La ruta
Panamericana se había convertido en un
gusano de colores, moviéndose sin apuro,
tal vez era el horario, o que la ciudad resultaba un mundo desconocido para él,
acostumbrado a la paz de su pueblo provinciano. Las señales le avisaron que la
próxima bajada era la calle Uruguay, tal cual su padre le había marcado en
el mapa, tomó la salida y dobló a la
izquierda, vio el nombre: Cementerio Parque. Entró y se quedó en el coche bajo la sombra de una
hilera de cipreses, el calor era un abrazo que lo ahogaba.
Notó
que había poca gente caminando por los
senderos.
Había
transcurrido apenas un mes desde el día en que su padre lo llamó a su celular, había
angustia en su voz consumida por el cáncer, le rogaba que viajara a la ciudad, que
era urgente y debía hablar con él. Y en esos treinta días, él viejo se había confesado; le quedaba poco
tiempo de vida y él, como hijo debía cumplir una misión. Su padre fue
desgranado la historia, asombrado, creyó que no era real, la angustia en la voz le confirmo que era la vida de su
padre y no pudo evitar la pregunta:
—¿Y
mamá nunca lo supo?
—Jamás
hablamos del tema, creo que lo presintió…
—¿Esa
mujer tenía hijos?
Su padre cerró los párpados intentando
contener las lágrimas.
—No
digas, esa mujer, está muerta y se llamaba Carolina, ni ella ni yo, a pesar de
lo mucho que nos amábamos, fuimos capaces de abandonar nuestras familias.
—Papá
me estás pidiendo una locura. ¿Y si me ven?
—Al
medio día hay muy poca visita, no te van a ver.
Durante
veinte años, su padre, había vivido con Carolina, un amor prohibido y ninguno de los dos,
enfrentó la situación por miedo de
perder a sus hijos, por no avergonzarlos. ¿Quién sabe por qué? Amor trampa, con
encuentros furtivos en un bar, donde aferrarse las manos y confesarse las
noches en vela o el encuentro secreto en
el departamento de algún amigo.
¿Cómo
negarle a su padre lo que le pedía? Una locura. ¿Y si lo descubrían?
Lo
había prometido y debía hacerlo.
Tomó el
ramo de flores, tanteó su bolsillo, allí estaba la navaja, y la bolsa de
plástico. Bajó del coche y fue recorriendo el camino, el sol le daba de frente
y lo cegaba, de la misma manera que el amor había cegado a su padre.
Las
parcelas estaban señaladas por letras y números, era un parque sin cruces ni
lápidas, sólo un mármol con un nombre. Encontró el lugar y gravado a cincel;
Carolina María Saborío. Era ella. Se arrodilló y observó a su alrededor, a unos
metros, una pareja se abrazaban sumidos tal vez en una oración, algo alejada,
una joven, de rodillas se agitaba en un
sollozo mudo. Levantó el césped con
cuidado y cavó un pozo, dejo caer las
cenizas y lo cubrió, acomodó la gramilla
y todo quedó en orden. Observó que ninguno de los visitantes, le prestaba
atención. Terminó su tarea y se puso de
pie. Se fue alejando, se contenía para no correr.
Locura
cumplida papá, tus cenizas descansan con ella en su tumba, ya estás para
siempre con tu amor, dijo en voz baja.
Algo lo empujaba a escapar, sería su miedo o los
fantasmas del lugar que lo consideraban un maldito intruso, un profanador del descanso
de los muertos. Entró al auto y no pudo contenerse más; lloró hasta
desahogar la angustia que le pesaba en
el pecho. No recordaba haber llorado tanto y comprendió que no era por la pena
de haber perdido a su viejo, era por la vida desgraciada que habían padecido su
padre, su madre y también Carolina.
Un amor
prohibido y tan fuerte que ni la muerte los lograba separar.
