Pintura de Quinquela Martín, imagen del barrio de La Boca.
Desde
cada ángulo de su oficina surgían voces
con historias de crímenes y dramas,
flotaban en el aire, se olían en
sus paredes. Durante treinta años el
viento barrió la ciudad, la fue cambiando y él, siempre a cargo de la página de policiales. Vidas de
tinta y papel, a las que él les dejó su
impronta, y ahora, listo para jubilarse todo su archivo, los muebles, el
escritorio y hasta su desvencijada silla, iban a quedar en manos de Andreoli,
Lucas Andreoli, si hasta tiene nombre de mafioso, dijo en voz baja.
Como
respondiendo a su nombre apareció Lucas. Alto, delgado, con una calva
insipiente y vestido con la elegancia de un vendedor de joyería fina, era la antítesis de
Marafioti.
—Vamos
a almorzar viejo, yo invito —dijo Andreoli en forma de saludo.
—¿Qué
te pasa, acertaste la quínela?
—No,
la tercera de Palermo, agarré una fija que me dio el gordo Núñez.
Entraron
a la cantina saludando a varios compañeros del diario que se hallaban
almorzando, el aroma a fritura y pizas
deambulaba entre las voces y el ruido de los cubiertos. Eligieron una mesa alejada.
Mientras
esperaban, Andreoli preguntó:
—¿Cuál
fue el primer caso policial que cubriste?
—El
caso del panadero Martínez, lo catalogaron
de robo y muerte, pero nunca hallaron al
culpable, fue un caso que no olvidé.
—¿Qué
te impacto tanto?
—Es
que yo tuve mis sospechas, pero como era
un novato nadie me dio bola. El tipo aparece muerto en su negocio. Le habían pegado dos tiros justo en la nuca. El arma había sido una 22,
nunca la encontraron.
—¿Y
vos que sospechaste?
—A
mi me resultó poco creíble el tema del robo, según dijo la viuda habían robado mucho dinero, a mi me extrañó,
si recién abrían. Aparte en el barrio de
la Boca, siempre hay movimiento de gente, nadie vio nada. Nosotros llegamos a
las nueve y dijeron que sucedió una hora antes, pero claro, quién me iba a dar
bola. Me impresionó el ambiente, el
personal en un rincón, eran tres; una
vendedora y dos pasteleros, miraban recelosos para todos lados, no abrían la boca.
Luego apareció la esposa, ni una lágrima, ni un gesto de desesperación, al
menos para disimular. La viuda era joven,
el finado le había dejado varias casas y
la mejor panadería del barrio. Era bonita, pero algo en ella no me gustaba, tal
vez sus ojos escurridizos o su gesto hosco, no recuerdo haberla visto sonreír. Ese
crimen me quedó entre ceja y ceja, estaba seguro que no había sido un robo. Cada tanto visitaba la
panadería, iba a comprar algo y hablaba con la viuda, mi olfato me aseguraba
que allí había algo raro, pero no lo descubría.
Investigué tanto la vida de Martínez,
sus amigos, sus hermanos, sus costumbres, que casi lo consideraba un tipo conocido.
—¿Y
de tanto investigar no encontraste nada
sospechoso?
—Nada
importante, simples conjeturas, corazonadas, siempre caía
en dudar de la viuda.
—¿No
lo tiraste en el diario, al menos para revolver el avispero?
—No
me dejaron.
—¿Y
la viuda, no se volvió a casar? tal vez por ahí encontraras un poco de luz, un
enamorado convertido en asesino por amor —Lucas dijo esto último poniendo voz
de actor dramático.
—Nada.
Resultó ser una viuda impecable, hasta que por pura casualidad encontré lo que
creo fue el motivo del crimen, pero no
tenía pruebas…
—¿Qué
descubriste?
—Después
del crimen, entró a trabajar en la panadería una nueva empleada, eso no tenía nada de raro, sólo que como yo seguí con mi
costumbre de pasar por el local; en una
de esas visitas, me llevé una sorpresa. Un atardecer de julio, llovía como si las nubes se derritieran todas juntas
sobre la ciudad, un día de mierda, el frío calaba hasta los huesos. Entré.
Habían modernizado el local y agregado una cafetería, pedí un café, la nueva empleada estaba en la
caja, la viuda no estaba y la chica que me atendió, era muy locuaz y al pedirle
otro café, me dijo por lo bajo:
—Que
día tan feo y hoy debo trabajar hasta las diez de la noche, menos mal que la
dueña hoy no está, así la cajera me lleva hasta mi casa.
—¿La
dueña es celosa? —Pregunté con picardía.
—¿Y
qué le parece? las trolas son peores que los tipos.
Quedé
mudo.
A
partir de ese día me dediqué a investigar a la cajera. Había sido policía. La
habían retirado de la fuerza por
violenta y por un dudoso caso de gatillo
fácil. Pero hasta ahí llegué, no pude descubrir nada más, su presencia en la
panadería fue posterior al crimen.
Marafioti
dejo de hablar y pidió más vino. La comida de Lucas estaba helada, escuchaba a su compañero, como en misa.
—Muchos años después vendieron el local y la viuda y
su cajera se fueron juntas al sur, allí
les perdí la pista. Hace poco volví a pasar por la panadería y vi que la estaban
tirando abajo. Miré con nostalgia cada
pared que se estrellaba contra el piso. Sueños y vida de un hombre convertido
en escombros y pensé; pobre tipo el panadero, tanto sacrificio para un final
tan cruel. Me acerqué a conversar con los albañiles, me dijeron que iban a
levantar una sucursal del Banco Río y yo les conté la historia, ninguno la
conocía, me hizo bien, fue como cerrar
el caso. Marafioti levanto su copa y exclamó:
—Brindo
por mi jubilación y por el panadero Martínez.
