Desde
una mesa en un café de Constitución, una pareja reía, era tanta su diversión
que llamó la atención del Detective Garmendia
que tomaba su café con medialunas. Pudo apreciar que evidentemente disfrutaban
burlándose de alguien, algunas palabras
llegaron hasta el detective: tonta, ridícula, que buen botín…
Al
llegar Carmona, el ayudante de Garmendia, la joven y el señor mayor seguían con
su divertida charla. Carmona pidió un café y tomó asiento, al ver a Garmendia
interesado en la pareja le hizo un gesto para saber qué sucedía. Por lo bajo el
detective le dijo:
—Esos
dos no me gustan, hablan muy divertidos de una hazaña que realizaron y creo que
no es algo bueno, les escuche decir “que consiguieron una gran ganancia”.
—Vos
ves ladrones por todos lados—respondió el ayudante mientras bebía su café.
—Es que
no me gustan sus caras, hay algo en ellos que no se explicarte y es más, cuanto
más los miro, me parecen conocidos de algún lado, en especial el tipo.
No
podía dejar de sentir una mortificante sensación de fastidio, aquellas caras
riendo, estaban ironizando a alguien, el hombre denotaba cierta dosis de
cretinismo y ella bajo su cara infantil, la soberbia de quien se siente
superior.
Carmona
comenzó a prestarles atención, ellos llamaron al mozo abonaron su consumición y
se retiraron.
—Seguilos
—dijo Garmendia.
Carmona
dándose prisa bebió el último sorbo, se levantó y guardando distancia fue tras ellos, en la calle, el viento frío
de otoño lo empujó hasta su auto.
Garmendia
se acercó a la mesa vacía y se detuvo en cada papel que habían dejado;
servilletas, un boleto de tren y un bollo de papel que al estirarlo dejo ver
una dirección, no conocía esa calle “Punto cardo” 65.
Al
llegar a su oficina busco ayuda en Google, nada encontró, esa dirección no le
decía nada. Recordó el boleto de tren: Constitución hasta Gral. Molinos. Rastreo
el pueblo y la calle;”Punto cardo” Allí estaba nacía en una plaza y terminaba
en la estación de trenes. No conforme con eso, fue a buscar información de
estafadores, abrió la pantalla de su notbook, y la ventana correspondiente se
abrió; fueron desfilando rostros, la mayoría conocidos. Después de casi una
hora descubrió al hombre, se lo veía más joven, pero no había dudas era él, de
la joven no halló nada.
Mientras
anotaba el nombre, Carmelo Gaite, y una dirección en San Martín, leyó los
antecedentes; ladrón y estafador, desde el año 2008 se lo buscaba por una
estafa a un grupo de jubilados de
Brandsen, mientras seguía leyendo el prontuario de Gaite, entró Carmona.
—Están
alojados en un hotel de la calle Lavalle. ¿Vos encontraste s algo?
No
respondió hizo girar la pantalla y le mostro la cara de Gaite.
Carmona
leía y no ocultaba su sonrisa.
—Que olfato
tenés, y pensar que creí que ya estabas poniéndote senil…ves una pareja en un
bar y ya te parecen mafiosos, ¿cómo haces?
—Los
reconozco por el olor —respondió Garmendia.
El
detective tomó el teléfono y buscó que lo comunicaran con la policía de Gral.
Molinos. Se presentó y preguntó si había sucedido algún robo o estafa en
especial a jubilados. La respuesta fue rápida, a jubilados no, pero si a una
turista que se hallaba de descanso en el pueblo. Envió la foto de Gaite y a partir de ahí todo se fue deslizando fácilmente.
La
pareja que protagonizo la estafa era un hombre que se hizo pasar por psiquiatra
y la mujer joven vestida de religiosa, habían sugestionado a una mujer con el sonido
de un piano y con el cuento del hipnotismo se habían alzado con su dinero y una
caja con joyas.
No
había dudas eran ellos, partieron rápidos, la alegría les duro poco, cuando
llegaron al hotel de la calle Lavalle los pajaritos habían volado.
Tendrían
que comenzar de nuevo. Garmendia estaba furioso, abrumadoramente pasaban los
segundos, hasta que al fin dijo:
—Si
robaron joyas, van a venderlas en alguna
casa de la calle Libertad y el único que compra joyas robadas es Kallman, vamos
a verlo.
Kallman
negó toda compra, le mostraron una foto de Gaite y juro no conocerlo. Garmendia
no se conformó con las respuestas de Kallman, puso vigilancia y fue a la dirección del estafador en San
Martín, seguramente sería la casa familiar y con suerte hubiera regresado al
nido. No estaba. El padre, un anciano tembloroso aseguro que hacía años que no
lo veía.
