
busqué como una obsesa, regresé al Burgueños, a la plaza y ella no aparecía.
Tiempo después la volví
a ver, caminaba por los senderos del parque que rodeaban la Iglesia. La seguí a distancia y a pesar de que fui
cuidadosa, ella presintió que la seguía. Deseaba hablar con sus padres y
preguntarles por qué dejaban sola a una niña tan pequeña.
Ella entró en un
elegante bazar de antigüedades.
Mientras miraba las
vidrieras ensayaba qué les iba a decir a sus mayores. Entré. Fui deleitándome
con las obras de arte que estaban a la
venta, nadie se acercó. Seguramente
habría cámaras vigilando mi presencia, me detuve ante una bailarina de cristal,
tan bella como perfecta, demostré interés en la pieza y no tardó en acercarse una señora mayor.
—Tiene usted buen gusto,
es de cristal de roca —me dijo.
—Sí, veo que todas las
obras son muy finas, pero he venido por otro motivo…
Lentamente le fui
explicando el caso de la niña del vestido blanco. La mujer negó con su cabeza;
mientras me escuchaba, noté que mis palabras la habían sorprendido.
—Aquí no vive, ni ha
entrado ninguna niña.
Lo expresó tan calma y
tan segura, que dudé.
—La vi entrar hace
apenas unos minutos.
—Sígame —dijo.
Entramos a una sala con
varias pantallas. Hizo retroceder la filmación y las imágenes fueron pasando en
cámara lenta. La puerta solo se abrió para mi entrada. Me sentí ridícula, los
ojos de la vendedora parecían escudriñar mi mente.
Regresamos al local y a la derecha, descubrí un cuadro con la imagen
de la niña que yo había seguido por la calle.
—¡Esa es la pequeña que
vi! —exclamé.
La mujer me miró de una forma que no supe definir, hasta noté
que se estremecía aunque trató de
disimularlo.
—¿Está segura?—dijo con
un hilo de voz.
—¡Muy segura!
Hizo una seña para que
la siguiera y volvimos a la sala de las pantallas. Me ofreció un asiento y ella
quedó de pie apoyada en un mueble.
—Esa pintura la realizó
mi padre, él era un excelente artista y esa niña fue mi hermana mayor, hoy tendría
casi 80 años. Mis padres la adoraban; un
día, ella escapó a la calle a jugar y,
cuando ellos se dieron cuenta, salieron a buscarla. Dieron vuelta cielo y
tierra, pero Marina, que así se llamaba, nunca apareció.
Yo la escuchaba muda, no
encontraba palabras, ella siguió hablando:
—Durante años el cuadro
con la imagen de Marina estuvo en la vidriera del bazar de antigüedades, mi
padre quería que no la olvidaran. Varios años después de la pérdida de Marina, nací
yo; sin embargo ellos la nombraban en tiempo presente y desgranaban su historia en todo momento,
siempre confiaron en que su niña regresaría. Mi padre en sus últimos años,
solía hablar solo y cuando me acercaba, quedaba en silencio. Sólo una vez le pregunté con quién conversaba y me dijo:
con Marina.
La mujer quedó en
silencio. Respiraba profundo y miraba al techo como buscando las palabras para
seguir hablando.
—Señora, si la molesto…
me voy —le dije al ver que la emoción la sofocaba.
—No, por favor, al menos
escúcheme, necesito desahogarme. Para mis padres y a pesar del tiempo
transcurrido, mi hermana estaba viva, seguía siendo su nena de cinco años.
Siempre creí que su pérdida los había trastornado, hoy entiendo que ellos la
veían, como usted la vio.
Se le llenaron los ojos
de lágrimas, su cuerpo se agitaba apenas, en un llanto contenido quién sabe por
cuánto tiempo.
Al verla serenarse,
comprendí que debía irme, deseaba escapar; algo de esa historia me daba miedo y
muchas preguntas sin respuesta giraban por mi cabeza, ya nada me mantenía en
ese lugar. La saludé, ella sólo me dijo: Gracias.
