sábado

Circunspección.



La encontró sentada en  una de las sillas  del jardín, en un primer momento no la reconoció. Llevaba el cabello muy claro  y vestía con elegancia; era Lidia su ex mujer. Desde que ella lo había abandonado, la había perdido de vista.
Se puso de pie para saludarlo y la vio tambalearse; estaba  ebria.
—Hola Marcos —dijo con voz pastosa.
—Hola.
No dijo nada más, no entendía el motivo de su presencia.
—¿No me invitas a pasar?
—Perdón —respondió inseguro.
La tomó del brazo y lentamente llegaron a la puerta, él abrió y le dio paso. Lidia recorrió las habitaciones apoyándose en los muebles, curioseaba cada rincón.
—¿Cuánto hace que vivís acá?
—Cinco años. Vamos  a la cocina que voy a preparar café.

Puso bastante agua, con una taza de café bien fuerte, no alcanzaría para que su ex amor, recobrara la lucidez. 
—¿Cómo me encontraste? —le preguntó.
—Recurriendo  a los viejos amigos.
Volvió a dar vueltas por la casa.
—Se nota que vivís solo, la decoración es un desastre.
Él no respondió. Después de un día de trabajo agotador, la presencia de Lidia era algo que no lograba entender  y  su opinión sobre la decoración; menos. ¿Qué había venido a buscar?

Ella tomó asiento y bebió el café. El silencio crecía. Lidia parecía buscar algo en el fondo de la taza, sin quitar la mirada de allí le dijo:
—La  estoy pasando muy mal.
Marcos no respondió, seguía de pie y mirándola.
—Estaba en pareja con Sandoval, ¿te acordás?  Aquel tipo dueño de la concesionaria de Libertador… y me abandonó por una chica joven —quedó en silencio.
—Lo siento mucho —Marcos estaba confundido— ¿Qué querés de mi? —no fue su intención,  pero la frase surgió brusca.
Ella  quedó en silencio, se miró las manos, estiró las arrugas de los nudillos y quedó esperando que él entendiera.
—¿Para qué viniste?
—No sé, pensé que tal vez podríamos  remontar aquel tiempo en que fuimos felices.
El rencor le subió hasta la garganta.
—¿Felices? ¿De qué felicidad me hablas? Si me abandonaste fue porque no eras feliz.
—Yo he cambiado —dijo poniéndose de pie y  acercándose, lo tomó del cuello provocando para que la besara.
Marcos no se movió, era un tempano de hielo. Con suavidad la separó. Ella regresó a su silla, con la cabeza gacha, era una niña descubierta en falta.
—¿Querés más café? — le preguntó.
—No. Creí que tal vez podría quedarme unos días para superar este mal trance, me siento muy sola.
—Qué te hizo  pensar que yo te puedo recibir como si recibiera una amiga. ¿Te olvidas lo que paso entre nosotros?
—Pero yo te amé —dijo ella con una voz apenas audible.
—Esa es la verdad; nos amamos, pero eso ya pasó, hoy es otro tiempo. No somos los mismos, cambiamos. Y yo no soy santa Teresa de Calcuta para recibirte y curar tus heridas.
Después de haberlo dicho se arrepintió.
Ella  se levantó, tomó su cartera y con paso apurado e inseguro salió dando un portazo.
Marcos se sirvió más café y se dejó caer en una silla,  bebió lentamente. Se preguntó si lo vivido había sido  real o la presencia  de su ex, había sido un juego de su imaginación, la taza con el borde marcado de rouge y los restos de café lo confirmaron; ella había estado allí.

Cómo pudo creer que después de tantos años, él la iba a recibir cómo si nada hubiera pasado. Lidia lo había abandonado por un tipo importante, así le dijo, el mismo que ahora  le daba a beber de su misma medicina.

No pudo evitar la emoción de las lágrimas, desde aquel día en que la vio partir, padecía una extraña añoranza de la que fue su único amor. Hacía unos  minutos, había estado a punto de perderse en la delicia de su abrazo, pero el rencor pudo más. Ella había sido todo para él, su vino, su sed y su plenitud, no la engaño, no le mintió, ¿por qué lo traicionó? 
¿La debía haber  perdonado…?  Una caricia, un beso, hubieran sido suficiente para intentar  remontar el vuelo del amor.

Pero quién se lo podía asegurar, tal vez apareciera otro Sandoval y se repetiría la historia. Nunca lo iba a saber.




24 comentarios:

El Demiurgo de Hurlingham dijo...

El rencor superó a su otro deseo, el de pedir que se quedara.
Pero no se lo puede juzgar por eso. Tal vez era lo que realmente sentía.

MaRía dijo...

No se puede volver al pasado, el dolor pesa demasiado para lograr apartarlo del alma y lograr ser feliz... tal vez con el tiempo compinches , amigos.. solo tal vez

un abrazo y buen finde

Diana de Méridor dijo...

Lástima que el rencor pudiera más, porque nunca conduce a la felicidad. Pero quién sabe si los demás caminos estaban cerrados también.

Feliz fin de semana

Bisous

TIGUAZ dijo...

Es curioso, mañana veré a mi ex, nos reuniremos en el bautizo de mi nuevo nieto. Es como siempre un placer leerte. Un abrazo.

Mari-Pi-R dijo...

