Mi amigo Pedro suele contarme sucesos de su vida, que nunca sé si creerlos
o tomarlos como las fantasías de un abogado muy imaginativo que en sus ratos de
ocio se distrae inventando sucesos.
“Buscando
descansar —me dijo— llegué a un
pueblo perdido a 400 km de Buenos Aires.
Pocos habitantes, apenas si conté seis en el tiempo que estuve allí. Casas deshabitadas y una fábrica destruida por los años que mostraba los signos de un tiempo mejor.
La casa que había alquilado, aunque antigua,
estaba en buen estado.
El río estaba cerca y eso era importante para mí, pescar, olvidarme del estudio y de
los clientes, al menos por un mes.
Alejado de mi Notbook, y con el celular sin línea,
me sentía un hombre feliz.
El silencio era total, sólo lo quebraba algún
pájaro, un ladrido lejano o las campanas de la capilla llamando a misa, al
principio me molestaba su sonido, luego me fui acostumbrando, no solo a ellas,
también a la mujer que con larga mantilla y
vestida de negro, cruzaba cada mañana por la calle de tierra. Lenta
en su andar, su falda se movía cual un
péndulo, mis ojos la seguían, hasta que su figura entraba en la Iglesia.
Una vez por semana iba al pueblo vecino a
comprar alimentos. Un viejo almacén donde el dueño, don Britos, se
esmeraba por cumplir con la lista del pedido.
Un día me preguntó si no me aburría entre tanta
soledad, le conté que era para mí un
placer, sólo tronchado por las campanas que a las siete llamaban a misa.
Don Britos me miró raro.
—¿Qué campanas? —Preguntó y siguió sin esperar respuesta —la iglesia está abandonada, ni cura tiene.
¿No le contaron la historia?
—No.
Feliz de poder hablar con alguien que le
prestara atención, me dijo:
—Hace años, allí existía un saladero muy
importante que daba trabajo a medio pueblo y a otros que venían desde el sur, don Gaspar Rojas era el dueño,
la esposa, doña Agustina era una joven muy agraciada, pero, cometió el error de
enamorarse del cura, un tipo joven y buen mozo. Los comentarios que se tejían
en el vecindario trastornaron al viejo. Una mañana después de misa, entró a
buscarlos y los encontró en la sacristía; abrazados, don Rojas enloqueció y los
mató a los dos. Él fue preso y el saladero debió cerrar sus puertas. Lo
habitantes al quedar sin trabajo, buscaron otros pueblos, y hoy, solo quedan dos
o tres viejos... pero de eso hace más de veinte años…
No supe que responder. Él sonrió burlonamente y
dijo;
—El sonido que escucha debe ser el viento, la sudestada que trae el río, es la que mueve
las campanas.
Lo primero que hice al llegar, fue correr a la
capilla, empujé las puertas que chirriaron con voz de oxido y las abrí de par
en par, el cuadro que encontré, me heló la sangre, era un lugar abandonado, ni
bancos ni altar, la marca de una inmensa cruz sobre la pared
era el único signo religioso que quedaba. Avancé transpirando, los ventanales
rotos dejaban pasar ramas de arbustos, y algún que otro pájaro que entró
conmigo, revoloteaba tan asombrado como
yo. Papeles, restos de botellas y maderas cubrían el piso, regresé aturdido y esa
noche no dormí.
Al día siguiente, se escucharon las campanas y ella, la de negro, volvió a cruzar por la calle de tierra.
No lo pensé más, preparé mis valijas y regresé a
la ciudad”.
"La mujer de negro" es un viejo cuento ya publicado hace varios año, hoy lo he presentado corregido y remozado.
María Rosa.
24 comentarios:
Hermoso cuento de misterio. Eres maravillosa con tu pluma. Yo quiero un amigo como Pedro. Que me encanta explorar lugares desiertos. Besos.
Eso le pasa por dejarse sugestionar... ¿Qué tiene de malo ver pasar un fantasma de vez en cuando?
Saludos,
J.
Un hermoso cuento donde una vez más se luce tu forma de escribir tan amena y donde el lector se queda con ganas de más.
Un bello escrito con ese punto de misterio que me ha encantado.
Un abrazo María Rosa, y feliz semana.
Yo hubiera hecho lo mismo, me faltaría tiempo para marcharme de ese pueblo.
El relato, como todos los tuyos a los que nos tienes acostumbrados, engancha del principio al fin y seguro que tus lectores se harán la misma pregunta que yo ¿Dónde estaba la mujer de negro?
Y antes de que se me olvide, te diré que los canónigos son una planta herbácea que crece en terrenos húmedos, en prados y praderas, no suele consumirse fuera de Europa, por esta razón no es de extrañar que no la conozcas.
Abrazos.
kasioles
Un amigo como Pedro forma parte de un tesoro que hay que cuidar, excelente cuento donde te expresas de forma clara y elegante.
Feliz comienzo de semana.
Un besico!
Estupenda historia. Un beso.
Un verdadero "cuentazo" María Rosa...Saludos. JUAN ANGEL PETTA
Qué intenso María Rosa. SE me ha puesto la piel de gallina, como se dice por aquí. Genial hilado y genial la historia.
Muchos besos :D
Precioso cuento de intriga y misterios; hay que escribir más de estos.
Besos.
Me gustan mucho tus relatos con elementos fantásticos. Primero hacés una descripción realista, en este caso del pueblo y después, como al pasar, aparecen sonidos, personajes y la historia da un vuelco, entra en otra dimensión.
¡Muy bueno, Mariarosa!
Besos.
Los fantasmas siempre dan mucho juego,sobre todo si la historia está bien narrada,como es el caso.Se puede decir que el protagonista salió huyendo como alma que lleva el diablo...yo hubiera hecho lo mismo :)
Saludos Mª Rosa
Un buen relato de miedo tienes super buena narrativa. Te mando un beso
Como siempre bello. en ocasiones quisiéramos que algunos sueños se transformaran en realidad. Un abrazo
Lleno de interés como todos tus relatos y con esa sorpresa final que tanto nos sorprende. Eres muy hábil escribiendo ese tipo de relatos. He sido un placer leerlo.
Un abrazo. Franziska
Siempre hay una sorpresa, así se den indicios del suspenso, siempre una sorpresa en sus cuentos. UN abrazo, amiga. carlos
Muy interesante relato.
Lleno de misterio y muy bien escrito.
Un beso
Una entretenida historia, que la realidad avala, con esos detalles narrativos, que te hacen ser espectador desde cualquier rincon de la escena... Y, cómo no, esa halo de misterio magistral.
Abrazo, Mariarosa.
Un cuento que te mantiene el hilo, has hecho bien en publicarlo y compartirlo con nosotros, un abrazo.
María Rosa, siempre un gran placer leerte, este es un hermoso cuento que desde su comienzo me encanto.
Abrazo
me gusta mucho como escribes
me dejas siempre pensando
Sabes que te admiro mucho.Este cuento fue una delicia leerlo. Monica
sos unica ¿sabes? cada vez que te leo me siento diferente
mil besos
Feliz fin de semana.
Un abrazo.
Me encantan estas historias
no las dejo de leer y saborear su contenido
misterios que nunca se resuelven+misterios , incrédulos y pánico en algunos otros
....
nunca dejamos de aprender.
y sorprendernos.
Abrazo.
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