El tren se fue alejando
con un traqueteo de vagones,
quedé mirando las vías vacías y a la gente que regresaba de despedir a
los viajeros. Se les murieron los besos y las palabras, hasta las manos se
cansaron de agitarse y tal vez a muchos, alguno de sus sueños
viajaba en ese tren.
Fui caminando hasta la
salida. Giraban a mi lado personas apurada, los afiches de colores anunciando y
vendiendo desde revistas a mayonesa, ese mundo ajeno, cruzaba cercano y no me
importaba. Mi vida ya no estaba a mi lado, viajaba rumbo a otra ciudad a
cientos de kilómetros y estaba segura que no lo volvería a ver.
Llegué a la boca del
subte, bajé la escalera tan lentamente que me asombré, un tren en plataforma
esperaba pasajeros y subí.
Espero llegar al banco
antes de las tres, me dije, sino hago el depósito hoy, voy a tener un dolor de cabeza, el dolor de
cabeza lo tengo igual, deben ser los nervios de la despedida y esta pena de no saber aceptar que hay
situaciones que yo no puedo solucionar y que se cierra en mi garganta como una
garra…
Cuando algo se termina,
hay que saber decir adiós, y yo todavía, eso no lo aprendí.
17 comentarios:
Es un momento difícil y, a veces, dejamos partir el tren sin ser capaces de decir adiós.
Un abrazo y felicidades por tu relato.
Momentos duros que la vida nos pone en el camino. Hay que aprender a decir adiós, siempre dolerá menos la despedida. Un fuerte abrazo.
Es muy dificil decir adios. Te mando un beso y genial relato.
Es un aprendizaje lento, por el adiós y la incertidumbre del futuro del otro. Abrazos
Un relato corto e intenso. Las despedidas siempre son tristes aunque a la persona se la vuelva a ver, pero cuando es para siempre creo que nadie hemos aprendido a decir adiós.
Me ha encantado María Rosa.
Un abrazo.
Un gran relato sobre lo dura que es a veces la vida. Un beso
Si ya es dificil coger un tren sabiendo que dejas atrás todo, hacerlo además sin poder despedirse es tremendamente doloroso. Besos cariño, como siempre magnífico :D
Hola María Rosa, genial este relato donde nos dice lo penosa que es la vida.
Paciencia y esperanza, el tiempo nos roba pero también nos enseña.
Feliz día. Un beso
Creo que ni tú ni muchos hemos aprendido a decir ese adiós, ese nudo que te cierra y ahoga la garganta, es difícil de superar en ciertas emociones.
Un precioso y triste relato María Rosa.
Un fuerte abrazo.
Es difícil aceptar la marcha de una persona, que se lleva parte de nuestra vida...María Rosa.
El protagonista es consciente de ese momento y logra, a través de tus letras, hacérnoslo sentir.
Mi felicitación por el realismo y la entrega que le has puesto, amiga. Admirable.
Mi abrazo entrañable y feliz noche, compañera de letras.
Claro, todo el mundo dice "hay que soltar, soltar..." no siempre es tan facil, amiga.
Una tiene recuerdos, vivencias, programaciones, memorias en que se extraña a si misma.
Me encanto esta historia, necesita un director de cine.
Abrazo y buenas noches.
Es difícil y aveces imposible aprender a decir adiós a un gran amor... Magnifica historia amiga. Saludos a la distancia
Amiga, eso no lo aprendemos nunca. Cada vez, en cada caso, pensamos en como hacerlo, pero no hay manera, no se aprende.
Saludos.
Cabría deducir que la angustia y el dolor, es cosa del saber... como evitarlo!
El "charco" siempre está ahí, a la mano, que acabes metiendo los pies en el ya es cosa de uno.
Abrazo Mariarosa. Un relato breve pero intenso.
Esa angustia quién no la haya vivido, no sabe d angustia. Qué bien la desvelas. Un abrazo. Carlos
Aprender a soltar no es fácil ... el tiempo para ese adiós es el mejor compañero.
Buen domingo.
Un abrazo.
No es nada fácil decir adiós. Un beso
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