domingo

Juan Pablo y el Jilguero.



Cuando te vi por primera vez con el jilguero, tu cara de felicidad me dibujó una sonrisa. El asombró de tus padres no tuvo limites. Al principio lo aceptaron, luego el comentario de los vecinos y su curiosidad al verte pasar, fue creando en ellos un malestar.  No había nada de malo en llevar un jilguero en el hombro, era la amistad de un niño y un pájaro.
Con el tiempo todos se acostumbraron  a verlos; Juan Pablo y su jilguero. Eran  parte del paisaje. Los vecinos fueron perdiendo interés y a nadie le llamaba la atención, sólo tus padres seguían molestos.
¿Cuántos años puede vivir un jilguero? Preguntaba tu madre preocupada. Intentaron encerrarlo, fue imposible, sin saber cómo, el ave escapó de la jaula y regresó a tu hombro.
La  maestra  te obligó a dejar el jilguero en tu casa, le molestaba su forma de mirarla y como el ave insistía,  primero te suspendió un día, luego dos, pero el ave regresaba.  Debieron cambiarte de escuela. Pasaste a la escuelita  del valle y allí sí, la maestra te aceptó, a ella le gustaban los pájaros.

En las vacaciones tu amigo y vos vivían subidos a los árboles, él cantaba y vos silbabas haciendo coro.
Tus padres decidieron que ya era tiempo de terminar con esa amistad,  debían hacer algo. Una noche entraron en tu cuarto, el ave dormía aferrada al barrote de tu cama, lo envolvieron con una tela oscura y sin que dijera ni un pio, lo hicieron desaparecer.
Tu  angustia fue inmensa, tu amigo no aparecía y nadie sabía decirte dónde había llevado su trinar. Fuiste a ver a la Lechiguana, algunos decían que era bruja y que todo lo sabía. Tuvo miedo de decirte la verdad, te dijo que no conocía el destino de tu ave.
La tristeza  te acompañaba a todos lados, la búsqueda te consumía cada jornada, y a veces hasta en la noche velabas junto a los árboles, pero el jilguero había desaparecido. La pena, no cesaba y no te cansabas de buscar. 
Una mañana no te encontraron.

Siguieron tus huellas hasta el cañaveral, a partir de ahí, se perdían, ni una caña quebrada denunciaba tu paso. Era como si te hubieras evaporado o como dijo la Lechiguana, te habías ido escalando nubes y desde allí, te echaste a volar con tu amigo el jilguero. 

22 comentarios:

lichazul dijo...

entrañable cuento Mariarosa
los adultos la mayoría de las veces
asesinamos de una cada asomo de sueño y de inocencia representado

somos y olvidamos con tanta facilidad al niño que fuimos

besitos y feliz jornada

Charlie El Balsero dijo...

wow... muy tierno.
Además me dejó muchas imagenes.
un abrazo
carlos

Anónimo dijo...

MUY EMOTIVO... ME ENCANTAS.
BESOS

La Dame Masquée dijo...

Qué ternura de relato. Ha sido precioso, madame. La sensibilidad sale a raudales por su pluma.

Feliz domingo

Bisous

Patricia dijo...

Una historia que retrata la incomprensión del adulto ante la inocencia del niño.
Muy bueno!!!
Un gusto encontrarte con tu permiso me quedo!!!
Cariños…

MAJECARMU dijo...

Un sencillo y elocuente relato...La amistad entre el niño y el pájaro no era bien vista por los demás...Los prejuicios y lo miedos rompen la naturalidad y el encanto...El niño quiso ser pájaro y desapareció...
Mi felicitación y mi abrazo grande por tu maestría y tu buen hacer, compañera y amiga.
M.Jesús

CHARO dijo...

Un cuento muy tierno donde los padres salen bastante mal parados ya que fueron muy crueles con su propio hijo.Besotes

Rafael dijo...

Bonito relato con un final triste, quizás por la incomprensión, lógica, de unos mayores que no supieron ver lo evidente.
Un abrazo.

TIGUAZ dijo...

La ternura vive en tus letras, la dulzura en tú corazón, me encandilas con estos hermosos relatos.
Deseo que el verano te recupere para el duro invierno que se espera. Mi cariño y un gran abrazo.

cachos de vida dijo...

Escribas lo que escribas, siempre estará lleno de misterio, sensibilidad y ternura.
Un abrazo.

Mirella S. dijo...

Mariarosa, tu relato, casi una leyenda (¡con Lechiguana y todo!), me llevó a mi infancia, cuando era ya una fanática de los pájaros, especialmente de los jilgueros.
Como vivía en un barrio apartado, visitaban mi casa y les dejaba semillas a cambio de su canto.
Un texto hermosamente encarado.
Un abrazo.

Felicidad Batista dijo...

María Rosa, dulce y tierna la amistad del personaje con el jilguero y terrible la metáfora que encierra el cuento. Lo destructivo que resultan los convencionalismos y la intolerancia. En cambio, cuánta riqueza hay en la mirada inocente.
Un maravilloso cuento con el que una vez más has logrado atraparnos.
Gracias por compartirlo, amiga.
Un abrazo

Soñadora dijo...

Que amistad tan tierna la de Juan Pablo y el jilguero, amistades que los adultos no quieren entender, y todo lo que no entienden lo quieren erradicar.

Besitos Maria Rosa, entrañable tu cuento.

Tatiana Aguilera dijo...

Cuando los prejuicios superan a los seres que se aman, más allá de la vida se encontrarán en la eternidad...Muy bello relato María Rosa.
Besitos y abrazos.

omar enletrasarte dijo...

sí que emociona, y con ese final con incertidumbre -¿pero que digo?-
con un vuelo de pájaro
una preciosidad, saludos

TORO SALVAJE dijo...

Que pena ese final...
Muy bonito y también triste.

Besos.

Rafael Humberto Lizarazo Goyeneche dijo...

Nunca debieron los padres separarlo del jilguero, lo único que consiguieron fue unirlos para siempre.

Un abrazo.

lichazul dijo...

muchas gracias por tu palabra Mariarosa
ten una semana preciosa
abracitos

Carlos Augusto Pereyra Martínez dijo...

Me encanta la metáFORA DE LA TERNURA Y LA AMISTAD, en esta historia que cuentas con notable sentimiento. UN abrazo. carlos

El Demiurgo de Hurlingham dijo...

Me gusta el cierre, que pone en evidencia lo equivocados que estaban los padrea, al querer imponer su punto de vista.

cachos de vida dijo...

Feliz fin de semana.
Un abrazo.l

Netomancia dijo...

Un relato que desborda ternura doña Mariarosa!

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