viernes

Recuerdos enmarañados.











Compré por pocos pesos  un antiguo baúl cargado de libros, pensando encontrar en ellos alguna  edición interesante, los fui hojeando uno a uno. En una enciclopedia española del siglo XIX, hallé una carta amarillenta, no  llevaba encabezado,destinatario, ni firma, sólo una fecha; Junio de 1899. Me pareció un hallazgo, una historia misteriosa y casi increíble, la transcribo tal cual la encontré, sin agregar ni quitar palabra.

“A veces creo que la memoria es un hilo que si lo mantengo tenso deja correr por el mis recuerdos. Otras veces,  ellos se pierden sin hallar su lugar. La historia que viví y quiero relatar se disipa por momentos y no sé en qué camino o desde que maraña del pensamiento intenta llegar a mí.

Yo era  pescador en un pueblo costero al sur de Tierra del Fuego.
El faro de la historia que me obsesiona fue construido en un recodo de esa isla. Dicen  que una tormenta, lo había destruido. Sólo quedaron  ruinas y una historia difícil de creer.  

Una noche en que varias lanchas salieron a pescar, el grumete de un barco del que no ha quedado su nombre, divisó nuevamente el faro. Allí estaba. Surgiendo desde no se qué mundo, la visión duró menos de una hora, muchos la vimos. De pronto desapareció y  volvió ser una costa brava y desnuda.
El comentario de lo sucedido rodó por  las casas, bares y prostíbulos de la isla. Algunos no lo creyeron. Era imposible que un faro destruido ochenta y tantos  años atrás, apareciera de la nada, iluminando el horizonte y luego se esfumara ante los ojos azorados de los pescadores.

— ¡Que me cuelguen! Es imposible —dijo mi padre— ¿estabas sobrio?
La pregunta me fastidió, en especial que mi propio padre retomara mi problema con el alcohol, era tema del pasado que yo quería olvidar.
    —No fui sólo yo, en las otras embarcaciones también lo vieron.
    —¡Pescadores supersticiosos!—. Exclamó,  y se alejó moviendo la cabeza.
Semanas después,  todo fue olvidado. Nadie hablaba del tema, creo que se  encerraban  en la  ignorancia;  motivada el miedo.
Yo no lo olvidé. Algo que no lograba explicar,  me llevaba a  investigar  sobre las antiguas tradiciones de la isla.  Los más viejos recordaban relatos de su niñez. Hablaban de aparecidos y fantasmas  relacionados con el faro, leyendas cubiertas  con un manto de silencio.
Alguien me habló de la mujer más vieja de la isla, doña Encarnación.  
Tenía noventa y nueve años. Su memoria le jugaba malas pasadas, pero evocaba  con detalles la historia del faro.
Su casa estaba en las afueras del pueblo y fui a verla.
Sin preguntar ni mi nombre me hizo entrar, parecía saber a qué iba.
— ¿Así que estás averiguando los misterios del faro?
Me sorprendí.
— ¿Cómo lo sabe?
—Tengo amigos que me cuentan todo lo que pasa en el caserío.
Me extrañó su respuesta. Me habían dicho que era  una mujer solitaria y sin amigos. Los vecinos se alejaban de ella, en realidad, no la querían.
El interior de la casa era muy humilde, apenas dos sillas y una mesa, a un costado una cocina a leña y una pava negra de hollín. Me invitó a sentarme.
—El faro desapareció hace muchos años —le dije—  pero hace algunas semanas salimos de pesca y lo vimos.
—No me extraña —al decirlo me miró fijo—. ¿Y qué pensaste al verlo?
—No sé. Lo vi y desde entonces no puedo dormir, recordarlo me estremece, me da miedo.
—Haces bien en tenerle miedo —mientras hablaba sus manos huesudas apoyadas sobre la mesa, doblaban un pañuelo—. Mi esposo murió en ese faro. Él  había dicho que algo secreto  lo habitaba. Todos sus amigos se rieron de él, los malditos habitantes del pueblo se burlaron por meses diciendo que era un embaucador, quiso demostrar que no mentía y una noche de luna llena fue al faro: nunca regresó.
Hizo silencio, ante el recuerdo su mirada cambió, se volvió dura, cargada odio.  Quedó en silencio unos minutos y luego prosiguió:
—Nada se supo de él, hasta llegaron a decir que se había ido del pueblo con otra mujer. Yo sabía que era  mentira. Él lo había dicho, en el faro habítaban fuerzas oscuras.
Repetí como un eco:
— ¿Fuerzas oscuras?
—Sí, vampiros.
Creí que la anciana deliraba. Hice un  gesto inconsciente, que  puso en evidencia mis pensamientos, ya que en seguida dijo:
—No pienses que estoy loca muchacho, es  verdad, ellos me lo dijeron. Existen mundos desconocidos para los mortales, no te burles.
—No me burlo. Simplemente me sorprendo. Usted dice que ellos se lo dijeron ¿Quiénes son ellos?
—Los guardianes del faro.
A esta altura estaba seguro que la anciana no estaba en su sano juicio. Me puse de pie con intención de irme.
—No te vayas todavía, ellos me confiaron algo: el faro perteneció siempre a los vampiros. Luego de su destrucción, los guardianes protegen el lugar, cada tantos años, la visión regresa, siempre en luna llena, hasta que sus antiguos dueños y los guardianes  luchen en una batalla final.
Salí de la casa con una extraña sensación, mezcla de miedo y descreimiento.
La noche en que los pescadores  vimos la visión y cuando murió el esposo de Encarnación, había luna llena, una secreta curiosidad, me decía que fuera al faro en la próxima luna.