23 comentarios:
Querida amiga, tremenda historia. Impacta por su buen desarrollo pero de alguna manera porque seguramente muchos nos sentimos identificados aunque no hayamos vivido historias exactamente así; pero sí por la comprensión y por las decisiones que nos incumben a lo largo de la vida amorosa.
Un verdadero placer leerte.
Hasta la próxima.
A veces lo prohibido atrae mas
Grato leerte
Cariños
Olá, Maria Rosa.
Gostei muito desta bela narrativa, "Amor prohibido", que me prendeu até o seu final. Escolhi este trecho para destacar, bom como o conto no seu todo:
"Algo lo empujaba a escapar, sería su miedo o los fantasmas del lugar que lo consideraban un maldito intruso, un profanador del descanso de los muertos. Entró al auto y no pudo contenerse más; lloró hasta desahogar la angustia que le pesaba en el pecho."
Parabéns, querida amiga.
Um beijo.
Pedro
Los amores prohibidos son los que más pegan. Muy bella historia .
Una bellísima historia de amor que triunfa hasta el final aun habiendo sido secreta, y contada magistralmente como tú siempre lo haces. Me encanto esta frase: "el calor era un abrazo que lo ahogaba".
Un placer la lectura María Rosa.
Un abrazo.
Muy buen relato, y será condición del ser humano, pero todo lo prohibido en todos los aspectos en general nos atrae más y nos llama mucho más la atención, porque el morbo que conlleva tiene gran poder.
Besos.
Cumplió la voluntad de su padre y entendió lo que implicaba, entendió a su padre.
Bien contado
Es una preciosa historia de amor. Hay veces que por no hacer daño, uno no puede ser feliz, como le paso al padre. Besos
Un amor prohibido con un final casi feliz...hermosa historia...Gracias por compartir
Luz&Felicidad
Isaac
Amor omnia vincit. ¡Cuánta fuerza cobra el latinismo contigo!
Gracias por escribir este impresionante y alegórico relato. Es tan empatizante la forma que escribes...
¡SALUDOS!
Cuando el amor es real, fuerte y puro nada podrá separarlos jamás, ni la muerte, allí juntos vivirán su amor eterno, bella historia querida María Rosa.
Abrazo
Estos amores prohibidos son los fuertes de los que nunca se olvidan, como siempre bonito relato, un abrazo.
Un excelente relato con una gran historia de amor.
Impresionante.
Un abrazo,
Imagino al pobre chico cumpliendo la última voluntad de su padre,...
Muy conmovedor María Rosa, el amor a veces es tan fuerte, tan inmenso... Triste es la tarea de quien tiene que cumplir la última voluntad, pero se hace porque es como una misión.
Tus cuentos son maravillosos.
Un abrazo.
Las relaciones amorosas y familiares no son perfectas. Seres humanos al fin. Un relato duro. Un abrazo desde esta estima. Carlos
Como siempre, magnífica narración, absolutamente creíble. Elegante y poética.
Milbesos.
Un relato con tanta fuerza como el amor de sus protagonistas.Enhorabuena Mª Rosa.
Un abrazo
PD. He abierto un blog de Relatos. Te invito a visitarlo cuando puedas,me gustaría contar con tu opinión de narradora ya experta.
https://relatosycuentosjg.blogspot.com.es/
Algunas cosas nunca cambian. En el amor siempre está el miedo, y en el miedo siempre hay amor.
Saludos,
J.
Una historia muy narrada Mariarosa... Con esos finales tan tuyos!
Me llama la atención la palabra "desgraciada"... No tengo tan claro que si el amor que los unió, y "seguía", era de tal fuerza e intensidad, pudiese merecer esa calificación...
Son las cosas de la vida, que menos una línea recta son cualquier cosa.
Fuerte abrazo.
...muy bien narrada... :)))))
...que menos que una línea...
Fallos del sistema :)))))
Al fin el amor es el que triunfa...primero en los amantes
y luego en el hijo que comprende al fin
lo que pesa por igual el amar...
un gran relato...
Impactante historia! Y lograron estar juntos aún ahí.
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