domingo

Mamá Margarita.


 

Ella es callada, solo habla si es necesario y generalmente con monosílabos.

Su edad es indefinida, su piel oscura casi no gasta arrugas y sus ojos enormes anuncian que debió ser una morena hermosa en su juventud. Su nombre: Margarita.

 

“Tiene tres hijas, solo la mayor llega cada domingo con su carga de bolsas y ropa limpia, las demás se perdieron en las calles de la vida.

A veces me acercaba para llevarle revistas que ella leía con lentitud, es autodidacta. Nunca fue a la escuela y según me contó, su vida fue muy triste.

Su madre y ella vivían en el norte de Argentina, en un pequeño pueblo casi perdido entre las montañas, la pobreza les gastaba la vida, criaban algunos animales y de los productos de la tierra se alimentaban.

Una turista  que paso por su pueblo, la compró, cuando ella tenía trece años, fue una mercancía, como una canasta de huevos o un atado de verdura. Su madre creyó que la elegante señora le daría a su hija una vida mejor que ese mundo oscuro  entre animales y tierra agreste. Margarita recordaba que la mujer la miró de arriba abajo, regateó el precio y le dijo a su madre: es muy flaca, me va a costar mucho engordarla para que tenga fuerzas para trabajar y le dio un rollito de dinero, nunca supo cuanto valía su pobre humanidad.

Limpió pisos, ventanales, aprendió a cocinar y  a conformar al señor de la casa, don López Carmona, cuando aparecía por las noches a quejarse del poco amor que su esposa le daba.

¿Qué sabía Margarita de sexo? Nada. Lo aprendió a sopapos.

Cuando su panza comenzó a crecer, solo recibió insultos y la calle fue su hogar, hasta que don López Carmona, arrepentido la llevó al burdel de una amiga.

En Madame Janet encontró la ternura que nunca había recibido, cuidó de ella y al nacer su hija, quedaron en  el burdel que fue su hogar por varios años.

Uno de los clientes se enamoró de ella y la llevó a su casa, se casaron y le dio su apellido a la niña.

La vida de Margarita cambió, por primera vez conoció la felicidad. Vivieron juntos casi veinte años, hasta que un accidente de trabajo lo arrancó de su lado. Solo le quedó la casa y  tres hijas.

Volvió a trabajar, limpiar, planchar y sonreír a las patronas con mal humor.

Pasaron los años, las hijas se casaron y dejaron la casa familiar. Solo la mayor, fue y es su compañía.

Hoy anciana, me cuenta que difícil fueron sus primeros años. Sonríe con tristeza y me dice: la sociedad desprecia a una mujer de la vida, pero no sabe cuánto dolor hay en cada una de ellas, Madame Janet fue mi salvación y de ella recibí la primera caricia de madre.

Mamá Margarita es real, como real es su historia.

 




24 comentarios:

Ainhoa dijo...

Me ha gustado mucho la historia. Ojala fuéramos mas compasivas y escucháramos más con el corazón. Un saludo.

Susana Moreno dijo...

Nunca se sabe lo que hay detrás de cada historia. Un beso

" R y k @ r d o " dijo...

.Una historia de vida muy seductora para leer
.
Mis mejores deseos...Feliz domingo.
.
Pensamientos poéticos y ensoñaciones
.

Rafael dijo...

Historias reales de la vida, que como muchas "vidas", llevan trabajo, sacrificio y lucha, para seguir "viviendo" un día más y no abandonar esta "civilización" tan hipócrita en la que estamos.
Un duro y cruel relato, pero con un hermoso mensaje de solidaridad.
Un abrazo.

Carmen Silza dijo...

Una historia para tomar consciencia, de lo que algunas personas tienen que hacer, no queriendo, la necesidad manda.
Un placer leerte. Feliz tarde de domingo. Un abrazo.

Campirela_ dijo...

Que triste historia nos has regalado, pero como dices real como la vida de muchas mujeres ha sido y sigue siendo cruel, por la falta de cariño y la hipocresía de la sociedad.
Te mando mi cariño y un fuerte abrazo.

Milena dijo...

Conmovedora historia... la vida es dura, sacrificada... aunque trae recompensas y sus momentos tiernos. Abrazo

Mª Jesús Muñoz dijo...

Tremenda historia, María Rosa...Cuántas Margaritas asi hay por el mundo, buscando un mejor porvenir, más comprensión y cariño. Ella sufrió muchísimo y en tus letras nos deja un halo de constancia y amor a la vida, a pesar de todo. Muy buena historia, que nos emociona, amiga.
Mi abrazo entrañable y feliz mes de febrero, María Rosa.