Cada luna llena regresaba a la playa, mi espera no fue en vano, el faro apareció y me dirigí a el.
Cargaba una mochila con  herramientas, entre ellas un arma y una linterna.
Sabía que el encantamiento duraba un tiempo, no sabía cuánto. Debía apurarme. No sabía que iba a buscar, pero una fuerza interior me empujaba al faro. La puerta estaba entreabierta. Subí  los peldaños. Doscientos cincuenta escalones me dejaron sin aire.
El gran foco estaba apagado. Caminé por el balcón que lo bordeaba, todo era silencio.  El mar lucia como una seda gris bajo la luz lunar. Un ruido me sobresaltó. Alguien subía la escalera. Me puse en guardia, la 22 en mi mano me daba seguridad.
— ¿Quién anda ahí? —pregunté temblando.
Dos hombres desconocidos aparecieron.  Sus ojos centellaban. No hablaban.  Los amenacé con mi arma. Rieron.
Uno de ellos me arrojó una cadena que traía en la mano. La esquivé.  Retrocedí.  Avanzaban mudos.  Me latían las sienes y el arma resbalaba en mis manos por la transpiración y el temblor.
— ¿Quienes son?
No respondían.
—No quiero disparar váyanse —seguían avanzando— ¡Voy a disparar!
Apreté el gatillo, el sonido  resonaba en mi cabeza. Las balas penetraban en sus cuerpos y ni una gota de sangre brotaba de las heridas.
Sus risotadas sonaban  como un eco.
Mis piernas parecían de cartón, me costaba moverme y ellos no hablaban, sólo reían.
El pánico nublaba mi vista, me sentía tan mal que no lograba moverme. Mi cabeza era un batallar de pensamientos y preguntas. ¿Quiénes eran esos tipos y por qué me había metido en semejante problema?
—Eres muy curioso pescador —una voz a mis espaldas me hizo volver la cabeza. Una  hermosa mujer morena, vestida enteramente de negro me  miraba con burla.
Quedé entre ella y los hombres.
—¿Quiénes son ustedes?
—Los dueños del faro —respondió ella
Se acercó. Su piel era blanca, transparente. El sólo mirarla me había paralizado.
Uno de los hombres me agarró por atrás sujetando mis brazos, me debatía  sin lograr soltarme. La mujer observaba el cielo, se movía inquieta, al fin pareció decidirse y bajó las escaleras.
A lo lejos un rayo iluminó el cielo, inmediatamente el trueno sonó con furia. Los rayos se multiplicaron, la noche parecía estar iluminada por destellos de colores. Algo que no entendí los inquietó, me empujaron a la escalera. Bajé tambaleando con uno de ellos a mi espalda y otro delante.
Un ruido muy fuerte pareció mover las paredes, se miraron y bajaron rápidamente olvidándose de mí. Los truenos aturdían. El piso se abrió. Los escalones desaparecieron y me vi impulsado por una fuerza superior que me llevaba a través de las paredes. Lo último que vieron mis ojos fueron las llamas, cayendo del cielo.  Espadas rojas que salían de distintos ángulos  y caían en un mismo punto: el faro.
Debo de haber perdido el conocimiento, al abrir los ojos, el fuego había arrasado  con todo, la tierra estaba humeante sin rastros de lo que allí había  sucedido. La furia dio paso una calma celestial, bajo una luna de seda.
Ni un miserable ladrillo, daba testimonio del  faro.

