Aquellas vacaciones descubrieron para mí, un mundo
desconocido, que aún, a pesar de los años no le encuentro explicación.
Cada anochecer, mientras el rocío vestía el campo con una
gasa blanca y la luna se iba asomando entre las nubes, llegaba aquella música,
era el sonido de una guitarra apenas audible, que hacía flotar en el aire las mismas notas tristes.
¿Quién es que toca la misma zamba cada noche? Pregunté al viejo Ardiles que era el administrador de la estancia en la que había llegado para reponerme de una grave operación. Tranquilidad, había dicho el cirujano y buscándola, llegué a “Las acacias”, un pueblo al sur de Buenos Aires.
—No haga caso es el viento que sopla entre las cañas secas y
parece una guitarra —respondió el viejo, mientras preparaba el mate, comprendí
que no quería hablar del tema.
Pero como cabeza dura que soy, insistí.
—Usted cree que porque soy de la ciudad soy tonta, ese sonido
es una guitarra —le dije con enojo. Guardó silencio. Volví a preguntar y nada,
seguía tomando mate, sentado en una
silla de mimbre tan desvencijada que en cualquier momento se caería al suelo, él
miraba el horizonte que la noche pintaba de oscuro y lograba que eucaliptus y acacias, fueran lo mismo, una masa
negra y uniforme, callado, ignoraba mi presencia.
Me fui, lo dejé con sus ojos perdidos en un punto que solo él
veía, ya llegaría el momento en que tendría motivación para contarme ese
misterio que tan bien guardaba.
Ese día llegó, gracias a un diluvio infernal que comenzó
antes de la salida del sol y que perduró hasta el anochecer.
La preparación de tortas fritas que hicimos juntos esa tarde
de lluvia, había limado el fastidio que el viejo demostraba por mi presencia.
Yo no había vuelto a preguntar por el sonido de la guitarra, que cada noche
desgranaba la misma zamba, esta vez, fue él quien sacó el tema.
—Hoy no se escucha la guitarra —dijo haciéndose el distraído—
es raro…
—Debe ser que el agua ha mojado las cañas por eso no suena su
música.
Respondí simulando que había creído aquella respuesta. Me
dirigió una sonrisa burlona.
—Ahora la que se burla de mí, es usted, la verdad de esa
guitarra es tan increíble que usted va a preferir creer en las cañas…
No respondí, esperé que él hablara, le costaba hacerlo,
porque quedó largo rato en silencio, no volví a preguntar, hasta que el viejo
fue soltando sus recuerdos.
—Donde termina está estancia, comienzan los campos de Gabino Luna,
criollo y muy buena persona, que vivía de la cría y venta de ovejas, estaba
casado con una uruguaya bella y fina que lo había enamorado locamente, pero
esas cosas de la vida, ella enfermó y murió, era tal el dolor de Gabino, que lo único que hacía era beber y tocar la
guitarra, así pasaba sus días...
—Pobre hombre, ¿es él que cada noche...?
—Gabino falleció hace más de treinta años, pero el sonido de
su guitarra se sigue escuchando por algún misterio que nadie sabe explicar.
—¿Y la casa y los campos?
—Están abandonados, nadie se anima a cruzar el alambrado y
entrar allí.
No respondí, todo el tema parecía muy confuso, demasiado irreal
e increíble. El viejo se dio cuenta de mis dudas y me dijo:
—Era más fácil creer que la música provenía de las cañas, ¿No le
parece?
—Es imposible de entender.
Quedamos los dos mudos, había dejado de llover, yo no
encontraba palabras y el viejo tampoco, de pronto y como brotando de las
sombras, el sonido de la guitarra llegó tan cercano que me estremeció. Me asomé a la galería, no había nadie allí,
pero la zamba seguía con sus notas tristes, perfumando la noche.
Mientras el viejo Ardiles tomaba su mate, me quedé a su lado,
cuando la música se fue perdiendo hasta ser silencio, recién me fui a dormir,
pensaba que tendría una historia para contar algún día a mis hijos, que con
seguridad, no la iban a creer.
21 comentarios:
Hay historias que solo el corazón sabe entenderlas El amor más allá de la vida se extiende cuando es real. Un besazo y que linda historia nos has dejado para seguir soñando en el amor.
Me encanta la historia. Un beso
Uma estória muito bem escrita que amei ler.
.
Saudações cordiais
.
Pensamentos e Devaneios Poéticos
.
Una bella historia. Muy bonita.
Un beso.
Aún en el campo se dan estas historias legendarias, y qué bien recuperas esta de la guitarra insomne. Un abrazo. Carlos
¡Cuánta ternura hay en este relato...! Felicidades María Rosa.
Un abrazo y feliz semana.
Nos hiciste oír la guitarra en la lejanía, María Rosa. Un relato lleno de silencios y misterios, que llenan el alma y la predisponen a ese misterio, que nos lleva al más allá. Esa sincronía eterna con el más acá. Precioso, amiga.
Mi felicitación y mi abrazo entrañable por tu buen hacer.
Que bonito escribes, leerte es calma y sonrisa porque hay ternura. Un aplauso y un abrazo
Es un cuento muy hermoso, tan poetico y misterioso...
podria decir que es tu sello de escritura.
Muy bueno, querida amiga,
que tengas una apacible noche.
Genial relato me gusto mucho. Te mando un beso.
Maravillosa historia de amor. Hay tantas cosas que no entendemos del amor cuando es verdadero.... Saludos amiga.
Una historia hermosa, escrita con ese bello estilo que tienes para hacer disfrutar al lector. Misterio surgido de un amor que quedó impreso en el tiempo.
Como siempre, un placer leerte en cualquiera de tus estilos.
Un abrazo y buen día María Rosa.
Qué preciosidad de historia amiga mia. Qué bonito ese sonido de guitarra... aunque también de un poco de miedo. Pero en este caso, me quedo con el amor de fondo. Besos cariño :D
Lo cierto es que nos quedamos con la intriga. Pero lo mejor es que relatas de una forma que se lee muy agradable, muy especial.
Un placer visitarte y una delicia leerte.
Un gran abrazo, amiga!!!
Qué hermosa historia, creo que mientras leía podía escuchar los acordes de esa zamba, que por cierto es una melodía bella y triste, como la de ese guitarrero. Hermosa historia, me encantó.
Rosana
No, reconozco no haber oído sones de guitarra alguna mientras te leía... Bastante tenía con la intriga de saber cómo acabaría la historia. Y una vez más, sorprendente por tu inacabable imaginación.
Abrazo Mariarosa.
Cuanta música nace del dolor, de una pérdida.
Que bien contado.
Un abrazo.
¿30 años el campo vacío y nadie se aprovechó de la usucapión? No parece ser Argentina...
Más allá de eso, excelente relato, algo que tranquilamente puede escucharse en cualquier parte de lo que nos va quedando de la pampa húmeda.
Saludos María,
J.
Es bonito creer que historias como esta tienen algo de verdad. Es bonito y, quien sabe, tal vez los equivocados seamos nosotros y este tipo de historias sean tan reales como el amor de donde nacieron. me encantó MªRosa.
Una abrazo.
Increible y hermosa a la vez. Por qué no creer el viento grabara ese sonido de tanto escucharlo y le gustara silbarlo 😉
Buen domingo Mariarosa.
Un abrazo.
Realmente bello y muy bien relatado, que no es poco. Atrapa y entretiene. Indudablemente tenés musas muy creativas de tu lado.
Abrazo.
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