domingo

Desde la bruma del mar.




Las lenguas de fuego  con  rapidez impresionante  avanzaban sobre la casa,  envolvían las maderas que crujían a su paso, tratando de engullir  más allá de lo visible.  
Lo que horas antes había sido una magnifica mansión,  se  iba convirtiendo en un esqueleto oscuro.
Los curiosos, apretados en pequeños grupos,  seguían   estremecidos el movimiento del fuego. El estallido de los cristales, eran gritos, que se hacían oír con furia. Esa era la palabra para definir  la hoguera que  estaba destruyendo  la casa de  Graciela Almada.  Furia. Furia del fuego contra cada pared, mueble o rincón, furia que tragaba cuanto encontraba en su camino. Las ventanas eran bocas rojas, las cortinas  de damasco se retorcían humeantes entre  las llamas que las devoraban. De nada sirvió la presencia temprana de los bomberos, la avidez del fuego era arrasadora.

En la plaza de enfrente, los vecinos observaban doloridos la escena.
—Menos mal que la señora Graciela ya no vivía en la casa —dijo una de las vecinas  que con la cartera abrazada sobre su pecho,  no lograba apartar la mirada del horror.
—Parece mentira, que suceda semejante desgracia dos días después que ella falleció —dijo un señor  de barba blanca.
—Me da pena por Graciela, pero, por sus hijas;  me alegro —sermoneó una rubia cuarentona. Mientras miraba las llamas con una sonrisa.
—¿Por qué dice eso? —preguntó el señor de barba.
—¿No sabe que la hijas la intentaron en el geriátrico para vender la casa? —y sin que nadie le preguntara relató la historia—. Un americano se enamoró de la vivienda por lo cómoda y por su cercanía con el mar,  les ofreció un valor extraordinario en dólares y las muy desgraciadas se engolosinaron con la venta. Y como el único problema era la madre que vivía allí, la quitaron del medio, internándola en un geriátrico.
—¿Entonces es cierto que la señora Graciela  murió de tristeza? —preguntó  el señor de barba.
—¡Y qué le parece! —Sentenció la rubia— Ella y su esposo construyeron la casa. Graciela era una encanto, la recuerdo cuidando el jardín, yendo y viniendo entre los rosales con su sombrerito  rosa. ¡Pobre Graciela!
La bruma  y el frío que llegaba del mar  fueron alejando a los curiosos.
Ya nada quedaba en pie. Un peligroso balanceo de  hierros retorcidos se dejaba ver entre restos de muebles  ennegrecidos y humeantes. Sólo quedaron los bomberos tratando de combatir los últimos focos de la pesadilla.  Era de noche cuando cercaron con cintas el lugar y  se retiraron.

Sentada en el banco de la plaza, transparente en su quietud de estatua, Graciela Almada,  miraba partir al último camión hidrante, se puso de pie, su figura cristalina se agitaba con la brisa que llegaba del mar,  se acercó a lo que quedaba de su hogar. Una lágrima de mar rodó  recordando a sus hijas. Y antes de elevarse y perderse entre la bruma, no pudo evitar una carcajada que unida a su llanto,  resonó en el barrio e hizo temblar  las tejas de las casas vecinas.

28 comentarios:

Lapislazuli dijo...

Genial!!!!

TORO SALVAJE dijo...

A veces das miedo eh?
Pero miedo, miedo...

Besos.

PEPE LASALA dijo...

Buen escrito Maria Rosa. Gracias por tu comentario en mi blog, con tu permiso, me acabo de registrar en tu blog como seguidor. Perdona que no te haya contestado antes, pero acabo de llegar de viaje. Un fuerte abrazo desde el blog de la Tertulia Cofrade Cruz Arbórea.
http://tertuliacofradecruzarborea.blogspot.com/

Pluma Roja dijo...

Me gustó mucho este cuento María Rosa y me dio miedo, no por la última carcajada sino pensar que existen muchos hijos así, que para sacar algún provecho económico hacen y deshacen con los ancianos y todos vamos para allá.

Saludos cariñosos María Rosa.

Anónimo dijo...

UN RELATO MUY IRÓNICO Y EXCELENTEMENTE GESTADO.
BESOS

Plantillas blogger - Facebook dijo...

Buenas tardes, quisiera felicitarte por el blog, los relatos estan increibles,

Me gustaria regalarte esta Plantilla Blogger.

si te agrada porfavor nos comunicamos por el facebook.

mj dijo...

