miércoles

Casa vieja.






El olor a humedad, flotaba como un fantasma, se me nublaban los ojos, no sé si fue el ambiente o  las ganas de llorar.
Ya no estaban los muebles.
La ventana cerrada, dejaba pasar un rayo de sol por una grieta. En el piso, un  zapato negro, avergonzado de su vejez ruinosa, me espiaba detrás de un libro sin tapas. Restos de un florero que conoció mejores tiempos, se esparcían por el piso y más allá,  la silla que había pertenecido a mi madre; eran los únicos habitantes de lo que en mi niñez, me había parecido  un castillo de cuentos de hadas. 
Llegué hasta la escalera, los  peldaños que daban a los dormitorios, estaban rotos, me senté en el primero,  cerré los ojos y le di permiso al pasado para que me acompañara. Llegaron las voces queridas  de mis hermanos y con ellas, el aroma conocido del arroz con leche con vainilla y canela, flotó, llenándome el alma, me acerqué al antiguo lugar de reunión familiar; la cocina.
Nada quedaba en ese habitáculo de dos por dos, donde  crecimos y  aprendimos a vivir, ni la mesa, ni el horno, solo un sartén,  negro e inservible como mis recuerdos colgaba de la pared.

Era hora de irme, al día siguiente la casa sería un montón de escombros, los camiones se llevarían ladrillos, maderas y algún secreto escondido en un zócalo, junto con las voces y las risas de ayer.
Dejé atrás la casa y los recuerdos.
Aquel pasado, fue la raíz de este presente, una cepa que me alimenta el alma y me dio la sabia para ser hoy; una mujer  que sonríe sin   entender, por qué  el olor a vainilla y canela sigue flotando a su lado.




17 comentarios:

Rafael dijo...

Nostalgia antes de una despedida.
Un abrazo.

MaRía dijo...

Siempre es bueno recordar el pasado con una sonrisa que evoca sabores, olores , sonidos
un hogar es donde el alma se siente feliz , no cuatro paredes y así veo yo a la protagonista de tu historia

Un abrazo y muy buena Semana Santa

Carlos Augusto Pereyra Martínez dijo...

Creo que por más que echen la casa abajo, el olor te perseguirá. Un abrazo. Carlos

Pluma Roja dijo...

De seguro tienes memoria olfativa, y el olor de la canela te hala a aquella casa.

Precioso relato maría Rosa.

Saludos.

Rosana Martí dijo...

Hay recuerdos que jamás se olvidan porque los llevas bordados a tu ser de tal manera, que los vives cada vez que tu mente y corazón lo desean, es como vivirlo ahora mismo.

Un fuerte abrazo y mi cariño.

Mª Jesús Muñoz dijo...

María Rosa, tu relato me ha recordado la casa de mi niñez, era vieja y nos cambiamos a otra casa nueva. Pero, cuando paso delante de aquella casa, ahora reformada, vuelvo a vivir sus pequeños dormitorios, su portal empedrado y el patio con mi querida higuera...Nos dejas gran nostalgia y como siempre tu maestría y buen hacer, amiga.
Mi abrazo y mi cariño.
M.Jesús

Bertha dijo...

Después de un tiempo perdida por motivos de trabajo, me es sumamente grato volver a visitarte. Que bien reflejas esos recuerdos y sobre todo esos olores que nos dejan siempre un punto fijo en la memoria...

Un beso MªRosa.

Mari-Pi-R dijo...

Parecen mis recuerdos de una casa derrumbada de la que me gustaría poderme infiltrar.
Que tengas una Feliz Pascua.

María Socorro Luis dijo...

Siempre el mismo placer perderme en tus relatos tan llenos de realidad , sencillez y poesía. Besosmiles.

AdolfO ReltiH dijo...

ASÍ SON LOS OLORES, ETERNOS.
ABRAZOS

cachos de vida dijo...

Como todos tus relatos, sensacional.
Feliz fin de semana-
Un abrazo.

Mirella S. dijo...

La casa donde pasé mi infancia y adolescencia también la demolieron varios años después que nos fuimos. No están las paredes, pero los recuerdos perduran en uno.
Me gustó mucho la delicadeza nostálgica que le imprimiste al relato.
Un abrazo y felices Pascuas, Mariarosa.

En diciembre abrí otro blog que no funciona muy bien últimamente, no publica muchos de los comentarios, aunque me llegan las notificaciones de los que dejaron mensaje. Creo que es un problema de incompatibilidad entre Blogger y Google+
Igualmente te dejo la dirección, por si querés darte una vuelta:
http://apuntesenhojasperdidas.blogspot.com.ar

lanochedemedianoche dijo...

Muy elegante tu cuento, el olor siempre nos persigue amiga mía.
ABRAZO.

Diana de Méridor dijo...

Cómo comprendo toda esa nostalgia. A mí me arrancaron el alma cuando tuve que despedirme de la casa donde transcurrió mi niñez. Cuántos recuerdos, a veces aromas, sonidos en lugar de imágenes.

Feliz domingo

Bisous

Meulen dijo...

Mucha razón llevas al sentir en esa última mirada
el recuerdo de lo mejores momentos
que como bien dices donde te criaste con los tuyos y sobretodo al abrigo y cuidado de una madre
...yo que voy a menudo a mi casa materna donde vivimos con mi madre lo entiendo y es algo
que mientras viva no dejaré de visitar y de conservar...
lo valioso es lo que guardamos en el corazón...

Boris Estebitan dijo...

Comprendo bien esa nostalgia.

TIGUAZ dijo...

El olor siempre permanecerá y el recuerdo será imperecedero. Después de la semana Santa, regreso a este Via Crucis de recuerdos. Un abrazo y mi cariño.

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