viernes

Historias de doña Juana.






Doña Juana era la planchadora del barrio, y sabía relatar como nadie, con sus ochenta y seis años a cuestas, mientras su mano manejaba la plancha sobre el mantel, con la delicadeza de una artista, comenzó a contar la historia, su voz tomaba un tono de misterio y yo que en ese entonces era una adolescente algo romanticona la escuchaba en silencio:
“Allí estaba, aquella que según el barrio se había suicidado por amor, la joven  que prefirió morir, si la alejaban del hombre amado. La miraba y no lograba creer lo que mis ojos veían. Bajé del subte y fui tras ella, la seguí por la escalera y se perdió entre el gentío, quedé parada como una tonta entre los  que me empujaba con su apuro y al fin, regresé a la estación.
¿Qué había sucedido,  años atrás  en la familia Almada?
La anciana formuló la pregunta, mirándome a los ojos, y yo no respondí, simplemente, quedé esperando que continuara la historia, ella cargó  el mantel y fue a dejarlo sobre la pila de ropa. Regresó con una sábana enorme.
La historia de Rosarito Almada —me dijo— me impactó desde la primera vez que la escuché. Niña rica, iba a misa diariamente, tomada del brazo de doña Ramona, su madre, que era una entusiasta Católica Apostólica y Romana.
Rosarito se enamoró de Felipe Kruger, hijo de un pastor protestante. Ella quince años y él diecisiete. Imagínate el alboroto en las familias, fue  un escándalo. Voces airadas se elevaban  entre católicos y protestantes,  cada uno consideraba al otro inferior y les resultaba  una vergüenza que esa relación se formalizara. Felipe fue enviado a Alemania por sus padres y Rosarito al encontrarse sola, buscó una salida a su tristeza: el suicidio.
Juana detuvo la plancha y me miró diciendo: Hoy día cada uno se casa, o se junta con quien quiere, pero en esos tiempos la vida era diferente, los padres mandaban y se fijaban en la tradición o la conveniencia, siguió con su trabajo y con el relato:
La familia Kruger  fue señalada por el vecindario como los culpables del suicidio de la joven, muchos le negaban el saludo y otros se retiraron de su templo.  La congregación a la que pertenecía el pastor lo trasladó  a Entre Ríos. Y misteriosamente los Almada se volatizaron sin dejar rastros. Los vecinos pronto se cansaron de repetir esa historia, de los jóvenes enamorados, así que buscaron otro tema y los fueron olvidando.
Y años después, encuentro a Rosarito viajando en subte, la vi bajar en la estación Lacroze, corrí tras ella, pero la perdí entre el gentío.  Llegué a preguntarme: ¿Será su espíritu o un fantasma? Y podía ser un fantasma, fíjate que se bajó en Lacroze, justo donde está el cementerio de Chacarita, el más grande de Buenos Aires. Me estremecí. ¡Lo iba a averiguar, no me iba quedar con la duda!
¿Dónde hallar a los Almada? –me pregunté.
Entre los viejos vecinos ninguno tenía la información.
Fue a guardar la sábana recién planchada y regresó con una camisa y la historia: recordé que mi sobrino trabajaba en el Registro Civil de la calle Uruguay, estaba segura que él los iba a encontrar.
Por suerte eran pocos los Almada en la ciudad y un solo Raúl Amancio Almada, medico; el padre de Rosarito. Con la dirección todo se hizo más fácil. Solicité un turno en el consultorio del  Dr. Almada y con mi cara de inocencia me presenté.
Sorpresa, alegría y abrazos. Quince años pasaron en minutos de conversación y con la mayor candidez y como al pasar, comenté el encuentro con Rosarito. El doctor Almada se puso pálido, tomó asiento y pasando su mano por la frente, me dijo que aquello había sido una de las tantas chifladuras de su mujer, que en paz descanse, quedé con la boca abierta por la sorpresa  y me limité a escuchar.
“Rosarito intentó quitarse la vida cortándose las venas, rápidamente la asistí y la llevé al hospital, mis colegas  la salvaron.  Para eso, ya todo el barrio se había enterado del suicidio, pero no sabían que el intento había fracasado. Mi mujer lo considero un pecado, una vergüenza. Para una católica como ella, el suicidio, era una mancha que no conseguiría borrar en su vida. La única forma era salir de la escena y que los feligreses de su comunidad y los vecinos olvidaran la historia. Entre gallos y media noche, nos fuimos del barrio. Cubrió un pecado con otro peor, la mentira. Ella era así, sólo le importaba el qué dirán. ¡Una perfecta tontera que yo acepté, porque en ese entonces, Ramona ya estaba bajo tratamiento psiquiátrico!
—¿Y qué fue de Rosarito? —Pregunté.
—Ella se casó  y  es muy feliz.
—¿Con quién? —Insistí curiosa.
—Con Kruger, Felipe Kruger ahora es Pastor y Rosarito lo acompaña a todos lados cuando debe dar charlas religiosas. Ella es feliz y yo también al verla disfrutar de la vida con el hombre que ama”. El Dios Católico y el Protestante es el mismo, lo demás son locura de las personas.
Salí del consultorio con una sonrisa, al menos aquellos jóvenes habían logrado unirse y ser felices.”

