El
viejo tenía magia en todo lo que hacía. Poderes,
eso era, tenía poderes que lograban colocarme dentro de un mundo irreal y creerlo.
Hoy, al regresar a la casa y a tantos años de aquellos días, no puedo evitar
sonreír al recordarlo.
Íbamos
a pescar. Nunca compraba carnada. Él preparaba
sus lombrices las que criaba en un cajón de madera y que alimentaba,
según él, con un alimento especial que al entrarlas en el agua despedía unas
luces que atraía a los peces. Verdad o
mentira, siempre regresábamos con los canastos repletos de peces y bajo la mirada envidiosa
de los demás pescadores que quedaban en el espigón bañando mojarritas.
¿Y
el sombrero de paja?
Cómo
olvidarlo. Me juraba que su sombrero lo hacía volar.
—Con
mi sombrero mágico, me elevo sobre las olas
—me dijo una mañana, muy serio—
puedo arrojar el anzuelo bien lejos sin
mojarme las zapatillas.
Y
yo le creía, como no iba a creerle si era mí abuelo.
Había que quitar todos los cachivaches, la casa iba a ser tirada abajo y una nueva nacería en su lugar. Junté libros, embale herramientas, ropa y zapatos.
En
una caja encontré el sombrero de paja no pude evitar emocionarme. Me lo puse, me calzaba justo. Salí
al parque y bajo el limonero el cajón criadero seguía allí y había lombrices.
¿Serían las mágicas? Me pregunté, recordando mí inocencia infantil. Había una
sola forma de saberlo, preparé una caña de pesca del abuelo y con las lombrices y mi sombrero volador me
fui a la playa.
No
tuve suerte. Después de varias horas, ni
pejerrey ni corvina, la magia había fayado, la magia era él.
Junté
todo mi equipo y me quedé en la playa mirando el horizonte que parecía
desmayarse en un tono rosa y gris. Era
hermoso. Atardecía, el mar estaba creciendo.
Tal
vez les parezca una locura, pero la
presencia del abuelo caminaba a mi lado, hasta me pareció escuchar su tosecita esa que me avisaba que se estaba riendo de mí.
Una
ola llegó a mis pies. Intenté saltar
para atrás y quedé en el aire, me elevé
y permanecí así, con el viento golpeando mi cara, la espuma se agitaba y yo
caminaba sobre ella. Se cortó mi respiración,
mi pecho repiqueteaba enloquecido, unas ganas de reír y llorar me trajeron a la realidad, y lloré. Recién
entonces bajé a la playa. El cielo había cambiado de color, el rosa había
volcado al azul. Con las piernas temblando llegué a la
escalera de salida.
No
busqué explicación, no la había, tampoco había dudas, el sombrero tenía poderes, era mágico y el viejo
querido seguía burlándose de mí.
35 comentarios:
Maria Rosa,gracias por tus palabras...
Tu cuento me ha emocionado,junto al mar,en ese momento mágico del crepúsculo el abuelo estaba cerca...y en su sombrero y en su risa...el nieto sintió el abrazo del misterio,que le impulsaba y lo quería.
Mi felicitación por la magia,la naturalidad y los bellos mensajes,que nos dejas en tus letras...La vida es un continuo aprendizaje y nunca estamos solos.
Mi abrazo grande y mi ánimo siempre.
FELIZ SEMANA,Maria Rosa.
M.Jesús
Buenos días Mariarosa, no me lo vas a creer pero conforme leía tu hermoso cuento, me llamó mucho la atención lo de las lombrices. Te informo: a mi casa y, en el jardín interior, tengo sembrado lo que aquí se conoce como colchón de niño, pues bien hay un pajarillo que ha venidoç, primero a por el colchón de niño para hacer su nido y luego por lombrices para alimentar a sus pichones. Me ha hecho un desastre. Estaba pensando en comprarle lombrices y ponérselas
en algún recipiente para que deje de molestar el jardín.
Tu cuento, como digo arriba hermoso, linda remembranza con tu abuelo.
Qué estés bien.
Besos.
Hola María Rosa: gracias por tu comentario.
Que bonito cuento y blog.
Un saludo.
Me has hecho recordar mi infancia cuando iba a pescar con mi padre, él sí que sabía hacer magia, siempre habían peces y algo que comer.
Me ha encantado tu cuento.
Gracias
Con ternura
Sor.Cecilia
un relato mágico, precioso,
saludos
Que surrealista.
Buen relato.
Un abrazo.
MUY BELLA, tu historia me ha tenido absorbida del principio al final, ellos se van, pero a la vez se quedan vivos en nuestro recuerdo.
Un abrazo
Ambar
HOLA MARIAROSA
PRECIOSO Y TIERNO RELATO.