Muy bueno el relato. Sobrecogedor....
Un abrazo

Antonio Urdiales dijo...

Un buen relato con un final sorprendente. Ha sido un placer llegar hasta tu blog.

Un saludo.

Soñadora dijo...

Pudo ya marchar tranquila? Muy bueno! Gracias por tu visita a mi otro blog, me alegró verte por ahì!

Un abrazo,

Carlos Augusto Pereyra Martínez dijo...

Llevas un ritmo interno entre narración y diálogos, para lograr un equilibrio entre forma y fondo, para un mayor rigor en la hora e contar, de ese manera que agarra al lector. Un abrazo. carlos

lichazul dijo...

al encadenar las imágenes les das ritmo y aceleración al relato
felicitaciones

feliz semana Mariarosa

cachos de vida dijo...

No sabemos porqué cuando contemplamos las llamas de una casa ardiendo, pensamos en alguna tragedia que se vivió dentro y que con el fuego se cukmina la historia.
Un beso.

S.A.D.E.FILIAL VILLA MARIA dijo...

Maravilloso relato, muy bien logrado. Un placer leerte. Saludos cordiales.

El Gaucho Santillán dijo...

Escalofriante.

Gran relato.

Un abrazo.

Rafael Humberto Lizarazo Goyeneche dijo...

Hola, Mariarosa:

La ambición no tiene límites y nos puede acarrear desastrosas consecuencias.

Un abrazo.

Luján Fraix dijo...

HOLA MARIAROSA
BUENAS NOCHES
NO ESTOY MUY BIEN, POR ESO PASO A SALUDARTE. TE DEBO LA LECTURA.
TE MANDO MUCHOS BESOS Y MILLONES DE GRACIAS POR PASAR POR MI NOVELA.

EN UNOS DIAS VOLVERÉ A ABRIR LOS COMENTARIOS.
CARIÑOS

Delgado dijo...

Una ánima vengativa ¿eh? La viejecita se llevó sus bienes ¿al infierno, al cielo?

Has hecho un relato clásico de fantasmas ;)

Un saludo MªRosa.

Cinarizina dijo...

Hola Mariarosa...este es un relato verdaderamente estremecedor...hasta sentí el calor del fuego con tu magistral descripción...además, siempre combinas la realidad con lo magíco, esa presencia espiritual de Graciela me hizo erizar...Te felicito desde lo más profundo de mi corazón, recibe un fuerte abrazo.

Anónimo dijo...

Excelente,...Maria Rosa...Una historia bien relatada,...lamentablemente bien humana,..y un final de aquellos, bien elaborado, con suspenso y la apropiada cuota de genialidad,...Un abrazo.ELCRUZADO

Netomancia dijo...

Una venganza post morten muy bien escrita doña Mariarosa. Saludos!

lichazul dijo...

feliz fin de semana
gracias por tu huella
abrazooo

David C. dijo...

una historia sobre la vida.
saludos
David

Marinela dijo...

Me ha gustado mucho, como siempre genial tu relato.

Besos.

RosaMaría dijo...

Qué buen final! Creo que tu eres la María Rosa que había perdido, si es así me alegro, si no lo es: encantada de conocerte.
Saludos.

julia rubiera dijo...

mil gracias querida y admirada amiga por deleitarnos con la genialidad de tu relato. Muchos besinos y feliz fin de semana te desea esta amiga con todo mi cariño.

La Dame Masquée dijo...

Ay, madame, y cuántas gracielas hay por el mundo! Quiero creer que al final cada uno recogerá lo que ha sembrado, pero no suele ser así con las pobres gracielas.

Madame, encantada de regresar por aquí.

Feliz tarde

Bisous

MAJECARMU dijo...

M.Rosa,tremenda y escalofriante historia,que no podía perderme,amiga.
La vida es muy cruel con los ancianos,que se ven abandonados después de entregar su vida a la crianza de sus hijos...
Mi felicitación y mi abrazo grande por tu buen hacer.
M.Jesús

Amilcar Luis Blanco dijo...

Bueno, puede ser que los espíritus existan, como el de Graciela Almada y si es así seguro se duelen y simultáneamente puede que también rían y se diviertan en un más allá que nos absuelva de tanto mundo. Hermoso relato.

La Gardenia.

  Nunca había tenido en mis manos una flor de Gardenia, ni imagine que esa simple flor me llevaría por caminos filosóficos en los que nunca ...