—Salud
—respondió Andreoli.
—Sabes
Lucas, está historia no terminó todavía.
—¿Qué
querés decir?
—Días
después de aquella charla con los albañiles, me llaman al diario, era uno de ellos, habían
encontrado, amurada en una de las
paredes de la cocina; una Bersa 22.
—¿Y
qué paso?
—Les
dije que hicieran la denuncia y escuché que van a abrir el caso, parece que en un primer análisis las
balas que mataron al panadero y las del arma encontrada son iguales, así que de
ahora en más, el caso es tuyo, ya sabes por dónde comenzar…
Tercera de Palermo:
carrera de caballos.
Fija:
dato para las carreras.
Caminito- La Boca.
22 comentarios:
Hola María Rosa ! maravillosa ambientación has logrado.Un tema difícil, un mundo desconocido para nosotros, creo ...
IMPECABLE este relato, como siempre y con un final abierto como para uno siga comiéndose las uñas.
¡APLAUSOS !
Te dejo el homenaje de mi admiración y un ramillete de besos intrigados.
¡Feliz semana !
Me encanta esta intriga y al final esa duda...-Conseguirá el nuevo inspector resolver el caso del panadero Martinez.
Un abrazo me ha encantado.
¡Que buen relato!
.. entre puntos suspensivos me quedo intrigada
pd/ gracias por las notas a pie del texto
Un abrazo y muy buena semana ¡¡
María Rosa, has conseguido meternos en ese mundo policial de sospechas,tramas y asesinatos...Hemos visto a la joven dueña de la panadería, a la cajera y al ambiente extraño, que el policía intuye...Ahora le ha dejado un buen "pastel" a su amigo, que debe resolver el caso.
Mi felicitación y mi abrazo inmenso por tus buenas historias y tu cercanía.
M.Jesús
Como siempre una maravilla. Tus ausencias se notan. Mi admiración desde tu otra casa.
Cito
"-¿La dueña es celosa?-pregunté con picardía"-
La respuesta es afirmativa. La dueña es celosa de que la cajera sienta atracción por la empleada de la cafetería anexa. Y el hecho de que vivan juntas parece confirmar que son pareja.
La cajera fue policia, despedida por violenta. Es posible que haya sido la asesina, que conociera de antes a la viuda, cuando todavia estaba casada. El dueño de la panadería tal vez se haya enterado y reaccionó mal. O tal vez la ex policía quería deshacerse de un rival.
La demolición de la panadería puede ser una venganza extra, la de matar el sueño, luego de haber matado al soñador.
Y lo del arma puede ser un desafío para quienes la despidieron.
Y pudo haberle hecho una insinuación a la empleada, para que se lo contara al periodista. Una pista para ver si lo descubre.
Que bueno¡ Hace tiempo no leía un relato en el mejor estilo policíaco. Me quito el sombrero. UN abrazo. Carlos
Me encantó el uso del lenguaje coloquial, adecuado para los personajes y el ambiente donde se mueven.
La trama muy bien armada, con suspenso y el interés no decae en ningún momento.
Habrá que ver si el nuevo periodista, ya teneiendo todos los antecedentes, logra que reabran el caso.
Muy buen trabajo, Mariarosa.
Besos.
Me ha sabido a poco el relato. ¿Qué bien lo has contado! Enhorabuena. Un abrazo
Estupendo, María Rosa! Incluso podría ser el comienzo de una narración más larga, no cree? Ha puesto ingredientes suficientes.
Feliz tarde
Bisous
Muy buen relato, como siempre. Un caso de archivo que Andreoli, seguramente resolverá...
Abrazo
La violencia siempre a la orden del día en una sociedad cada vez más corroída por ella.
Suerte
J.
Muy buena historia policial y muy bien escrita. Un buen profesional no se va nunca dejando cosas pendientes, aunque se lo deje a un sustituto.
Feliz fin de semana.
Un abrazo.
Me ha encantado María Rosa, además, en mi opinión deja una puerta abierta a varias continuaciones. Un fuerte abrazo y buen fin de semana. @Pepe_Lasala
Menuda tarea le espera a Lucas, pero el caso vale la pena, la historia está muy interesante.
Bonitas imágenes,
Un abrazo.
EXCELENTE, SIEMPRE EXCELENTE!!!!!!!!!
ABRAZOS
Ingenioso relato de un historia policial, plena de intrigas, y con un final a resolver. De lo que si estoy seguro, es que el periodista Marafioti, al igual que el director de orquesta Domingo Marafioti, aún después de jubilado, conserva la batuta en sus manos....Muy entretenido...Besos. JUAN ANGEL PETTA
Una historia muy bien expresada y que cautiva.
Abrazos
arrabalero a morir , me encantó María
el barrio lo reflejas genial
abrazos y feliz fin de semana
Ese final causa gran intriga.
Hermosa foto de la Boca.
Con la cuidad narración de siempre hoy más extensa.
Interesante historia de intriga. Muy bien construida. Como apuntan algunos, esperamos una continuación de la misma.
Bueno, esto último es un decir, calidad tienes para escribir de cualquier cosa siempre.
Un abrazo, Mariarosa.
jopeme he quedadocongans de que agrraran a la viuda jajajajaja y le asiganran el caso esto de las lesvianas me dejo a cuadros oye muybien , muy bueno María me sigues atrapando amiga divino cuando pueda vengo por aqui me encantó !!! un abrazo desde mi brillo del mar
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