De
los años que trabajé con la señora Amelia Gómez Recade, sólo me quedan buenos
recuerdos. Era un ser amable y tan dulce que nunca decía una palabra fuerte o una
grosería. Hasta para corregirme, ella lo
hacía en voz baja y con una sonrisa.
Yo
era su asistente personal. Preparaba su ropa, que debía estar siempre en perfecto
orden. Cuidaba su agenda, horarios y
visitas sin perder detalles. La escuchaba muchas veces hablar de mí, con sus
amigas y decirles: No sé qué sería de mí sin Clarisa, es un encanto.
Cuando
llegué a su servicio, Amelia recién se había separado de su primer esposo. No
lo conocí, según ella me contaba era un ser malhumorado y muy amarrete.
Cuando
ella conoció a Rafael Migues, se transformó. Parecía volar en una nube de
romanticismo y sonrisas. Escuchaba todo el día boleros antiguos, leía novelas
de Danielle Steel y cuando él estaba en la casa lo pasaban viendo películas de
amor.
El
señor Migues no me gustaba, había algo en él que me hacía sospechar que sólo le
interesaba el dinero de la señora Amelia.
Ellos
se casaron. Parecían muy felices. Pero luego del primer año, el matrimonio se convirtió en una barca sin rumbo.
Los
escuchaba discutir por problemas de dinero. El señor Rafael no veía con buenos
ojos los gastos exorbitantes de su esposa. Es mi dinero, decía Amelia luego de
cada discusión y se iba dando un portazo.
Fui
notando que la relación entre ellos se hacía fría y distante. A los dos años de
casados él dejo el cuarto matrimonial y se instaló en el segundo piso. En esas habitaciones,
sólo entraba yo. Rafael no dejaba que
nadie husmeara en sus cosas. Me llamaba
la atención un mueble de su biblioteca. Permanentemente
cerrado y como me gusta revisar cajones,
encontré la llave. Abrí y hallé muchos frascos oscuros, iguales a los que veía en la farmacia de mi
pueblo. En un papel fui anotando los nombres que figuraban en las etiquetas,
cianuro, romero, akebia, artemisa flores y muchos más. Se lo mostré a la señora
Amelia, y en voz baja me dijo qué significaban cada uno, me sorprendí, luego me
explicó que el señor Rafael era bioquímico, de allí que guardará tantos
productos farmacéuticos, hice una copia de la llave y se la di a la señora
Amelia, ella sonrió pícaramente.
Un domingo
yo me estaba preparando para salir, era mi día libre. Manuela la cocinera, entró en mí habitación muy
asustada
—¡Una
desgracia! —Dijo con voz entrecortada—algo terrible ha sucedido.
Se
dejo caer en mi cama que crujió bajo su peso. Ella lloraba y yo no entendía
nada.
—¿Qué
pasó?
—El
señor Rafael tuvo un infarto y lo han
llevado a la Clínica. Está muy mal.
Seguía
llorando.
Iba
a llorar yo también, pero una luz de alerta se encendió en mi cabeza y recordé que mi
obligación era cuidar de la señora.
Corrí
al piso superior, fui a la biblioteca, quité los frascos del mueble, los embalé
en una caja y los bajé al sótano, los cubrí con una manta y coloqué encima,
restos de bicicletas, cuadros viejos, lo peor que encontré. Al mediodía llegó
la noticia, otro infarto, el señor Rafael había muerto.
El
médico de la familia, el doctor Sandoval, le dijo a la señora que el infarto fue provocado por un veneno. Intervino
un juez, revisaron la casa y nada extraño encontraron. Varios políticos amigos
de la familia Gómez Recade intervinieron para que el caso no tomara estado
público. Al mes, era caso archivado. Los
peritos caratularon la muerte; paro
cardiorespiratorio no traumático
La
señora Amelia se convirtió en un alma pena, deambulaba por la casa tan pálida y
desarreglada que daba pena mirarla. Sus amistades venían de visita cada tarde
tratando de hacerle compañía y consolarla en su duelo. Cuando todos se iban y
quedábamos solas, se sentaba a mi lado,
tomaba mi mano y la besaba.
—Usted
es un ángel, un ángel mudo. ¿Verdad?
Yo
le decía que si y ella sonreía.
Ese
año me duplicó el sueldo y al siguiente me regaló su departamento de San
Isidro. El día que firmamos el boleto de compra, Amelia me llevó aparte y me
dijo en voz baja.
—Mi
querida Clarisa, esto no compra su silencio, simplemente compra su memoria…
Sonreí
y agradecida le di un abrazo. Yo creo que el ángel es ella, mi ángel de la
guarda.
35 comentarios:
Siempre ha sido el asesino el Mayordomo...esta vez, tan solo ha sido complice...que disfrute del apartamento y guarde bien su memoria...me ha gustado...un besote preciosa.
Maria Rosa, me llena de admiración tu mente tan llena de imágenes las cuales las conviertes en palabras para dejarnos estos cuentos tan entretenidos e intrigantes.
Un abrazo.
Maríarosa, en tus relatos nunca es lo que parece y tus historias nos seducen por el final que ansiamos descubrir pero también por la forma de construir la intriga y el suspense.
Una historia donde los personajes intercambian su posición de poder en función de la información que tienen y que silencian en un pacto de memoria. Realmente brillante.