LOS ABUELOS DEJAN TANTAS HUELLAS, SENTIMIENTOS, MENSAJES, CONSEJOS, AMOR... SON COMO FOTOGRAFIAS QUE ESTAN EN EL CORAZÓN, YO LOS VEO TAL CUAL... CON SUS RELATOS Y SUS ENSEÑANZAS.
MUY EMOTIVO.
BESITOS
Los que hemos tenido la gran suerte de tener un abuelo; además de mágico, que fuera tan tierno... eso es un legado eterno.Porque los recuerdos son lo que nos alimentan.A tu abuelo le gustaba la pesca:el mío inventaba batallas medievales y a mís hermanos y a mí nos tenía encandilados jejeje...era como un Quijote un soñador.
Besos preciosa.
Hermoso relato en que se combina fantasía y realidad.
Me ha encantado, pero esto no es nuevo.Siempre me pasa igual con lo que escribes.
Un abrazo
Maríarosa, un relato tierno y muy emotivo.
La magia del sombrero del abuelo, ese regreso al refugio seguro de la infancia y a las vivencias que forman el amparo sentimental de los días difíciles de los adultos.
Hay luz y mar y el juego de las olas que envuelven el pasado y lo elevan a recuerdo permanente.
El abuelo, en realidad, nunca se ha marchado porque habita en el corazón de la nieta. A ella solo le basta con acercarse al oleaje y sentir la ternura y la cercanía permanente del abuelo.
Un precioso y delicado cuento que nos transporta a esa nostalgia de los seres queridos que tanto significaron, y significan, en nuestras vidas.
Gracias por este cuento.
Abrazos
Precioso relato. Un sombrero y un abuelo mágicos.
Besos
Tiene su gracia, el sombrero del cual se cuenta que es mágico, en realidad, es...mágico efectivamente. A la vez es sorpresivo y esperado.
Hola Mariarosa...¡qué linda historia! Y tan bien contada...me super-encantó y te felicito con un fuerte abrazo.
Una buena historia...que suerte de haber conocido a tu abuelo y lo puedas recordar...yo no conocí a ninguno de los dos...vuela y vuela que tu abuelo te observa...un besote preciosa.
Bel racconto, e stupenda l'immagine! Felice giornata a Te...ciao
Me ha puesto usted un nudo en la garganta con este relato. Qué preciosidad, y cuánta ternura encierra el recuerdo del abuelo.
Imposible no despertar emocionados recuerdos con él.
Enhorabuena y muchas gracias por regalarnos un relato tan bonito.
Feliz semana, madame
Bisous
La magia del amor, esa es la que tenía el abuelo, y parece que úu la has heredado.
Un abrazo.
Que linda historia, yo creo que uno de chico todo lo cree porque no tiene conciencia entre la realidad y la fantasía y quizás al perder esa inocencia, dejamos de ver esa otra realidad. Precioso cuento, lleno de nostalgia y ternura. Besos tía Elsa.
Todo ternura! Emociona y deja temblando el alma.
Cariños!
Bellísima lección para que la tengan en cuenta los que crecen y siendo ya adultos, dejan de creer en las mágicas historias de sus mayores.
Un abrazo.
Magia de la bonita.
Me encanta.
Besos.
Tierno relato doña Maríarosa! Saludos!
Precioso recuerdo/relato, Mariarosa.
Es mágico y a la vez tan realista.
Me has hecho acordarme de mi abuelo, el Tata. Con él paseaba por las orillas del Océano Pacífico todas las madrugadas recogiendo conchas de mar y filosofeando acerca de la vida.
Un gran abrazo desde copenhague en primavera,
Ian.
Feliz fin de semana.
Un abrazo.
GENIAL!!!!
BESOS
te sigo desde Barcelona...me gustan las fotos de Buenos Aires..pero no solo de la capital...también la de sus barrios.. Salut
¿Un sombrero mágico o un nieto con muchas ganas de creer?
Sea como fuere ese atardecer resulta un momento mágico en el relato.
Un abrazo.
HOLA MARIAROSA
FELIZ DOMINGO, AMIGA.
GRACIAS POR TODOS TUS MENSAJES... LOS VALORO MUCHO DESDE MI CORAZÓN.
BESOS Y ABRAZOS.
Bela história...Espectacular....
Cumprimentos
Cierto...la magia era él...qué bien lo cuentas. Un abrazo. Carlos
Guau con el abuelo, jugó en mis emociones la acritud del tener que desprenderse de sus cosas, de su casa, para seguir sin él; pero me fui a pescar y, leyendo de corrido, dije "Junté todo mi cuerpo"; hasta ese punto, ud me introdujo en este amor.
GRACIAS
http://enfugayremolino.blogspot.com.ar/
Hay enseñanzas que tienen esa magia y nos persiguen hasta la edad adulta.
Besos.
Precioso y sentido texto!
Es creer en la magia, lo que da sentido a la vida.
Un saludo, María Rosa!
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