Don Eustaquio está solo. Una vela gastada deja caer
su cera en el piso de tierra y otra se apagó a medio consumir. Mira a su
alrededor y no entiende; ¿por qué está tan solo?
¿Qué sucede?
Quiere pensar y no puede, se le mezclan las ideas,
los recuerdos, no logra desentrañar el silencio que gira en torno a él.
¿Dónde está mi mujer? Se pregunta.
Catalina.
Intenta llamarla, la voz se le queda a mitad de camino.
Recorre la casilla humilde y comprende:
se han ido, todos se han ido.
Desde la pared
a la cómoda, una telaraña se mueve con la brisa que entra por los
resquicios de la ventana. Flores cadavéricas se desmayan en un florero de
vidrio verde. Sobre los pocos muebles, el polvo parece una capa de fina seda
que cubre hasta las sillas. Desde un rincón sus zapatos lo miran,
torcidos y viejos.
Abre la puerta, la luz del sol lo ciega, intenta
salir a la calle y no puede. No logra
hacer pie, flota. Se eleva.
¿Qué está sucediendo? se pregunta. Entra de nuevo a
la casa. Sigue flotando, va al dormitorio y se deja caer en la cama, igual a una
bolsa vacía, no tiene peso. Sin intertarlo, vuelve a flotar y se ve sobre el
lecho; nívea la cara, la barba crecida
igual que el pelo, la quietud del cuerpo es un trozo de hielo. Y comprende. Los
demás ya se han ido. Ahora le ha tocado a él.
Flota liviano en un gran panal de luz, mientras se
aleja, una paz infinita lo envuelve.
17 comentarios:
Veo que regresas a tus inicios.
Me recordé de una película en dónde habitan espíritus y no se habían dado cuenta que estaban muertos. No me acuerdo del nombre, pero pensé en ella mientras te leía.
Besos Ma. Rosa.
Pedro Páramo, parece tomar vida en este cuento. Estar muerto, pero no saberlo, como en la novela inmensa de Juan Rulfo. Un abrazo. Carlos.
Ignoro cómo será la muerte, pero si cuando llegue se experimenta esa sensación de paz y luz, bienvenida sea.
Hacía mucho que no te veía haciendo comentarios, hoy te he localizado y aquí me tienes para dejarte un fuerte abrazo.
Kasioles
¡perfección!
saludos
LOs demás no se han ido, se han quedado, siguen vivos.
Ahora dejará de estar solo para reunirse con sus seres queridos, y a esa paz se sumará la alegría.
Feliz tarde, madame
Bisous
Es genial cómo escribes, la gran facilidad narrativa que tienes.
También he leído poesías tuyas preciosas.
Un fuerte abrazo (y muchas gracias por pasar por mi blog)
Cuando el final está rondando tan cerca, no es fácil sujetarse a esta vida que quizás ya no merezca la pena ser vivida en esa austera soledad. Como siempre, perfecto. Desde tú otra casa mi cariño más sincero.
Has descrito la dulzura del adiós tan tan bonito !
Un abrazo muy cálido
pasó a mejor vida el pobre hombre, estar viejo y vivir en soledad es muy doloroso.
Un abrazo.
D.Eustaquio se había enterado, que estaba muerto y andaba rondando su casa...Debe ser una liberación flotar y no sentir el cuerpo...Un relato muy suave y entrañable,amiga...Mi felicitación y mi abrazo inmenso, Maria Rosa.
M.Jesús
Es una triste realidad que soledad
que acompaña a la persona mayor,
sobre todo si este está viudo. Es una muerte continua, triste, desagradable, desesperante, fatídica. Está muy bien expresada tu comparación.
Abrazos
(me has recordado a Pedro Páramo) entrañable relato el tuyo a todos nos llegará la hora y solo algunos sentirán ese flotar sin duda
abrazos y buena jornada
Y el bueno de don Eustaquio, cansado de morar en una solitaria sala de embarque, se fundió en ese resplandor que le prometía volver a apretar la mano que más necesitaba, la de su amada esposa Catalina.
Un abrazo, Mariarosa.
Eres privilegiada. Creo que tienes ese maravilloso sentimiento de lo fantástico. Donde todo es posible.
Besosmil
Otro maravilloso relato.
Feliz fin de semana.
Un abrazo.
si
cuando lleguemos a ese momento ojalá tengamos la gracia otorgada de pensar en el último aliento
y no quedarnos suspendido en un nunca jamás
bss
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