Se
conocieron por casualidad, por esas cosas del destino.
¿Existirá
el destino?
Comenzaron
a hablar de cualquier tema, los había
unido una desordenada mesa de libros
usados, en esos negocios de la calle Corrientes, donde la
gente mira, revuelve y deja. Ella había encontrado una vieja edición de “Crónicas
marcianas” que la emocionó por su color
amarillo y ese aroma a tiempo y leyenda.
Él seguía buscando algo
interesante, así dijo, mientras miraba
con desprecio el libro de Bradbury.
Ella
fue a la caja; pagó y salió. De pronto
lo vio caminando a su lado.
—Te
invito un café —le dijo— quiero que me expliques que tiene de interesante Bradbury.
Lo
dijo con un tono de burla que le dio rabia. Qué sabía este tipo de Bradbury, seguro
era un tonto de esos que nunca agarraron un libro y se acerca a las librerías para
hacer tiempo, le iba a explicar por qué
lo admiraba. Aceptó el café.
Ella,
apenas una veinteañera quiso hacerle entender a un tipo cuarentón y
conocedor de la vida, quién era
Bradbury. A medida que hablaban, con el fondo musical de una trompeta que
lánguidamente desgranaba una lenta melodía, café mediante, fue entendiendo que
a él, lo que menos le interesaba eran
sus argumentos sobre Ciencia Ficción y Literatura Fantástica.
Él
era simpático y no pudo negar que la atraía su sonrisa, su voz profunda, y su mirada; la iba encantando a medida que el
café se iba perdiendo en su boca. Cuando se quiso dar cuenta y ya habían
consumido el tercer café, eran las seis de la tarde y Buenos Aires corría
apurada hacía la boca de los subterráneos. Intercambiaron teléfonos y se
despidieron. Tuvo la locura de pensar que los jacarandaes se inclinaban a su
paso intentando saludarla, era feliz.
Esperó
impaciente varios días, hasta que se dijo; ¿Por qué no llamarlo?
Le
respondió una mujer y ella preguntó por Ramiro.
—Puede
llamar en diez minutos, mi esposo está con un cliente.
El
celular resbaló de su mano y cayó sobre la mesa. No lograba entender. Cómo pudo
ser tan ilusa y forjarse una novela con un desconocido.
Él
había visto en ella una aventura, ahora lo comprendía y ese juego de no
llamarla, de dejar pasar unos días; era su protocolo organizado. Y ella con su impaciencia, había roto el encanto y el juego de él se había
quebrado como un cristal, al simple
sonido de un celular. Pobre tonta recién desembarcada en las lides del amor. No sabía si reír o
llorar, ella se había llevado una desilusión y a él, tan vivo, se le había derrumbado su estrategia por dejar
el celular donde no debía.
15 comentarios:
Locuras de amor, desengaños por los que algunos y algunas pasamos. Quizás una segunda llamada una explicación una mera aclaración fuera suficiente. El amor nace vive pero en ocasiones también fenece. ¿Después de muerto hay que guardarle luto eternamente? Saquen sus conclusiones. Como siempre, Rosa, una bella lección de vida. Desde tú otra casa, mi admiración.
María Rosa ! lo has logrado nuevamente. Conmigo siempre lo conseguís. Yo estaba embobada haciéndome la novela, cuando el desenlace me borró las ilusiones.
Buenísimo ! sos muy, muy buena .
El texto es sumamente prolijo con todos los pasos del relato respetados.
¡Aplausos, amiga !! me re encantó.
¡Sos una genia !
Mi admiración y me afecto.
¡Buen descanso !
Va! Y es que para quienes nos creamos universos por simplemente cruzar una mirada, una palabra o una sonrisa, la caída, casi siempre, es bastante desastrosa... creo que Bradbury quedaría chiquito para todo lo que nuestra imaginación puede crear por un mínimo guiño que la vida nos regala :/
Ya veo el gadgettttttttttt!!! jejeje bendito internet... grrrrr!!!
Me encantó esta línea: "Buenos Aires corría apurada hacía la boca de los subterráneos"... no sé por qué pero se me dibujó toda la imagen y la cantidad de gente y el bullicio... en fin, me encantó!
Saludos desde Perú, Maria Rosa :)
La inocencia y la experiencia frente a frente...Dicen que el dolor es un gran maestro y ella sintió su punzada, que le abría las puertas al conocimiento y la profundidad de la vida...Un gran relato, Maria Rosa.
Mi felicitación y mi abrazo inmenso por tu buen hacer y tu amistad.
M.Jesús
El clásico "evaporado". Tal y como se evapora el agua hirviendo, el susodicho desaparece en un acto cobarde de prestidigitación.
Excelente historia y excelente narración.
Un abrazo, Maríarosa.
Asi es, a esa edad los señores salen de caceria
Cariños
El fiasco amoroso, donde el celular juega una parte importante en el relato. UN abrazo. Carlos
Si no pasa nada, es mejor que el tiempo nos desengañe.
Feliz fin de semana.
Un abrazo.
Hola Mariarosa, entrañable relato natural como la vida misma. En todos sus aspectos. De principio a fin. Leyéndote no sólo vislumbramos las escenas, sino que incluso ponemos cara a los protagonistas... Ignoro si a todos nos pasa, no siempre hay que decir, e ignoro si la clave está en tu narración o en quienes te leemos.
Sea como sea, siempre es un placer acceder a tus relatos.
Un abrazo.
Hay historias que desaparecen incluso antes de comenzar. Me encantó.
Un abrazo
Despedida "a la francesa" le llaman algunos. Me ha encantado el relato y la forma en que lo has escrito María Rosa, me he metido dentro. Un fuerte abrazo y buen fin de semana. @Pepe_Lasala
Y Bradbury fue la excusa para la seducción cotidiana que ciertos hombres necesitan, sobre todo con chicas que todavía no logran ver lo que no hay.
Un abrazo, Mariarosa.
Y todo por no saber resistirse y seguir esperando...
Bueno, más allá de eso, es una buena estrategia para conocer gente la de criticar los libros que los demás compran.
Aunque, claro, a veces puede acabar mal.
Saludos
J.
Esos tramposos que gustan de seducir a las mujeres, bueno no le saliò tan mal a la jòven, un placer volver a leerte, soy tia elsa.
Maria Rosa, tus relatos siguen tan atrapantes como siempre. Un gusto venir a pasear aca!
Besitos
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