lunes

Un extraño hombrecito.








La casa de al lado había permanecido deshabitada durante años. 
Desde hacía algún tiempo se escuchaban ruidos,  sillas en movimiento, puertas que se cerraban y un  canto, que resultaba un siseo molesto.
No lograba concentrarme en mi trabajo; tal vez el exceso del mismo o mi sensibilidad ante las molestias sonoras, me alteraban.

Nuestro parque y el del vecino, estaban separados por una pared. Una tarde, fastidiada por la batahola musical, me asomé y pude ver a un hombre que limpiaba el jardín. Era pequeño, su cuerpo muy delgado se movía ágilmente, agitando de un lado a otro su gorro rojo. Sus orejas puntiagudas y la larga barba, producían aprensión, sin decir palabra me alejé antes de que me viera.
Le conté a mi esposo sobre el extraño personaje y no me creyó, entre burlas y miradas cargadas de picardía, se asomó por la medianera  y no vio nada. Solo desorden. Lo normal en una casa deshabitada.
Durante las semanas siguientes hubo silencio, olvidé al vecino y me dediqué a mi trabajo

Al mes, nuevamente regresaron los sonidos.
Me asomé,  el mismo hombrecito estaba recortando las ramas de un ciruelo con unas tijeras enormes, y como si utilizara escaleras invisibles, subía y bajaba por el aire con toda naturalidad. Me froté los ojos, no podía creer lo que veía, no llevaba alas ni soporte que lo mantuvieran en el aire, quedé paralizada, sin saber, si gritar o irme. Él, presintió mi mirada y con una sonrisa burlona, inclinó la cabeza en forma de saludo y siguió con su tarea. Escapé.
Inmediatamente llamé a la inmobiliaria que tenía a su cargo la renta y consulté:
—¿La casa de la calle Victoria 540 está alquilada?
La respuesta fue que no había inquilinos. Expliqué que alguien vivía allí y era muy molesto, respondieron: que  harían una visita.

Días después, un empleado de la inmobiliaria, controló la casa y amablemente me dijo:
—La vivienda está deshabitada.
No me conforme con la aclaración de la inmobiliaria y a la mañana siguiente me asomé por la pared y todo estaba igual, las sillas tiradas, las hojas sobre el césped y las plantas descuidadas. Menos los dos ciruelos y los naranjos, que tenían sus ramas armoniosamente recortadas. Volví a llamar a la inmobiliaria y le expliqué que alguien había podado  los árboles.

Regresó el mismo empleado, lo hice pasar, lo invité que viera los ciruelos y los cítricos podados y me diera una explicación.  Se asomó por la medianera… y  con ojitos de burla,  me dijo:
—Vine  para cerciórame, ya que estaba seguro de lo que acabo de ver…allí no hay, y  nunca hubo ciruelos, ni naranjos, es un parque, solo césped.
Intenté decir algo y fue imposible, él se fue, cruzó el garaje, abrió la puerta de calle y salió, giré la cabeza y allí estaban  los ciruelos, los naranjos y el pequeño hombrecito de gorro rojo, riéndose de mí.











20 comentarios:

Rafael dijo...

Divertido relato, gracias.
Un abrazo.

lanochedemedianoche dijo...

Qué lindo poder ver aquello que no todos pueden, siempre tus relatos son bellos, éste me pareció muy tierno.
Abrazo

Susana dijo...

Afortunada de poder ver la magia. Un beso.

Elda dijo...

Encantador cuento en un jardín encantado que solo la protagonista podía ver, y una pena porque no podía compartir con los demás, y encima la miraban con sorna.
Preciosa tu retorica para contar historias que siempre resultan de lo más entretenidas.
Un abrazo.

J.P. Alexander dijo...

Siempre es bueno cuidar los arboles y pobre hombre se topo con un duende . Muy buen relato te mando un beso

Carlos Augusto Pereyra Martínez dijo...

Por aquí, dirían que era un duende juguetón. Los hay que cambian objetos tan pesados de lugar como una nevera, una lavadora...o desordenan los closets de la ropa. UN abrazo. carlos

Rafael Humberto Lizarazo Goyeneche dijo...

Imaginación o realidad esos duendecillos siempre está en algún lugar, tú lo viste y viste el jardín aunque no te lo crean.

Un abrazo.

Margarita HP dijo...

¡Mira tu que juguetón ja ja! Me ha encantado María Rosa. Muchos besos cariño :D

Joaquín Galán dijo...

Tú fuiste la elegida para verlo,solo tú.Esos duendecillos existen,pero solo los que saben mirar con los ojos de la imaginación alcanzan a verlos.Me gustó.

Abrazos María Rosa

Mari-Pi-R dijo...

Ya ves tus ojos vieron lo que los otros no ven porque miran con buenos ojos todo lo que ven.
Bonito, un abrazo.

Recomenzar dijo...

Los cuentos de niños me fascinan me hacen soñar a oscuras de la vida

Navegante dijo...

El mundo real es para los que ven lo que los otros no ven. Felicidades.
Muy divertido, saludos.

El Demiurgo de Hurlingham dijo...

Una muestra de un curioso sentido del humor el hacerse visible sólo para la protagonista. Y disfrutar que nadie le crea.
Bien contado.
Un abrazo

Anónimo dijo...

Magnífico relato, un personaje que parece creado por la mente,..pero que en verdad existe... ¿Y quien si no ès tiene el placer de esconder nuestras llaves, nuestro encendedor y las facturas de servicios que vencen hoy...?? Saludos María Rosa.
Juan Angel Petta

Rafa Hernández dijo...

Los duendes tienen muy mala leche y siempre van jodiendo, ahora lo de lo árboles que no los vea nadie, ya es para hacérselo mirar uno, jajaja.

Besos.

Soñadora dijo...

Detalles especiales que solo algunos ojos privilegiados logran ver😊
Un abrazo!

Meulen dijo...

Si creo que las cosas grandiosas están para algunos dados a ver
o que tienen esa habilidad desarrollada...a veces he visto sombras o bultos por ahí
pero en ese plano no me quiero adentrar porque hay de todo...

Lo relevante es que él es un hortelano , que le gusta cuidar el jardín y sus plantas
y eso me encanta, pues como soy jardinera , espero que el día que ya no este uno de ellos siga cuidando mi jardín...

Me encantó tu historia.

José A. García dijo...

Nunca en bueno entrometerse con la vida de los vecinos.

Algunos reaccionan de maneras más que extrañas.

Saludos,

J.

el oso dijo...

A mí me parece que hombrecitos de gorro rojo andan siempre haciendo d elas suyas por mi entorno, tan despiolado soy.
Me encantó este ameno relato.
Besos

buhoevanescente dijo...

fantastico! gracias, saludosbuhos

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