No puedo seguir escribiendo. Me diluyo, mi esencia se pierde, no tengo más fuerzas. Se me ha dado este tiempo de gracia con una misión, dejar testimonio de lo sucedido aquella noche. Las fuerzas del bien y el mal, libraron una batalla. Una más, nadie dude que sus ejércitos están entre nosotros y la lucha sigue.”







25 comentarios:

Elda dijo...

Ah me ha encantado!. Es que soy muy novelera y todos estos temas misteriosos y fantásticos me gustan mucho, y más si está escrito con esa pluma clara y ligera donde no hay atascos para pensar que hay detrás del tema expuesto, con lo cual lo disfruto el doble.
La imagen muy acorde...
Un placer la lectura mariarosa.
Un abrazo.

Rafael dijo...

Interesante relato.
Un abrazo.

carmen estany dijo...

Hola Mariarosa.Muy buen relato.Del principio a fin te tiene enganchada.Me gusta mucho como escribes.
Un fuerte abrazo

Mª Jesús Muñoz dijo...

María Rosa, cuando he leído lo del faro, he creído recordar otra historia muy parecida, que ya nos has mostrado...Pero, esta es más completa, más detallada y misteriosa, si cabe...Realmente otros mundos están cerca de nosotros y tratan de influirnos, el bien y el mal siempre están en pugna...Mi felicitación por tu maestría en el manejo del misterio y la trama de la historia.
Mi abrazo y feliz finde, amiga.

Luján Fraix dijo...

Un vez vi una película sobre un faro, realmente escalofriante. Es que lo faros inspiran historias de suspenso, de intriga... porque se los ve a lo lejos tan solitarios. Realmente atrapante tu relato como siempre María Rosa. Se nota que te gusta este género para escribir, tienes mucha imaginación.

Besos amiga

Mi nombre es Mucha dijo...

Querida que lindo escribis !!!!!!

Tu imaginación
no tiene límites
Te mando un abrazo lleno de luz

Margarita HP dijo...

¡¡Uf María Rosa!! Enganchadita desde el principio hasta el final, es una maravilla, que barbaridad. Qué bien escribes, como enganchas. ¡¡Genial!!
Muchos besos :D

Susana dijo...

Qué impresionante. Muy bien escrito. Un beso.

Mirella S. dijo...

Siempre me gustaron los relatos donde lo sobrenatural se mete en el mundo de los humanos.
En muchos de tus textos aprece ese matiz fantástico, que sabés manejar muy bien.
Me encantó, Mariarosa.
Besos.

Navegante dijo...