Meulen dijo...

Una historia que conmueve sin dudas, me dice tantas cosas y lecciones que podemos sacar de esta vida ...siendo creo la más triste la actitud de sus hijas , las que abandonaron a su madre , eso es lo más cruel según mi ver , porque si ella hizo y pasó lo que hubo de vivir fue por ellas.

Hay lecciones de vida que nunca uno debe olvidar o menospreciar.

Un abrazo.

Nocturno Náufrago dijo...

La vida, con su dureza, suele mostrar también un lado blando, es como un ardid para ayudar a continuar en vez de dejarse morir. Si se lo aprovecha con sabiduría se sale adelante, como en este caso.
Relato muy bien llevado.
Saludos.

J.P. Alexander dijo...

Uy que triste y bella historia. Te mando un beso y te deseo un feliz dia del amor y la amistad.

retazosmios dijo...

Una dura y conmovedora historia muy bien relatada como ya nos tienes acostumbrados. La sociedad a veces nos trata muy injustamente.
Un gran abrazo y buena semana.

José A. García dijo...

Margarita es real, como lo son todas las historias que se cuentan. Es sólo cuestión de saber entender las palabras.
Muy buen texto, María.

Saludos,
J.

Elda dijo...

Qué historia más bonita y que triste, una mitad de su vida trágica y sin amor. Al final, como tan maravillosamente cuentas se le arreglo.
Me ha encantado María Rosa, siempre es muy gustoso leerte.
Un abrazo y feliz día.

Sandra Figueroa dijo...

Una historia de la vida real. Todas tenemos una historia que contar. Saludos amiga.

Margarita HP dijo...

Qué dura puede ser la vida con algunas personas. Mamá Margarita es sin lugar a dudas una mujer forjada a base de dolor y desengaños. Me alegro que se enamorara y que viviera su propio hogar aunque ahora dos de sus hijas no la recuerden. Olé por la mayor.
Una historia conmovedora. Besos amiga mia :D

Ernesto. dijo...

Realidad sin duda amiga. Ya leyéndote va quedando claro el dato.

Y sí, cuánta realidad hay también en esta manifestación de ignorancia y necedad:

"la sociedad desprecia a una mujer de la vida, pero no sabe cuánto dolor hay en cada una de ellas".

Abrazo Mariarosa.

El Demiurgo de Hurlingham dijo...

Que raro eufemismo, mujer de la vida. ¿Acaso hay mujeres de la muerte?
Las pocas oportunidades que tuvo fue en lugares, circunstancias, inesperados.
¨Por lo menos, tuvo 20 años de tregua, en sus adversidades.
Un abrazo.

Somos Artesan@s de la Palabra dijo...

Qué hermosa y triste historia, me imagino las penurias de la pobre Margarita. Nombrste mi país y se me estremeció el alma. Está lleno de Margaritas todavía en las provincias.
Tarde pero seguro, sé que ya viste el posteo, pero te vengo a decir así, personalmente que te hemos hecho un regalo, es que no llegamos a repartirlos todos en el día de ayer.
https://somosartesanosdelapalabra.blogspot.com/2022/02/estamos-de-festejo.html

Luciano Andrés Valencia dijo...

Una triste realidad, un buen relato.

Ana Mª Ferrin dijo...

Qué sabe nadie de las distintas maneras de amar o ser amado.

Para la niña que cuentas y que nunca dejó de serlo aún peinando canas, las caricias de la madame y el emparejamiento con el cliente, tuvieron la magia de hacerla sentirse querida. Nadie tiene derecho a juzgar la vida ajena. Y si la historia es real, me alegro por ella.
Abrazo desde Barcelona.

Laura. M dijo...

Al fin esa niña ya mujer conoció la ternura de las caricias.
Que dura es la vida para algunos.
Buen viernes Mariarosa.
Un abrazo.

AMALIA dijo...

Una gran realidad.
Un relato lleno de ternura y emocionante.
Un beso.

Hada de las Rosas dijo...

Aqui yo de nuevo, jaja aparezco por todas partes, soy como Droopy!
buena historia, tierna y con final feliz. Si no feliz por lo menos encontro a alguien empatica que le tendio una mano, le brindo respeto, ternura y amor que es lo que toda persona necesita mas que nada en la vida.
Un besote.

La Gardenia.

  Nunca había tenido en mis manos una flor de Gardenia, ni imagine que esa simple flor me llevaría por caminos filosóficos en los que nunca ...