lunes

Otra mirada.




Volvió a mirarse en el espejo, su cara era la misma, sólo que su mirada se veía diferente. Bah… son pavadas mías, se dijo.
Repasó mentalmente cada minuto, cada paso que había dado desde que salió del Hipódromo de San Isidro, pensó si no le convenía ir a la policía y hacer la denuncia, pero quién iba a creer que no estaba involucrado, si a él mismo, lo sucedido le resultaba una novela incomprensible.

“Salió del hipódromo,  apretando los dientes  y arrojando los boletos en la calle. La fija que iba a ser su salvación  lo hundió en la amargura, había dejado en ventanilla el dinero que tenía para llegar a fin de mes. Se detuvo en la Av.  Centenario y esperó el cambio de semáforo.
Desde un coche tocaron bocina y gritaron su nombre: ¡Fabián!
Reconoció a Tomás y se acercó. Subió. Al cambio de luz,  Tomás arrancó chirriando las ruedas, orgulloso de la potencia de su coche.
—¿Este chiche es tuyo? —Preguntó sin poder creer que ese modelo importado le perteneciera. Tomas respondió con un gesto afirmativo, sin dejar de mirar la calle.
— ¿Te gusta?
—Claro que me gusta —dijo Fabián—  parece que te va muy bien, la última vez que nos encontramos andabas con problemas económicos, sin laburo y ahora te encuentro con semejante auto…
Tomas salió de la avenida y tomó una calle con mejorado, rodeada de pinos y eucaliptus.
—Esta calle es especial para hacer carreras—dijo— nadie circula por ella, ahora vas a ver la potencia de esta joya.
Aceleró, Fabián creyó que volaban, se abrochó el cinturón de seguridad. La cara de Tomás era dura, no quitaba los ojos de la ruta, por momentos sonreía y volvía a preguntar;
—¿Te gusta mi chiche?
Desvió la mirada hacia Fabián y, en ese instante de distracción, no vio el caballo que tranquilamente avanzaba cruzando  la calle, la frenada fue inútil y al desviar,  el golpe contra un árbol  inevitable. Cuando Fabián abrió los ojos, se encontró rodeado de humo y una densa polvareda; habían caído en la cuneta, se soltó del cinturón e intentó abrir la puerta, fue imposible y salió por la ventanilla, el olor a nafta se mezclaba con el del agua estancada en que habían caído, la frente le sangraba y le dolía el brazo. Tomas había atravesado la loneta delantera y su cuerpo desarticulado, caído sobre un arbusto, parecía un maniquí roto. Quiso hacerlo reaccionar y fue imposible, no tenía pulso. Estaba muerto, no lograba entender qué había sucedido. Cómo puede cortarse una vida en un instante, susurro. Temblaba, el miedo se le hizo sudor y lo cubrió por entero, todo a su alrededor daba vueltas.
 —¿Y ahora qué hago?  —dijo en voz alta.
Pensó en llamar al 911. Buscó el celular de su amigo. No lo llevaba, fue hasta el coche y  desde la ventanilla, abrió la guantera, no sólo estaba el móvil allí, varios paquetes de dinero se apilaban unos sobre otros. Tembló. Demasiado dinero. ¿Cómo explicar a la policía, la muerte de Tomas, tanto dinero y él con un simple golpe en la frente? Lo mejor era salir de allí, lo más rápido posible.
Corrió por entre la arboleda, corrió tanto que al llegar a la ruta las piernas le temblaban. El estómago se le contraía en un impulso que no lograba contener… El sudor corría por su espalda como un río helado.
Ya en la ruta vio venir un micro, no sabía dónde iba,  pero subió igual”.

Golpearon la puerta de su pieza.
—¡Fabián!
Era la voz ronca de la dueña de la pensión, la paraguaya estaba enojada. No le abrió. Preguntó:
—¿Qué necesita doña Ofelia?
—Hablar con vos, me debés tres meses, o pagás o dejás la pieza.
—Después voy doña Ofelia y arreglamos…
Escuchó el chancleteo que se alejaba por el pasillo.
Abrió el cierre de su campera y el del bolsillo interior y  separó una cantidad  para doña Ofelia; le pagaría dos meses, no quería levantar sospechas. Envolvió los demás paquetes en papel de diario y los  colocó dentro de una caja de  zapatos,  guardó todo en el ropero y lo cerró con llave.  Se miró nuevamente en la luna del espejo, era el mismo, sí, pero algo había cambiado en su mirada.