Llegué a la plaza,
recuerdo que la encontré vacía, nadie circulaba por sus veredas ni sus juegos.
Abatida y sin saber qué pensar me senté en uno de los bancos. Perdí la noción
del tiempo, una llovizna fría me volvió a la realidad, hubiera necesitado
alguien con quien hablar, a quién confiarle mi desconcierto; pero, como
explicar lo que ni yo misma entendía, ni aun hoy entiendo.
14 comentarios:
Querida amiga, más allá de lo atrapante que son tus historias hoy quiero resaltar el hecho de lo bien construidas que están.
Un buen relato atrapa desde el comienzo, y este comienzo que redactaste pone en clima inmediatamente. Además está perfectamente redactado, pero lo importante es lo ameno de su lectura.
Felicito por tu febril imaginación.
Un abrazo grande, gracias por tu amistado bloguera.
Y que tengas un brillante 2024.
Historia interesante y entretenida con esa chiquilla de "vestido blanco"...
Un abrazo y feliz día.
Intrigante cuento.
Un abrazo.
A mi me trae la seguridad de que hay otra vida mas alla. Como es habitual en tus historias combinar lo sobrenatural con la emocion te nace de maravillas, querida amiga. La niña del vestido blanco me deja una sensacion impactante.
Un besote.
Me gusto el relato. Feliz año.
Una preciosa historia, entrañable, con la que despedir el año...
Y dar entrada al nuevo. Que espero siga con la fértil imaginación y arte de tus "cuentos".
Abrazo Mariarosa.
Tu singular historia me hace recordar otras que yo mismo he vivido con diferentes personas, María Rosa, pero nunca he sabido si es verdad que las vi o simplemente las soñé, lo cual, y por los mismos motivos que tú la ocultaste, yo hice lo mismo pues mi trabajo gerencial y de un mundo como el del ladrillo, siempre tan pragmático, no me podía permitir contar esas historias, pero ahora sí, a veces lo hago y mi pecado es que las escribo como si las estuviera viviendo en el presente, pssssssssssss, guárdame el secreto y, ah, gracias por este magnífico y atrevido relato.
Un fuerte abrazo.
Hay historias tan reales, que es imposible que no sean ciertas. Porque las vemos tal cual.
Te deseo un Feliz 2024 🥂 Mariarosa. Que llegue con mucha Paz.
Un abrazo 🤗〰〰💕
Algunos recuerdos se niegan a desaparecer en el olvido de los que ya no están.
Saludos,
J.
Saludos Mariarosa
una belleza de cuento -historia ,como se puede decir a tenor d elo explicado.
Hay cosas que nosotros como seres pensante y tan materiales no entendemos del mundo invisible ...menos espiritual
como sea, es un testimonio de lo que existe más allá de nuestra a veces estrecha comprensión , pero que por alguna razón se nos ha permitido abrir nuestro entendimiento más allá y poder ver...quizás fue para ayudar a esa mujer y poder ella pedir perdón a sus padres...que se yo!
Estimada, te dejo un abrazo
y te deseo un feliz año 2024!
Gracias por todo lo compartido!
Ĺa capacidad de hacer sorpresa lectora el misterio. Um abrazo y que sea un buen año
Carlos.
Una historia enigmática y me parece genial que la publiques.
Abrazos.
Hola María Rosa. Lo primero, espero que este año que acaba de nacer sea mejor que el anterior, por lo que me dices que estás en duelo, como no puede ser de otra forma lo siento mucho, pues estas situaciones son tristes y la única medicina es el tiempo.
La historia que nos dejas es increíble y a la vez preciosa y llena de incertidumbre por el caso tan extraño, pero lo mejor de todo es como lo cuentas tan bien expresado que el halo de misterio me rodea cada vez que leo un relato de los tuyos, sea el tema que sea.
Felicitaciones por este arte tan especial que tienes, y a pesar de los pesares que tengas un feliz 2024.
Abrazos.
Un cuento que tiene su intriga y también su belleza representada en esa niña del vestido blanco.
¡Feliz año, Rosa! Con todo mi cariño.
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