Me encantan tus relatos, y éste particularmente por el hecho de estar ubicado en la zona que más amo de nuestro país, la Patagonia. Y me ha resultado excelente, llevadero, con buen comienzo y final, todo redondo.
Saludos.

lanochedemedianoche dijo...

Vaya, que relato mas interesante y de aventura, realmente sabes hacer tus narraciones, cuentos y relato de manera impresionante.
Abrazo

Carlos Augusto Pereyra Martínez dijo...

El faro entra en tus historias misteriosas, de un gótico renovado, que nada tiene que envidiarle a maestros que han trabajo el suspenso. Un abrazo. carlos

José A. García dijo...

Si Lovecraft viviera y leyera éstas líneas estaría más que encantado con la trama, sin dudas.

Saludos,

J.

Mari-Pi-R dijo...

He pasado un buen rato de lectura, siempre hay ingenio en tus escritos y por supuesto tan bien relatados.
Un abrazo.

MaRía dijo...

Maravilloso relato

en tu línea de suspense y aún así siempre, siempre me sorprendes

felicidades por hacerlo

la verdad me voy con un pequeño escalofrío .. ains es que leer a la noche relatos fantásticos me invita a soñar y...

Un abrazo muy cálido

volveré , a dejarte un link de una pelicula rodada en estas tierras basada en una historia de faros y fantasmas ( o no )

Pedro Luso de Carvalho dijo...

Olá Maria Rosa.
Sem dúvida, a tua descoberta foi muito interessante. É mesmo uma bela história
Parabéns.
Um abraço e boa semana.
Pedro

Bertha dijo...

Un interesante testimonio en esa carta donde se desvela el misterio del faro.

Un relato lleno de mucho suspense...

¡Una maravilla !

Feliz semana MªRosa.

Franziska dijo...

Tremendo relato. He pasado miedo. Eres increible imaginmando historias de terror. Ya sabes que te admiro. Un saludo muy coridal y afectuoso. Franziska

El Gaucho Santillán dijo...

Me recordó a HP Lovecraft. Muy interesante.

Abrazo.

María Socorro Luis dijo...

Siempre, siempre, dichosa de leerte, aunque no deje mi huella.

Besosmil

José Manuel dijo...

como siempre tus relatos no dejan indiferente, tema y desenlace de un maestro del suspense.

Feliz día
Un abrazo

Ernesto. dijo...

Un relato interesante, e inquietante, de tu estilo siempre. Creas esa trama que mantiene el misterio hasta el final sin que se pueda predecir éste!

"...todo fue olvidado. Nadie hablaba del tema, creo que se encerraban en la ignorancia..."

Me permito destacar estas palabras, Mariarosa, y señalarte que he respondido a tu comentario en mi blog.

Fuerte abrazo.

Ana Mª Ferrin dijo...


Un sueño, un relato intenso y agotador. Para abrir los ojos y dejar que la imaginación lo continúe...

AdolfO ReltiH dijo...

UFFFFF TREMENDO RELATO, MISTERIOSO!!!!
ABRAZOS

Meulen dijo...

Me encntan estas historias llenas de mitos ...explicaciones que elaboran la gente del campo o los que viven orillas d ela costa
supe de muchos relatos así cuando viví por mi trabajo en la zona rural costera d emi país...mas que de escribirlos que¿uizás por ahí los he aflorado en versos
como sea esta historia es como la comprensión del eterno dilema del hombre
de su búsqueda permanente y su batalal entre el bien y el mal...
quien busca desentrañar los misterios d ela vida , seguro debe ir entre esas dos aguas
e´l hombre quiere llegar a un sitio que desconoce y no sabe que esperar, como todas las caminatas que uno azora en su destino
y al llegar se encuentra con algo inesperado, no sabe que aguas tomar ...como si los otros
fueran los que deben decidir por uno...
al fin me queda eso, qué camino tomar?

gracias.

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