Doña Juana terminó de planchar la camisa y yo me quedé  pensando en la tontería humana, menos mal que los tiempos habían cambiado.


25 comentarios:

Elda dijo...

Preciosa historia, con final de lo más feliz.
Que cosas las de antes tan absurdas y tan dañinas para los jóvenes enamorados, y que pendiente la gente de lo que dirán, aunque creo que esto era cosa más de los pueblos pequeños donde todo el mundo se conocía.
Me ha encantado como lo has narrado, entremezclando la historia de doña y su quehacer, con la niña.
Siempre un placer la lectura de tus relatos María Rosa.
Un abrazo.

Marinela dijo...

Querida MªRosa: Tus cuentos distraen la mente del aburrimiento de tantos días metida en casa por las temperaturas de cuarenta grados que estamos padeciendo y el miedo al corona-virus que está rebrotando.
Deseo que estés bien y nos sigas deleitando con tus historias fantásticas que tanto me gustan, a mi y a todos tus seguidores.
Un fuerte abrazo virtual con toda mi admiración.

Ernesto. dijo...

Sí, menos mal que los tiempos habían cambiado.

Es lo que tiene la "enseñanza". Que una vez aprendida la lección, "cizaña", ésta desaparece de tu vida.

Abrazo Mariarosa.

PD: En relación al comentario que dejas en mi blog, he publicado allí una reflexión al mismo. Ignoro si te llegará. Y puesto que no tienes correo visible u otro medio de llegar hasta ti, te lo dejo a continuación.

Ernesto. dijo...

A Mariarosa.

El "que sabía mucho más que nosotros" llegó para enseñarnos. Y puesto que en nuestras vidas estaba mezclada la cizaña con el trigo, nos enseñó a distinguirla. ¡Y quitarla de nuestros campos (vidas)!

Pero una vez que la distingues, ya no permites que crezca, se desarrolle. Puede que brote puntualmente en algún momento... "Quién esté libre, tire la primera piedra." Pero no teniendo ya sentido su presencia, trascendida su relevancia como lección, de ahí su enseñanza, decae.

Comprendo perfectamente tus palabras y el sentido que les das, pero he querido resaltar algo que observo con cierta frecuencia en el ser humano...

Se sienten "buscadores" de la verdad, de la realidad, de la enseñanza de Aquél... Y es loable que así sea. Pero...

¿Cuándo van a dejar de ser "buscadores"? ¿Cuándo "encontrar"?

Creo que este último término no está claro en ellos. ¡Buscan, "quieren", como una forma de vida!

Son "buscadores"..., pero dudo que quieran ser, muchos de ellos, "encontradores".

En su fuero interno no creen que ello sea posible. O no que esté a su alcance. O no en esta vida...

Abrazo amiga. ¡Sé que sabes!

Rafael dijo...

Es bonito quedarse soñando en tus cuentos. Me recuerdan a los de diferentes autores de esas tierras entrañables y hermanas. ¡Felicidades!
Un abrazo y feliz fin de semana.

Susana dijo...

Me gustan los finales felices. Un beso

Rita dijo...