Felicitaciones amiga.
Siempre contenta por leerte
Un gran abrazo
Hay un dicho que dice: "Nunca te arrepentirás de aquello que no has dicho". Gracias a su silencio Clarisa tuvo su recompensa. Excelente relato.
Un abrazo
Clarisa estaba para cuidar de la Señora y es lo que hizo.
Prefirió guardar silencio antes que verla involucrada en un asunto tan áspero.
La Señora, por su parte, de no haber actuado así posíblemente hubiese sido ella la envenenada con el tiempo...
Me ha tenido en ascuas hasta el final. Me ha gustado.
Un abrazo.
Nada que añadir, solo felicitarte por tan magnífico relato.
Un besoi.
Un buen precio por olvidar.
Y un relato muy intrigante, porque hasta el final yo iba pensando que la muerta sería la señora :)
Feliz día, madame
Bisous
Muy buen relato Mariarosa.
Intrigante. Uno se imaginaba otro final.
Te dejo un abrazo grande.
¿Se puede confiar en alguien que lee a Danielle Steel? Por lo menos, parece no tener un buen gusto literario. Todo insinua que el infarto no fue algo espontaneo.
Está muy bien manejado ese detalle.
Es interesante el contraste con la supuesta bondad del personaje, según la descripcion de la protagonista, que no es necesariamente imparcial.
Buen relato, con un muy original final.
Me gustò.
Un abrazo.
¡Magnífico! Y me encantó el rumbo inesperado que toma el relato.
Besos
¡Magnífico! Y me encantó el rumbo inesperado que toma el relato.
Besos
muy bueno MAría!!!
es un relato vertiginoso, de los que a mí me gustan
bien hilado
felicitaciones
besitos y feliz semana
Solo puedo decir: ESTUPENDO
Un abrazo
SIEMPRE USTED TAN GENIALLLLLLLLLLLLL. ME ENCANTA LEERLA.
BESOS
Este cuento es uno de los que más me ha gustado. ¡¡Felicitaciones!!
Saludos cariñosos Maríarosa.
Solo se insinúa el quid, o deja espacios para que la intuición del lector infiera, como ene los mejores texos de la Agatha o Conan Doyle. Un aBRAZO. cARLOS.
Maria Rosa,tu relato nos muestra una historia de amor malograda,una muerte,una culpable y una cómplice...Pero,yo diría que la verdadera cúlpable es la criada.Ella le díó a la señora las llaves del baúl con un propósito...y esperó a que sucediera lo que sucedió...Para lograr lo que logró después...Las víctimas fueron la pareja,el murió y ella sufrió en vida por su crimen.
Mi felicitación por lo bien que has armado la trama y lo que sugieres entre lineas...amiga.
Mi abrazo grande por tu maestría y buen hacer.
FELIZ SEMANA Y GRACIAS POR TU CERCANÍA,AMIGA.
M.Jesús
Que majas...
Si es que no te puedes fiar de nadie.
Besos.
Un silencio que supo ser recompensado. La protagonista ayudó a Amelia, y esta recibió un departamento y dinero extra.
Un beso, entretenido relato.
Espero que mi mujer no lea el relato y de repente quiera contratar servicio. (je, je, je)
Un besote Mariarosa
No hay mayor complicidad que la del que guarda un secreto... Los ángeles de la guarda saben de eso mucho.
Gran abrazo, amiga... estoy con el final del curso y tengo mucho trabajo, de ahí estos silencios míos... Pero vuelvo y os encuentro siempre. Gracias por estar ahí, fieles.
QUE HISTORIA TERRIBLE TAN BIEN CONTADA COMO SIEMPRE, ESE PACTO DE SILENCIO DURARÍA UNA ETERNIDAD SEGURAMENTE.
UN GRAN SECRETO QUE DEBÍA TENERSE A BUEN RESGUARDO.
INCREÍBLE TRAMA.
SIEMPRE UNA MAESTRA.
BESOS Y GRACIAS POR ESTAR EN MI CASA, POR ACOMPAÑARME.
CARIÑOS
Me encanta tu relato, ella solo cuidaba de su señora, y si ell señor, no le hacia feliz, le dio la llave que la librase de el
Un abrazo
un relato creativo y genial
saludos
Buenísimo Maria rosa!!! Me atrapó desde el comienzo. Sos excelente para las historias de suspenso!
un abrazo.
Extraordinario tu relato. Una verdadera historia de intriga y misterio muy bien llevada a cabo
Un placer leerte, un abrazo
Feliz fin de semana.
Un abrazo.
Dos almas unidas hasta en lo más prohibido...¿No sería más bien su demonio de la guarda?
Buen fin de semana, Mariarosa!
Un relato que me ha enternecido. Los ángeles de la guarda sí existen.
un abrazo.
Feliz fin de semana!!
abrazo grande y mil gracias por tu huella
pasa un precioso WE TRUPANTU!! Año nuevo originario y que luego se occidentalizo llamado Noche de San Juan, el solsticio de invierno es magia y raíz
besitos
Todos tenemos un ángel de la guarda.
Por suerte todos tienen memoria.
Me encantó este relato.
Un beso.
Valla que sorpresas... pero bueno
cada cual cuida de su conciencia,
Buena tematica y muy bien narrado,
un aplauso a tu pluma querida Poeta y Escritora.
Un abrazo en la distancia.
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