Siempre existe un hilo de desconfianza y miedo a que no se repita lo mismo por segunda vez, pero muchas veces si volvemos a encontrar el amor que en un momento dato nos hizo felices por qué no tentar de nuevo.
Un abrazo.

Ángel-Isidro dijo...

María Rosa, el tiempo pasa cura las heridas pero no olvida los buenos y
malos recuerdo, aunque después quede el remordimiento.
¡Muy ingenioso!
Un abrazo.

Abuela Ciber dijo...

Son quemaduras de azucar en caramelo o??
A veces imposible de olvidar, porque cerro la herida pero la cicatriz esta alli siempre
Cariños y buen fin de semana

AdolfO ReltiH dijo...

FUE MEJO ASÍ...
EXCELENTE!! CÓMO SIEMPRE.
ABRAZOS

Unknown dijo...

Como siempre maría Rosa . Un texto imperdible.
No pude dejar de sentir pena por esa mujer que erró el camino
y ahora ya fue tarde.
ESPLENDIDO RELATO !
Mi admiración
Besotes

Mª Jesús Muñoz dijo...

María Rosa, un texto tremendo para profundizar en el alma humana...El hombre no sabe perdonar, no se da cuenta de que sigue siendo esclavo del rencor...Ella tuvo un gesto de humildad, que le honra y él debía haberle dado otra oportunidad...La vida es un continuo aprendizaje y debemos aprender el amor incondicional...Mi felicitación y mi abrazo grande por tus buenos relatos, que nos hacen reflexionar, amiga.
M.Jesús

Antorelo dijo...

Segundas partes nunca fueron buenas. Me ha encantado cómo lo has hilvanado. Un abrazo

Anónimo dijo...


Este relato tiene dos tiempos,...Uno , el de Lidia, descolocada, fuera de contexto,....como rindiéndose al pasado y al artero proceder. Es como escapar de la sartén para caer en la hornalla...y el pasado no perdona.Otro tiempo es el que llama a la reflexión,...si aceptarla o no... De la verguenza no se vuelve,...Pasó mucho tiempo, y el tiempo modera y diluye las pasiones, y enfría los sentimientos.El relato es impecable,...no tiene desperdicio,...y brinda una síntesis cabal del humano proceder. No quiero hacer un comentario, puesto que la reacción también podría haber tenido un resultado diferente. Me queda la duda. Me gustó. está muy bueno. Saludos Juan Angel Petta

Joaquín Galán dijo...

Se puede decir que triunfó el orgullo sobre los rescoldos de un amor que seguía encendido.No sé si hizo bien o mal,todo en esto del amor es complicado y cada decisión es válida solo para quien la toma.
De lo que sí estoy seguro es de que has escrito un buen relato,bien trabajado y manteniendo -como de costumbre- la atención del lector hasta el final.Enhorabuena.

Un abrazo

Anónimo dijo...

Un muy buen relato, retrata a los personajes en su cruda realidad... como siempre, está en juego el amor....tan hermoso y tan doloroso ....versos fluyen suaves dejando esa estela de dolidos y heridos sentimientos....nadie gana ....no lo es para ello....deja aún más tristeza .....
De comienzo a fin capta la atención de su lectura..
Fuerte abrazo María Rosa
Con afecto
Cristina

guille dijo...

Nunca se puede repetir el pasado, porque lo que pasó, pasó.

Algunos lo aprenden, otros tropiezan una y otra vez en los mismos errores.

Hay acciones que provocan ruptura, a partir de ellas hay un antes y un después. Y nada es igual

Flavia Barrera dijo...

-Una reacción que no merece ser juzgada.

En cualquier nueva situación, quizás respirando y en calma, viviendo el PRESENTE, no se puede negar la ayuda a una persona, por más daño que te haya hecho.
Todos somos diferentes. Lo sé.
Perdonar es lo más difícil y maravilloso que se puede atravesar.

María Socorro Luis dijo...

Cada uno siente a su manera. Algunos no pueden perdonar, aunque quieran. Abrazo.

Franziska dijo...

Con tu impecable estilo y es un buen relato. Enhorabuena. Un abrazo. Franziska

Mirella S. dijo...

Cuando algo se corta es difícil volverlo a emparchar y la soledad no es precisamente la mejor consejera para reiniciar una relación.
Un abrazo, Mariarosa.

cachos de vida dijo...

Es verdad, ella recibió de su misma medición, y además el castigo de una terrible humillación.
Feliz fin de semana.
Un abrazo.

roberto dijo...

Ultimamente visito poco a los amigos por un problema en la vista pero no me olvido de ellos.
Me gusto tu cuento, pienso que tendría que haberla perdonado, el amor duele cuando nos dejan, el rencor no lleva ningún lado. Tal vez él debió ponerse en el lugar de ella, y si hubiera sido él que la abandonó por otra deslumbrado por luces que no fueron tales.
Un fuerte abrazo, espero venir más seguido a leerte amiga.

Meulen dijo...

Lo peor es sin dudas seguir llorando por lo que no fue...

si la vida nos llama a seguir adelante...

aunque solo quien vive una historia sabrá al fin cuando cortar el lazo d e lo inevitable...

Abril Sampere dijo...

Gracias por visitarme. Excelente relato, el alma humano es muy complicado, cada ser es único y nunca sabemos como actuaremos en situaciones que se nos presentan, besos

Carlos Augusto Pereyra Martínez dijo...

muy humano relato.Un abrazo. Carlos

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