Extrañamente el andén de Constitución
estaba casi vacío. Alejandra esperaba. El viento entraba curioso, azotando
la fina tela de su vestido con ráfagas heladas. La hora y el frío coincidían
para que pocos se animaran a viajar. El último tren del día a Mar del Plata era
una aventura y encontrar vagones calefaccionados; una lotería. Alejandra
controló su pasaje, minutos después el tren entró en plataforma.
Se acomodó en su asiento y dejó su bolso
a su lado. Tras la ventanilla la ciudad iba quedando atrás, junto a sus
recuerdos tan oscuros como el cielo que se perdía en el horizonte, con apenas
un reflejo de luna
Las últimas luces, jugaban en los
barrios de casas bajas, remedaban bichos
de luz, guiñando entre los árboles y entre las sombras de las calles.
Cada tanto, el silencio del vagón se
interrumpía por una risa ahogada, una
tos o algún pasajero que recorría el pasillo dejando el sonido de sus pasos
como un eco. Alejandra intentó dormir.
La sensación de que la observaban desde
algún rincón, la perseguía. Giraba su cabeza hacía un lado y otro, sin hallar nada
extraño. Bajaron las luces.
Le pesaban
los parpados y en el vaivén de su cansancio, llegaron pasos que se arrastraban
y se detuvieron cerca.
Vio a Yaco reflejado en el cristal; era
imposible, él estaba muerto. Cerró los ojos con fuerza, intentando borrar con
ese gesto, el temor.
Transpiraba. Le costaba respirar. Giró
la cabeza y lo volvió a ver, no había
duda, era su espectro en la ventanilla. Intentó gritar, la voz se le congelaba
en la garganta, era una pesadilla comprobar que en el pasillo no había nadie. Yaco reflejaba su miserable figura, sólo en el
cristal. La miraba con los ojos cargados
de furia, igual que esa tarde. Habían discutido tanto que ni recordaba el
motivo. Reflejos en rojo y negro le traian el recuerdo del revólver sobre el
escritorio, lo demás eran sólo pantallazos de un video de terror.
Recordaba a Yaco tomando su cuello y
ella tratando de librarse. La fuerza de él era superior, la arrojó sobre el
escritorio, no lo pensó dos veces, sujetó el revólver y disparó, y Yaco fue cayendo en cámara lenta. Al reaccionar
creyó estar viviendo una pesadilla, el olor de la sangre y del miedo la
paralizaban. Intentó alejarse, pero una voz interior le dijo que limpiara sus huellas, luego guardó el arma en su bolso y se
fue.
El subterráneo había cerrado, caminó hasta llegar
a la pensión.
Le pagó a la paraguaya todo el mes y se dirigió a Constitución Sacó un pasaje.
El traqueteo del tren la mareaba o era
ese olor a desinfectante de los vagones. Le costaba respirar. No soportó más y
se puso de pie, fue recorriendo el pasillo, buscando alguien con quien hablar.
Todos dormían o fingían hacerlo.
Se detuvo en un descanso. Yaco no la
dejaría tranquila, lo sabía, sus últimas palabras se lo confirmaban; “Me las vas a pagar.”
Vivo o muerto, seguía siendo su esclava.
En su bolso aún guardaba el arma, esperaría llegar a Mar del Plata, volvería al
barrio Constitución, del que nunca debió salir, su pequeño departamento sería
su refugio y si su ser intemporal seguía persiguiéndola, ella guardaba un as
ganador; el arma. Con ella pondría fin a la historia.
23 comentarios:
Por si acaso, guardaba el revólver aún.Siempre ese misterio, de los muertos que persiguen y hacen presencia, a pesar de estar bien muertos. Es que dejan huella en la mente, una fijación que nos lleva a verlos en todos lados. o cuando tratamos que huir de ellos. Mi abrazo. Carlos
Esa maldita conciencia que no nos deja en paz.Dicen que solo les ocurre a las buenas personas...