¡Menos mal que han cambiado los tiempos! Pero cuántos casos como este o parecidos de de haber repartidos por ahí. Me gustó mucho la lectura.
Un abrazo

Campirela_ dijo...

Que bonita historia y además de esas hay muchas y de verdad , los padres ya en el nacimiento prometían a sus hijas por enriquecerse y juntar tierras, otros por distintas ideologías no se podian cansar y tantas cosas más. .. Aquí al menos la mentira pudo hacer algo bueno y es que esos dos enamorados hoy fueran felices. Gracias preciosa me encantan tus historias . muakisss.

dijo...

La sociedad avanza, y menos mal, aunque siempre habrá excepciones.
Un saludo.

Margarita HP dijo...

Hola mi querida María Rosa, qué historia más bonita. Qué mas da la religión o ideología cuando el amor se impone. Suerte que lograran conciliar. Me imagino a esa planchadora maravillosa cuenta historias. Y hasta le pongo rostro, y olor... me recuerda mucho a alguien. Besos cariño :)

Rafael dijo...

Una historia que engancha...
Un abrazo.

Recomenzar dijo...

bonita tu entrada

Mª Jesús Muñoz dijo...

Qué bien has relatado la historia de boca de la dama planchadora, poco a poco, dándole el misterio y la importancia que tuvo en su momento. La hemos vivido con curiosidad, con empatía y mirando en perspectiva esas críticas, que tanto daño hacían al igual que la religión cuando se vive obsesivamente, María Rosa.
Mi felicitación por la destreza, el empeño y la entrega que le has puesto, amiga.
Mi abrazo y mi cariño.Feliz fin de semana.

Lady Blue dijo...

Hola María Rosa! Me gustan mucho estos relatos que compartes. Que bueno que los tiempos han cambiado, claro que en algunos lugares aún quedan los matrimonios arreglados. Lo encuentro terrible! Ojala se acaben algún día. Por ahora me alegro por estos dos enamorados que pudieron estar juntos como tanto deseaban. Te dejo un cariñoso abrazo!

J.P. Alexander dijo...

Buena historia el verdadero amor sobrepasa cualquier obstáculo. Te mando un beso

Sandra Figueroa dijo...

La historia de Doña Juana es muy bonita, una historia de amor como muchas hay solo que eran otros tiempos. Saludos amiga.

Maite-volarela dijo...

Una historia muy amena. Me ha gustado. Eres contadora de cuentos nata, igualita que tu planchadora...

Felicidades

Laura. M dijo...

Y tanto y para bien mariarosa. Que antes el orgullo era muy malo.
Buen historia
Buen lunes. Cuídate.
Un abrazo.

José A. García dijo...

¿IR a misa? Eso sí que es locura.

Saludos,

J.

Antorelo dijo...

Una buena historia relatada por una excelente narradora. Un abrazo

Joaquín Galán dijo...

No todas las historias de este tipo terminan bien,algunas sí,por suerte y si además está tan bien narrada como esta,mucho mejor.La introducción de una narradora ficticia le da más fuerza al relato y también sentido,ya que se trata de una historia del pasado.Gran acierto.
Un placer como siempre participar de tus relatos,Mariarosa.

Un abrazo

Meulen dijo...

Un relato de vida, que al final es importante que el suicidio no se haya realizado y que una vida se salvó, ahora cada quien sabrá responder ante Dios por como se suceden las cosas y al final es quien juzgará lo bien o mal que se ha obrado.

Estés muy bien.

Carlos Augusto Pereyra Martínez dijo...

El amor no tiene color ni religión. Qué trama bien urdida, Rosa. Un abrazo desde mi cubil colombiano. Carlos

El Demiurgo de Hurlingham dijo...

Que interesante giro argumental.
Fracasó en su intento de suicidio y tuvo éxito de ser feliz.
Me gusta.
Saludos.

Hada de las Rosas dijo...

Aqui yo de nuevo, jaja recorriendo y disfrutando de tu hermoso blog de cuentos, son interesantes, pero tambien me encantan tus rosas y tus divinos seis nietos 😍😍😍😍😍😍

Besos y buen fin de semana!

El cartonero.

                  Caminaba lento, empujando un carro de supermercado cargado con cartones, botellas y trapos. Cubierto en pleno enero,...