23 comentarios:

Ernesto. dijo...

Hola, Mariarrosa.

Interesante relato. Con la incertidumbre del desenlace hasta el final. Magníficamente desarrollado.

Un placer leer textos con sentido.

Un abrazo.

Anónimo dijo...

Una cadena de maaaaaalas decisiones :-S
Lo continuarás? Sí sí siiiiií! Está buenísimo!!!

Diana de Méridor dijo...

Me pregunto si al final lo descubrirán. Nos deja usted con cierta intriga, haciéndonos mil preguntas sobre la secuela de este relato.

Feliz tarde

Bisous

Antorelo dijo...

Intrigante e interesante relato. Maria Rosa, nunca defraudan tus escritos. Un abrazo

Recomenzar dijo...

Un texto normalmente diaro que le puede pasar a cualquiera escrito con magia que atrapa desde tus letras

MaRía [Capri ] dijo...

La vida es así tan sorpresiva a veces
y uno duda o no sabe ... o yo que sé.. a saber que haría uno en sus circunstancias , la honradez sería lo justo pero .. ay pero!!!

Como siempre un gusto leerte

un besito

El Demiurgo de Hurlingham dijo...

Hay que tener cuidado con quien se sube al auto. Un supuesto amigo puede ser un traicionero que se lleva el dinero, sin preocuparse por el accidentado.

Mª Jesús Muñoz dijo...

Su mirada había cambiado, porque su conciencia ya no era la misma...Se llevó el dinero, que no era suyo y dejó a su amigo abandonado...¿podría el dinero hacerlo feliz...?
Un relato impecable, que nos hace reflexionar, amiga...Mi felicitación y mi abrazo grande por tus buenas letras,Maria Rosa.
M.Jesús

Lapislazuli dijo...

Muy buen llevado, con un final abierto
abrazos

Lapislazuli dijo...

Muy buen llevado, con un final abierto
abrazos

Anónimo dijo...

Un relato brillante, con la rispidez de la volubilidad del ser humano, capas de tener los mas dispares comportamientos, en este caso, de acuerdo a la circunstancia...Conozco anécdotas de "burreros" que tuvieron comportamientos iguales o peores.aún....Muy bien manejado el relato, y muy bueno el final,....Las musas están contigo, querida amiga....Con afecto. Juan Angel Petta.

Rosa B.G dijo...

Una gran maestría que nos lleva al desenlace tan bien creado.
El dinero la causa de los males, pero será el que de la felicidad?
Creo que no.
Saludos Mª Rosa.

José A. García dijo...

Algunas veces, una mirada es suficiente para deshacer cualquier plan. Mejor no mirar dos veces.

Suerte

J.

cachos de vida dijo...

Encantado con el relato.
Feliz fin de semana.
Un abrazo.

Charlie El Balsero dijo...

wow, que excelente relato.

Una maravilla leerte Maria Rosa

besos
carlos

EL AVE PEREGRINA dijo...

María Rosa, es un relato que podemos trasladar a nuestras vidas cotidianas.
Felicitaciones.
Gracias por pasar por mi blog.

Un abrazo.

Mirella S. dijo...

Me gusta mucho ese final abierto, que da para que el lector recree las acciones posteriores de Fabián.
También el cambio de la mirada da para muchas especulaciones: culpa, endurecimiento, el ansia de volver a jugar...
Impecablemente relatado, Mariarosa.
Un abrazo.

Soñadora dijo...

Demasiados sucesos juntos en un breve lapso de tiempo, la vida nunca deja de sorprendernos.

Besos!

María Socorro Luis dijo...


Sabes dar realismo a tus textos y te desenvuelves con gran seguridad.

Besos

Sor.Cecilia Codina Masachs dijo...

Buen relato María Rosa,Fabián se hizo cómplice del mismo egoísmo que su amigo Tomás. A uno le costó la vida y a él le pesará su conciencia.
Hace tiempo que no nos vemos, yo solo posteo una vez al mes por cuestión de mi salud.
Un abrazo

AdolfO ReltiH dijo...

ese golpecito en la frente le hizo cambios a sus instintos. fullll relato. como siempre.
abrazos

TIGUAZ dijo...

Es una verdadera suerte poder disfrutar de textos tan bien escritos, mi agradecimiento. Desde tu otra casa mi cariño

Carlos Augusto Pereyra Martínez dijo...

La genialidad de contar o saber relatar. Un abrazo. Carlos

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