Un relato muy bien narrado María Rosa,realista y con la intriga de querer saber hasta el final.Me gustó mucho también la descripción del paisaje...
Un abrazo.
La intemporal conciencia, el recuerdo que no nos deja vivir, todo regresa y el recuerdo perdura. Es, como siempre, un gran relato. Mi cariño desde tu otra casa.
Solo le faltaba un muerto acosador. Excelente relato, muy bien contado.
Un abrazo
Bonito relato para comenzar bien la semana.
Un abrazo y gracias.
ESPECTACULAR MARIA ROSA ! un relato perfecto, desciptivo , emocional.
Mantiene el interés y termina en un final abierto .
Mientras te leía sonaba en mis oídos una canción que promocionan mucho en Radio Mitre, la que escucho día y noche.
"Hay amores malditos, hay malditos amores "... canta Juano Montalbo y te estremece. Seguro lo habrás escuchado
está en Bs As, tu ciudad, hace un tiempito, en un teatro, creo.
Me encantó! cumple todos los requisitos de un cuento perfecto.
Toda mi admiración.
Muchos besos.
¡Feliz semana!
No está claro si es real o no. O si tal vez sea un fantasma, en el sentido de las manifestación de sus temores.
Interesante ambigüedad del relato.
Oh-oh, solo podrá hacerlo eligiendo otro blanco muy diferente. Entonces sí, sí que terminará todo.
Feliz tarde
Bisous
Esos fantasmas aparecen cuando hay algo que pesa mucho sobre la conciencia, porque si bien fue en defensa propia, una muerte no es fácil de asimilar.
Como siempre muy bien construido, Mariarosa.
Besos
uuff María Rosa me has dejado atrapada en este relato me encantó que forma de escribir uufff sinceramente vale a veces mlos mismo muertos dejan huellas imborrables , me encantó !!!!, un abrazo desde mi brillo del mar
Terrible,somos responsables de nuestras acciones, asi sean en defensa
Cariños
Espeluznante, Maria Rosa...No podía huir del recuerdo,que quedó grabado en su alma...Se quedó enganchada a un pasado trágico, que le reclamaba su presente...¿Cómo defenderse de él? Ahora debía dominar su mente o su misma mente acabaría con ella...
Mi felicitación y mi abrazo grande por tu maestría y tu genuino buen hacer...
M.Jesús
Atrapante relato Maria Rosa, me pone la piel de gallina .
Te admiro por tu manera de relatarlo.
Un besazo.
la paranoia es vivencial
buen relato María
abrazos gorditos, ten una jornada preciosa
GENIAL Y PERFECTA GESTA!!!!! ME TRAMA TU TRAMA!!!!
ABRAZOS
Un relato de interés, María Rosa.
En cuanto a la pistola, no siempre, casi nunca, resuelven la cuestión...
Un abrazo.
La conciencia es una pesada carga cuando no se tiene limpia.
Estupendo relato.
Un abrazo
La voz de la conciencia difícilmente calla.
Un abrazo!
UYYY ESA CONCIENCIA QUE NO NOS DEJA TRANQUILO...
MUY BIEN CONTADO MARIA ROSA
BESOS
CARLOS
Una pesadilla, aun despues de muerto
Abrazo
...y, al fin, sería Yago quien pondría fin a la historia. Con ello, consumando una venganza. Fabuloso relato.
Feliz fin de semana.
Un abrazo.
Ahí está siempre ese angelote que nos susurra al oído y se llama conciencia, al menos así lo veo María Rosa. Muy bien escrito, transmitido y detallado. Un fuerte abrazo y buen fin de semana. @Pepe_Lasala
Hola Maria Rosa: Gracias por entrar en mi blog. También te invito a pasar por Facebook; Rosa María Milleiro Domínguez. Me alegra saber que eres descendiente de gallegos, ya que han sido muchos los que han tenido que ir a Argentina en busca de lo que España no tenía en unos tiempos de una fatal dictadura.
Rosa María Milleiro
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