Un día
después recibieron el llamado de uno de los hombres que vigilaban a Kallman,
Gaite estaba en la joyería.
El
coche de Garmendia voló hasta llegar a la calle Libertad. Una señorita
encantadora los atendió, pero de Kallman y Gaite ni noticias. Sin pedir
permiso. Solo con mostrar sus credenciales, salieron por una puerta lateral y
siguieron un pasillo hasta el fondo, allí otra joyería se abrió ante sus ojos,
varias personas conversaban animadamente, Kallman al verlos cambio de color.
Gaite interpretó que algo estaba sucediendo e intento escapar. El agente que había custodiado el local lo
detuvo.
Recuperaron
las joyas, Gaite estaba a punto de venderlas cuando Garmendia y Carmona
llegaron.
Kallman
y Gaite presos. Faltaba la mujercita que se había hecho pasar por monja, no
tardaron mucho en hallarla, su compinche
declaró que viajaba a Pinamar con un nuevo incauto al que pensaba
estafar.
Llamaron
a la mujer a la que habían estafado con la música de piano y el hipnotismo, para
que reconociera a los estafadores.
—No hay
dudas, son ellos —declaró.
Al ver
las alianzas artesanales que pertenecían a su padre, no pudo contener su
emoción y confirmó eran de su propiedad, las mismas que le habían robado el mentiroso
Dr Garbó y la religiosa con carita de ángel.
22 comentarios:
El olfato de detective nunca descansa, y mira si lo adivino. Esas risas y esos espavientos no eran de fiar.
Un relato muy entretenido. Gracias, amiga.
Una feliz noche. Besos
Un relato muy entretenido, sin dudas Garmendia tiene buen olfato.
Un abrazo.
PATRICIA F.
Siempre me gustan tus historias del inspector. Me encnantan como manejas el suspenso.
Se dice que el olfato: activa mucho el instinto y la intuición, unas buenas herramientas no cabe duda y a los hechos me remito.
Un relato que a medida que se va leyendo se disfruta hasta el final.lo que bien empieza, bien acaba...
Un abrazo, Mariarosa
Me alegro del final feliz. Un beso
Bella historia❤ Abrazo.
Un buen relato muy entretenido y bien tramado como acostumbras y con un final feliz. Buen ojo, el de Garmendia.
Un abrazo Mª Rosa y feliz semana.
Cuánto me alegro del desenlace de esta historia. Sobre todo después de haber leído la anterior, cuando lo del piano y el hipnotismo. Besos preciosa :D
Una historia estupenda con el olfato de Garmendia que me suena un montón, y es porque lo debes de haber usado para otras tramas detectivescas.
Me encanta como desarrollas las tramas, aunque creo que ya te lo he dicho más veces, lo repito, :))
Un abrazo María Rosa, y buena semana.
En el anterior relato me quedé con las ganas de este final, María Cristina.
Ya me siento mejor, gracias.
Feliz lunes.
Mariarosa... Detective en ciernes! :)))))
Abrazo.
Please read my post
Este Garmendia es un crack. También tu, con estos temas que tan bien se te dan, sabes como engancharnos.
Buena semana Mariarosa.
Un abrazo.
Se creían tan impunes, para contar sus logros en estafas, en público. Sin imaginarse que serían escuchados por un efectivo investigador, como Garmendia.
Bien contado.
Hola, Rosa, qué bien has urdido una ficción etectivesca en tan pocas palabras. Da para una novela.
Un abrazo!
Estupenda continuación de la buenísima historia que empezaste a contarnos.
Caso resuelto... ¿o continúa?
Esperamos ansiosos más capítulos o una nueva saga.
Literatura para disfrutar.
Un abrazo.
Caso resuelto! Carmona y Garmendia... que duo tan eficaz, los adoro.
Son dos sabuesos, no se les escapa ni una.
Con el plus de ubicar a las historias en lugares reconocibles donde uno se puede situar perfectamente en la ciudad o los pueblos con encanto, reales o imaginarios hacen de tus historias lugares de particular magnetismo. Casi que veo las caras de los personajes.
Un beso y un abrazo en este maravilloso Mayo, feliz superfindesemana megahiperlargo.
Te leo y descubro que hay otro el primero, por lo que lei esta buenisimo amiga pasaré a buscarlo.
Abrazo
Garmendia en acción. Qué buen investigador en este género policíaco tienes. Es un deleite leer los cuentos que tocan con su personalidad. Un abrazo. Carlos
Interesante vuelta de tuerca para la historia anterior, o continuación, que es casi lo mismo.
¿Seguirá una historia de amor entre el policía y la víctima de la estafa?
Saludos,
J.
Entretenida continuación del relato sobre una pareja de estafadores.
Saludosç.
He leído este y busco el primero.
Me gusta el tema policiaco.
Un abrazo.
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